viernes, septiembre 28, 2007

Of Women and Mediums

Los telépatas videntes mediums empezaron a llegar al pueblo esta mañana. "A las 3 y 17 de la tarde va a sonar el teléfono y ahí mismo empezará la lluvia que parará a las 7 y 31 de la noche", me dice uno de ellos mirando el cielo. Es muy bueno para la economía y el desarrollo de esta región que se hagan convenciones y reuniones de gremios en este hotel recién inaugurado, pero no sé hasta qué punto tener las calles repletas de individuos leyendo mentes y adivinando muertes y barajas y números de lotería y transmitiendo mensajes del más allá es bueno para la salud mental de los habitantes. Ya en la recepción se armó tremendo lío por una culebra que trajo un telépata, una pitón amarilla que según dijo el Profesor Cognoscitivo Anómala no es parte de su show, es una amiga íntima que siempre lo acompaña y que siempre está borracha. "Si nadie intenta quitarle la botella no causará problemas, por cierto, su esposa se majará un dedo, inexorablemente, con una puerta roja."

Las mujeres no hablan de otra cosa que no sea la fiesta de bienvenida que organizaron de un momento a otro, y que sin poseer poderes extrasensoriales puedo adivinar que va a acabar como la fiesta de los monos. Los hombres de este pueblo son brutos, cuando beben pelean. ¿Ha visto usted la cara que pone una mujer cuando un extraño con una barbita de chivo le acaricia la mano con el dedo índice, muy suavemente, para adivinar con voz de madrugada las maravillas que todavía la esperan en la línea de la vida y el amor?

"SERRADO POR GRIPE", dice el letrero en la única banca de apuestas y lotería del pueblo. "No e cierto que yo voy a quebrá de la noche a la mañana, aunque no creo en brujería, pero por si acaso", me confiesa Azarde, nervioso ante la avalancha de adeptos a la combinación del 1 con el 73. Lo encuentro en el parque observando su esposa que, como muchas otras, está en La Ópera mirando vestidos y zapatos y carteras. Seguro envidia la suerte del turco, dueño de la tienda y de una mujer con bigote. Chin a chin vienen llegando esposos al parque, en sus frentes dice: "Espero de un momento a otro la muerte de un pariente, cercano y querido."

-Viví con una mujei tratándola como a una santa poi má de die año y decubrí de la noche a la mañana que e un cuero- se lamenta Patrio, el lechero, sacando una chatica dándose un trago largo de ron blanco. Me extraña verlo con ropa limpia, sentarse en nuestro banco, de hecho, siempre que lo he visto está en cuclillas al lado de una vaca que mastica.

"¿A qué hora se servirá el almuerzo? A propósito, su abuela materna le envía saludos, y que no deje de jugar el 73 con el 1 para este domingo, y que, por favor, le lleve flores a su tumba y le pague una misa para su aniversario", es el recibimiento del fantástico Héctor Plasma cuando entro al hotel. En el lobby los distinguidos huéspedes juegan póker y dominó con los ojos vendados, encienden cigarrillos sin encender fósforos, destapan botellas llenado copas sin necesidad de manos. "La sopa de cebollas quedará salada, inexorablemente, alguien sufrirá la agonía de una espina de pescado en la garganta, tengan pan duro en la mesa" escucho a mis espaldas en mi camino hacia la cocina. Allí encuentro al chef regañando al ayudante porque se le pasó la mano con la sal en la sopa, porque el filete de pescado está lleno de espinas. No les molesta la presencia de los huéspedes en el hotel, en el pueblo, están contentos porque les gusta trabajar, son jóvenes, son felices, son solteros.

-Me majé un deo.
-¿Con una puerta roja?
-No, con la pueita de la veija dei patio, la oxidá.
-Entonces no vas para la fiesta.
-¿Y poi qué no? ¿Y e con ei deo que se baila?

El aguacero dura toda la tarde. Yo tenía la esperanza vana de que siguiera por dos días, pero un poco después de las 7, paró. Llego a la casa cansado, nunca había tenido el hotel lleno y no estoy acostumbrado a coordinar las comidas o las exigencias de lavandería de tantos huéspedes al mismo tiempo. Yo mismo tuve que ayudar a sacarle filos a varios pantalones. En mi casa mi esposa todavía vistiéndose. En la cama un vestido nuevo, muy llamativo para una señora casada. Le comento mi percance con la espina de pescado durante el corre corre del almuerzo, y ni siquiera me pregunta por el estado actual de mis cuerdas vocales, y ni siquiera levanta la vista dedicada completamente a su toilette ayudada por su sobrina. Entro al baño, hago gárgaras con agua tibia por 10 minutos, me baño dejándome jabón en las orejas y en la nuca. Me visto y todavía tengo que esperar a esa abusadora por un cuarto de hora.

"Vienbenidos Mentes Marabillosas", dice el letrero en el arco de la puerta del salón de baile. No me molesta la gramática, me molesta ver detrás de ese letrero la atención, la dedicación de las damas de Villa Rosa hacia unos extraños cuyas profesiones pueden entrar en la categoría de Cosas Innecesarias Para La Civilización. Mi mujer camina a varios pasos de distancia, una colegiala avergonzada del chambelán en su debut en sociedad encontrándose con amigas adolescentes en la unánime noche para perder el decoro. En el mismo centro de la pista la esposa de Patrio baila con el Profesor Cognoscitivo Anómala un vals estilo bolero. Patrio se levanta de su silla, saca su matavaca enterrándolo primero en la barriga de su mujer, después en la espalda del vidente. En este pueblo no hay mar, tenemos un río, cuando llueve mucho, como hoy, inunda el mercado.


Painting by Picasso

miércoles, septiembre 26, 2007

FALL

Las flores de metal en el techo tienen más de cien años contemplando la actividad financiera de los humanos. En el centro de las diez columnas gigantes hay un reloj con las dimensiones de un artefacto fantástico, una máquina del tiempo capaz de llevarte a los días imaginados por Wells donde los misiles gringos hacen añicos a la luna.

"Good morning, I want to make a deposit", dice la vieja firmando el formulario con manos que tiemblan.

El principio del mes es geriátrico. Los cheques del Social Security movilizan huesos frágiles, cerebros botos, esfínteres cansados. Son días terribles, la senilidad, la decadencia del cuerpo, el abandono familiar, los malos olores, los avances de tu futuro, no tan lejano, la decrepitud mostrándose sin pudor, ponen a prueba el buen humor de aquel que le toque bregar con los senior citizens.

"I want to update my passbook", dice un viejo en silla de ruedas, con ese olor a pobredumbre que recuerda su condición desvalida. Tiene más de 50 mil dólares y los hijos sólo esperan la llamada de la herencia, a veces lo llevan a Coney Island.
"Yo no recuerdo lo que quiero", dice Virginia, una ecuatoriana despeinada, con un conmovedor vestido sucio; algunos días su mente está mal, otros está peor, otros recuerda bañarse.
"I want to make a withdrawal", dice la voz cibernética de una vieja negra con una boina de flores ocultando su calvicie y un pañuelo de flores amarrado al cuello donde coloca el artefacto mecánico que modula su voz después de haber perdido la garganta en su guerra contra el Cáncer.

Cuando uno llega a los cuarenta sabe que todo va para abajo.
Por ejemplo, sólo podrás ser el amor joven de una abuela.
Por ejemplo, las resacas toman semanas para irse.
Por ejemplo, la mujer con la que sueñas todas las noches no tiene rostro.
Por ejemplo, la esperanza de un futuro mejor para tu isla se pierde.
Por ejemplo, no recuerdas nada del último libro que te gustó tanto.
Por ejemplo, si una mujer joven te busca es porque tienes dinero, y si no tienes dinero pregunta indignada: "¿Y qué e lo que quiere ete viejo?"
Por ejemplo, todos los primos teenagers te llaman Tío.
Por ejemplo, como un personaje de Beckett, temes la llegada del invierno.
Por ejemplo, muchas amigas dejaron de ser tus amigas y ahora te odian.
Por ejemplo, no puedes comerte un mofongo a las tres de la mañana.
Por ejemplo, nunca podrás amar como cuando esperabas a una muchacha de ojos grandes de pestañas largas en una habitación de hotel colonial para no salir en todo el fin de semana largo.
Por ejemplo, la luna dejó de ser una mujer que brilla con su vestido amarillo, ahora es una cosa ahí arriba.
Por ejemplo, el fracaso es una sensación cotidiana.
Por ejemplo, la palabra "veneno" no suena tan desagradable.
Por ejemplo, el recuerdo más recurrente es el entierro de tu abuelo.

Picture by wink.nixone.com

martes, septiembre 11, 2007

Foursome

A las tres de la tarde me despierta El Lenny con la mercancía obtenida gracias a mi talento. Como de costumbre sigue para el baño sin saludar. Admiro con asco su falta de escrúpulos en eso de posar el culo en cualquier inodoro. En oscuros lugares de miao, de vómitos, de mierda y quién sabe qué nuevos fluidos sórdidos El Lenny caga feliz.

Sale de la peste echando pestes al librito ganador del concurso anual de poesía:
"Mira esa vaina, parece que abren el dicionario y cogen una palabra por fea y rara. Mientra meno utilizá má alta la puntuación", comenta abriendo la funda de la yerba. "Oye eto: 'Licúo el ojo limpio el miembro'; otra preciosura: 'Somnolienta en deambulado zaguán', y ese fue el ganador. ¡No me joda tú a mí!", volvió a lamentar El Lenny rumiando sus fracasos ante un jurado de idiotas. Entre coños y coñazos destapa la botella de vodka y enrola un diablito. Es un artista logrando la combinación perfecta de yerba y perico. Líneas blancas sobre Odelay haciéndonos genios inmortales. El fracaso de sus poemas ya no importa como tampoco importa el montón de cuadros que he pintado creyendo que le hago al mundo un gran favor. Les doy arte, de la clase que no compran, de la clase que puedes cambiar por onzas y gramos si tienes la suerte de conocer un pusher atraido por el impresionismo mediocre de un artista que nunca tendrá el valor de cortarse una oreja, ni siquiera un meñique. Después de probar la mercancía supe que había valido la pena pasar una tarde pintándole, sin saberlo, a La Percha, el horrible bodegón de aguacates monstruosos y auyamas de mierda.

En una habitación francesa frente a los ojos oscuros de Verlaine tratando de retorcerle el pescuezo a la lujuria. Una reproducción gigante de un retrato hecho por Carriere cubre, frente a la cama y encima del escritorio, la pared blanca. Debajo de la quijada se leen las palabras dichas a Darío: “La glorie…la glorie…merde…merde…encore…! Unas manos me quitan la camisa y otras manos los pantalones y Verlaine se burla. Ninguna mano de piedad apaga la luz para hacerlo desaparecer. Yo soy un humo pardo desprendido de la tierra observando cómo acarician al hueco dejado por mí. Despreciando el espasmo de la hora violenta me bifurco entre una rara edición en piel de Principles of Human Knowledge y un aguacero de pecas. Persiguiendo heridas coloradas tarareo una y otra vez got a Devil’s haircut in my mind.

-What happened? Don't you like her?
-I love her, it's the cocaine, nevermore.
-What a shame. I've just bought a rock.
-Where is it?

En cuatro, con esa elacticidad de gacela busca en las gavetas. Verlaine la mira con aprobación lasciva, exclama a viva voz:
-Priez pour le pauvre Jean Baptiste!

viernes, septiembre 07, 2007

To Choke a Horse

Si uno fuma dentro de un carro con un niño debe caer preso por abusador. Siguiendo esta línea de pensamiento si una madre entra a Burger King y le compra a su hijo de 9 años y 165 libras, que tiene los dedos rollizos y morados como salchichas alemanas, un triple whopper con unas papas fritas gigantes y una cubeta de cocacola debe caer presa por abusadora. Es muy fácil comprar una explosión diabética rápida y evitar la fila del supermercado para frutas vegetales vainas verdes; es muy fácil llegar cansado de su trabajo y traer una caja de pollo frito de KFC para callar los estómagos de los hijos y evitar los sudores de una estufa. Nadie lo manda a procrear como si fuera un conejo; si trajo a un niño a sufrir a este mundo por lo menos trate de mantenerlo saludable, no se lleve de la glotonería natural de la infancia. Tengo una primita cuya cara es idéntica a una bola de queso. "Give me" fueron sus primeras palabras. El doctor aconsejó frutas en lugar de doritos para sus picaderas entre comidas, ahora devora manzanas, peras, sandías, melones y doritos. Yo mismo no me duermo a su lado con temor a despertar sin un brazo.

"Diner" en un letrero significa que uno puede morirse de la jartura. "MONSTER" es el nombre de un sandwich en un menú de un Diner por Brooklyn Heights. Busco el plato menos agresivo decidiéndome por uno con guacamole; "O Mother of God" exclama mi amiga cuando llegan dos trozos de pan con media vaca frita que requieren las mandíbulas de un cocodrilo para dar la primera mordida. "3 mini burgers on a bed of fries" leo en el menú de un Diner por Union Square, decidimos que ese plato será suficiente para los dos; "Lord save us" exclama mi amiga cuando llegan tres hamburgers acostados en un millón de papitas capaces de indigestar a Polifemo. Y si uno pide una orden para llevar no se la entregan en una funda, no, la traen en un carrito de acero con ruedas macizas arrastrado por un pony fisiculturista.

Desde los 70's para acá los gringos han seguido engordando. "Morbidly Obese" es una categoría cada vez más común en las encuestas. Eso no suena bien, y luce peor cuando se puede ver en un hombre, el pobre orina de oído, caminando por cualquier calle en Mississippi, el estado más obeso de un país morbosamente obeso.

Azulea y ríe su gran cachaza el firmamento gringo, dice un verso de Vallejo; no sé si ríe, es muy triste, pero de que su cachaza es grande es grande. Estados Unidos es un país obeso: lomas obesas, ríos obesos, venados obesos, árboles obesos, ratas obesas, perros obesos, niños obesos, hombres obesos, mujeres obesas, pobres obesos. Y si los pobres son obesos indica claramente una epidemia, y las porciones capaces de atragantar a un caballo son las mejores amigas de la diabetes, de los infartos. Treinta y tres trillones trescientos treinta y tres calorías.

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