martes, octubre 11, 2005

Tornado, Heavy Metal and Friday

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Dejó de llover como a las 10. Meteorología anunció amenaza de tornado desde La Romana a Pedernales. Afuera del bar un amigo guitarrista con el chevrolet quedao.
—Vengo a bucá un cheque y mira eso, ahora ete carro no prende, toy eperando a ver si se seca el carburador, ¿tú tiene cigarrillo?

Ahora siempre toca un grupo de rock dominicano. Es una loto, un día tocan mal, otro día tocan pésimo. El rock dominicano deberían prohibirlo. Aquí los músicos son buenos tocando bachata, reggaetón, merengue y hasta salsa. "Los rockeros dominicanos deberían meterse a evangélicos", me dice un amigo vegetariano que la falta de carne lo mantiene de mal humor hasta durmiendo. Uno desea escuchar música filtrada bebiéndose un trago, no un grupo de hombres golpeando una batería como si fuera una enemiga. El cartel prometía Heavy Metal: Un siglo de odio. El odio no combina con amenaza de tornado, y viernes.

De la nada aparece un hombre dejando fragmentos de sí mismo en cada sílaba.
—Dame algo pa la cena—dice rascándose la barba y los brazos—. No crean que yo soy un vago, soy ténico eletricita, trabajaba en Musicarro, en la Kenedy, pero un día voy donde un cliente a hacé un trabajo aparte y cuando toy allá caen lo de la DNCD y encuentran 33 kilo de cocaína, preso to el mundo, a mí me llevaron pa interrogame y pasé año y medio en La Vitoria, de seguro utede lo vieron en el periódico, fue el caso de El Pinto Ramire…
Nadie había escuchado ese nombre. El guitarrista lo miró de arriba abajo. Yo buscaba unos pesos en los bolsillos.
—¿Cuanto vale un cigarrillo en La Vitoria? —pregunta el guitarrista.
—Yo no sé yo no fumo creo que un peso.
—Mire lacra, uté lo que e e un craquero, saca saca lacra.
El hombre tomó las monedas y se desvaneció.

—No debite dale nada— escupió el guitarrista—, to lo que dijo ese e mentira. El panadero de la panadería por mi casa tuvo preso en La Vitoria, adentro trabajó en el colmado que tenía un tipo que era su padrino, un cigarrillo vale como 10 peso.
—¿Y por qué cayó preso el panadero?
—Por vendé crack—dijo y entró al carro. Trató de encenderlo, sin fe—. Bueno, yo me voy en un taxi, voy a dejá eta mierda aquí mimo, ojalá y se lo roben y me hacen ese favor.

Empieza a llover de nuevo, entro al bar. El grupo empieza a tocar. I wanna fuck you up, I wanna mess you up, I hate you, I hate you. Los acordes caen como granadas de mano. La gente trata de salir. Estamos atrapados entre un tornado y el Heavy Metal. Me paro en una esquina, lejos de las bocinas, y desaparezco en la multitud como el hombre de Poe.





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