jueves, noviembre 17, 2005

Mamatita

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Mamatita. Callada. Lenta. Inteligente. Una figura entrañable que camina conmigo hasta la esquina para verme cruzar la calle hacia el colegio sin ser atropellado por un motoconchista. Una figura entrañable que me espera en la galería para ver que no he sido atropellado por un motoconchista regresando del colegio. Se sienta a mirarme comer; supervisa que Águeda deje derretir el queso sobre el pan como si fuera mantequilla; me guarda arroz con pollo frito y tostones porque sabe que no me gustan los spaguettis blancos; se sienta frente a la nevera a esperar que se congele la gelatina porque sabe que se la comen si no me la cuida; se sienta a mirarme hacer la tarea haciendo círculos con un lapicero en un cuaderno, "eso ayuda a la artritis".

Mamatita es mi abuela, yo vivo con ella y con Papalao y con varios tíos y tías. Todos me tratan como si fuera el resultado llamado Sunshine de un espermatozoide y un vientre colectivos en una comuna hippie. Papalao me regaló el hijo de La Melá que es el potro más bonito de todos y me llevaba sobre los hombros debajo de la cascada de Piedra Gorda hasta que aprendí a nadar; Tío Rafael me trae piedras doradas de la Falconbridge y me enseñó que el magma emplazado en alta profundidad en la corteza terrestre enfría lentamente; Tía Fe me compró un disfraz de Supermán para el carnaval y le dijo de todo a un diablo cojuelo que me dio con una vejiga que parece que tenía piedra adentro por el morao que me dejó; Tío Lorenzo me recorta los cabellos a la moda y me hace pantalones a la moda y me lleva a comer helados al parque y me llevó al cine Libertad a ver Zombie II aunque tuvimos que salir porque me daba mucho miedo; Tía Carmen me sienta en sus piernas y me da besitos en la boca porque ella dice que es mi tía favorita, y es verdad.

A Mamatita le gusta peinarme con una raya al lado y ponerme una chacabana amarilla con los bolsillos bordados cuando vamos a misa los domingos. Me agarra de la mano y no le gusta que los otros feligreses me pasen la mano por la cabeza. No le gusta que me toquen, especialmente después de haberme peinado. El otro día Daniela, la vecina de enfrente, me estaba peinando con los cabellos para arriba como un cantante de rock y aunque Mamatita se quedó callada pude ver en sus ojos que no le gustaba el jueguito. Ella dice que Daniela bebe mucha cerveza y no le gusta dejarme solo con ella. Eso no me lo dijo a mí, lo escuché cuando le estaba dando intrucciones a Águeda para que tenga ojo avizor cuando ella no esté aquí, lo que es nunca.

Mamatita se sienta a mi lado en mi cama cuando estoy enfermo. Nunca me enfermo pero el otro día parece que comí muchas habichuelas con dulce porque estaba viendo al Hombre Increíble que es el superhéroe más bruto del mundo que para atrapar a un ladrón de un radio destruye todo un barrio y en este episodio él trabajaba de mesero en una discoteca y había una muchacha que sólo quería bailar música disco y el dueño y otro hombre que usaba un sombrero negro con una pluma la hacían beber whisky hasta convertirla en una borracha y el Hombre Increíble se volvió loco y destruyó la discoteca y el edificio y 23 carros que estaban parqueados afuera y salvó a la muchacha y yo me paraba a cada rato a buscar más habichuelas con dulce con galleticas con pasas con batatas y me comí una olla sin darme cuenta y no podía dormir con la barriga como una pelota de playa y llamé a Mamatita saliéndoseme los ojos y diciendo que me iba a morir y ella tuvo que caminarme por toda la casa hasta las 4 de la mañana y después pasarme la mano por los cabellos hasta que me dormí.

A Mamatita no le gustan los malos olores. Mi tío Marcelino se va al play a jugar pelota con unos tennis campeones que le sudan los pies muchísimo y Mamatita hace que él tire toda la ropa y los tennis y las medias para el patio porque ella puede oler el mal olor a un kilómetro de distancia y Marcelino agarra un día y le mete sin que ella se diera cuenta una media sucia en el bolsillo de su bata de algodón amarilla y ella se vuelve loca buscando de dónde venía el mal olor y sacó toda la ropa de Marcelino para el patio y el mal olor la acompañaba a todas partes hasta que se metió la mano en el bolsillo para buscar fósforos y encontró la media y fue al patio y le quemó toda la ropa a Marcelino aunque después se rió mucho de eso. Mamatita dice que yo siempre huelo bien, y que soy hermoso como un potro marrón, y que a ella le soy precioso como la memoria de la selva.

Mamatita tiene las manos deformes, llenas de arrugas y pecas. Mamatita tiene la cara deforme, llena de arrugas y pecas. Mamatita está cada día más chiquita. Pienso que desaparecerá pronto si sigue así.

Mi mamá vive en Nueva York, a veces me llama por teléfono con voz de gripe; a veces me manda ropa con cualquiera que venga; a veces me envía cartas con fotografías para que yo no la olvide, en una parece un manatí al lado de un hombre de nieve en Central Park.





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