martes, junio 13, 2006

At the Bank

Buenos días Sr. Envidia.
Buenos días Srta. Superficial.
Buenos días Sr. Imbécil.
Buenos días Sra. Mentira.
Buenos días Sr. Mierda.
Buenos días Sra. Complejos.
Buenos días Srta. Mojigata.
Buenos días Sr. Engaño.
Buenos días Sr. Tumbapolvos.
Buenos días Srta. Trepadora.
Buenos días Hipocrecía.
Buenos días Paciencia.
Soy el Sr. Mediocre.

Por fin se acaban los pisos, ascensores, pasillos y escalones. P. está sentado en su cubículo. No son las nueve de la mañana y ya tiene una llamada en hold en su teléfono, otro cliente en el celular y verifica un sobregiro en la computadora de J. Hoy llegó a las siete. Está seguro que si se mantiene trabajando 16 horas al día, los sábados 8, en menos de 15 años lo harán vicepresidente de algo, además de enterarse de los setecientos cincuenta chismes diarios.
—Hoy llegué a la 7.

J. se sienta. Engancha el saco y abre las gavetas. Saca los cigarrillos, el encendedor, las llaves y mete todo en la gaveta de arriba. Suena el teléfono.
—Buenos días, ¿de cuánto es el sobregiro? No nos devuelvas los cheques, el depósito va antes de la una seguro.

Suena el teléfono.
—¿Por qué no me cogite el teléfono anoche?
—¿Qué tú quiere?
—Verte
—Yo a ti no
—¿Por qué? Déjame eplicate
—Oye no quiero saber nada, déjame tranquilo coñazo
—Por favor mi amor
—Déjame trabajar
—Por favor tengo que eplicate
—¿Tú no entiendes que toy trabajando?
—¿Si te llamo en la tarde vas a coger el teléfono?
—Ha lo que te dé tu maldita gana

Suena el teléfono.
—Sí es la sucursal Ozama, Molino quiere 150 mil, en tránsito
—Deja ver, págale

P. se acerca a J. con ademanes de voy a decirte algo que no debería pero no puedo aguantarme porque soy un chismoso.
—¿Supiste? Van a botar a la recepcionista, tú sabes, la bonita, ta preñá y no ta casada, y bueno, eso...

En cinco minutos el aire se satura de timbres, de voces contando las historias del fin de semana. Mira cuánto me quemé en Juan Dolio; se murió una prima mía el sábado, la mataron pa robale un celular en Santiago; cuando llegó el payaso puso una cara má linda, bueno, mira la foto, qué bello está mi hijo; oh, yo di riversa pa parqueame y vino eta idiota y me debarató el carro por atrá.

J. se queda ciego mirando la fluorescencia de una lámpara en el cielo raso.





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