lunes, julio 03, 2006

Cabarete, All Animals Allowed

El sábado Brugal prometía una noche inolvidable en Caribbean Sun con música electrónica, ex-playmates latinas, amenaza de vaguada, el padrino adoptivo y guía espiritual de los dominicanos Vin Diesel, y 15 mil borrachos. A pesar de esta atractiva oferta y del pronóstico de la mujer de los callos de Meteorología, aguaceros torrenciales en todo el país, decidí irme el viernes para la playa con un amigo vegetariano y otro poeta.

Bonao es una tierra fértil, de allí salen grandes cosas: Luis Días, el té de hongos, y el Típico Bonao, ahora con Internet Wireless. Todomundo sabe que si uno viaja hacia el norte debe detenerse a comer en el Típico Bonao, si desea saborear cada granito de arroz con habichuelas y aguacate (no por nada este restaurant quedó en el segundo lugar, según la prestigiosa revista Good Road Food, sólo detrás de The Flying Inn, merecedor del primer lugar por su inusual característica de nunca estar en el mismo sitio); si le interesa comer de pie y escoger la comida en una vitrina su parada es Jacaranda, también en Bonao.

Reposando la jartura en el Típico decidimos Cabarete por la carretera de Jamao, la carretera más linda del país, una S en una montaña, con sus árboles, con sus mujeres preciosas sentadas en sillas plásticas viendo pasar la vida, con sus cinco tipos montados en 4wheels haciendo maniobras veloces en cada curva cerrada, con su serenata de ranas y cocuyos y cigarras cuando te paras a orinar en la niebla.

Llegamos a Cabarete a las once y algo. Por pura suerte conseguimos habitación en el mejor hotel: "Laguna Blu, whores included." Una hermosa dominicana, con una boina plástica a lo JLo, nos llevó a la habitación enseñándonos su alcancía a través de un camino flanqueado por condones usados. El abanico de techo sufría un cáncer terminal, la piscina era una pileta, del restaurant sólo quedaba taurant, en el baño te dejaban una tajada de jabón de cuaba.

En la playa, Presidente tenía una tarima con Lechuga y su vocabulario de 37 palabras y un adjetivo. En Marabu había una fiesta electrónica con Dj Scoy Grave. La entraba costaba 700 pesos, pero si tú abrías los ojos y repetías "700 pesos, 700 pesos, 700 pesos" la muchacha te señalaba otra entrada gratis, pero sin VIP, aunque a los pocos minutos cualquiera podía entrar al VIP.

—Ay sí muchacha, Dj Scoy Grave, como mi Dj de cabecera, me aconsejó que me diera do fuetazo ante, durante y depué de cada comida, ay sí, toy en una.
—Ay sí, má sencillo que e Dj Scoy Grave, anoche yo hablé con él, él e de Canadá.

Cabarete, según el vegetariano, es la nueva Sosúa. La cultura del reggaetón, aderezada con música electrónica, se ha adueñado de sus aceras; los cocoteros producen fundas de basura en lugar de cocos; la playa siempre está sucia; un casino monstruoso, administrado por un gallo jubilado, sabio y tuerto, consejero del Sr. Edmón Elías, adorna de neón morado la periferia. En los bares el letrero de "All Animals Allowed" advierte sobre la convivencia entre diferentes criaturas. En una mesa una cotorra periquera discute sobre serotonina con un yuppie; debajo de una luz roja un camaleón con dreads enseña a bailar bachata a una profesora de mediana edad y peso completo de Ottawa; sentado en un taburete, cantando "I'm too sexy for your party, too sexy for your party, no way I'm disco dancing", un ornitorrinco travesti se pone una peluca blanca; y en el baño de damas, acostada en la puerta, una cobra borracha no deja pasar a nadie.

Picture by Maurice Sánchez





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