viernes, febrero 09, 2007

Killing the world with slogans

Killing the world with slogans no es la versión agria de una canción muy cursi, es la tarea de los publicistas para un poeta beat según me dijo una amiga muy larga. The more advertising I see, the less I want to buy, escribió un novelista gringo a veces entretenido. Qué gran aporte al universo hacen los publicistas, al menos eso es lo que ellos creen cuando logran colocar una campaña en los medios para vender desodorantes, carros, fast food, navajitas, toallas sanitarias, o una pastilla que te hace perder diez libras en diez días con el pequeño efecto secundario de producir cáncer en el colon; en fin, para vender productos que la humanidad está ya saturada o no necesita.

Y lo mejor del mundo es que estos genios, conocidos como Creativos en el círculo, piensan que su labor puede considerarse Arte. De hecho, Arte le llaman a los diseños gráficos para apoyar con imágenes sus disparates. Cuánta solemnidad señores publicistas. Cuánta pose para contribuir a lo que Sartre de manera tan clara definió como La Nada (no he leído a Sarte, esa frase me la robé de Woody Allen).

Pasarse horas en una oficina, que no parece oficina, frente a una Mac sub-utlizada por este Joyce sin talento ni dublineses, por este Van Gogh del photoshop con dos orejas, por este Gaudí de cajitas de fósforos, para al final del día salir con una originalísima genialidad copiada del libro de auto ayuda "Dios vuelve como un pingüino." Y exponerla con más propiedad que Madame Curie cuando hablaba de un metal raro descubierto por ella en la corteza terrestre.

La verdad es que los publicistas sólo aportan nimiedades para un mundo en decadencia. Acuden a los restaurantes y bares de modas, o pseudo bohemios, vestidos ciudadosamente al descuido: T-shirt exclusivo que dice "And if People Stare then People Stare" o "Everything You Like I Liked Five Years Ago"; jeans rotos y Diesel; sandalias hawaianas o tenis que nadie tiene; bulto con Laptop, of course, iPod, cámara digital, libros en inglés, calcomanías de diseño propio, dvds de Kubrick, de la última campaña para Volkswagen, etc.; a veces usan sombrero o boina, rara vez una gorra que eso es muy charlie. Allí, imbuidos de un aura de artista incomprendido e insolente, la mirada perdida de un Miguel Angel imaginando La Capilla Sixtina, elogian las ideas de los amigos con la autoridad de un Pound editando The Waste Land; criticando todo lo otro con menos indulgencia que el mismo Pound reseñando la Antología Poética Total de José Angel Buesa, cuando lo único que desean en esta vida es una oportunidad para participar en un festival de anuncios en Cannes y olvidarse de recorrer las calles de esa ciudad por quedarse sentados en un salón alfombrado de un centro de convenciones discutiendo por horas y horas el último parto del señor Neil French. Y son tan arrogantes que, mirando con desdén a un obrero haciendo un hoyo con un taladro gigante bajo el solazo del mediodía para que llegue el agua a Los Alcarrizos, olvidan la sentencia de Rimbaud: "La mano en el teclado es la misma que la mano en el taladro." Bueno, tal vez no les gusta Rimbaud. Bueno, tal vez no saben quién fue Rimbaud.

Qué diferente el trabajo verdaderamente útil de un verdadero hombre en una estación de gasolina en el Bronx. Qué gratificante es salir de un tibio cuadrado protegido con vidrios anti balas a congelarse el culo, digo, a subirse en una escalera, que el viento de hielo mueve como un maraquero en cocaína sacudiendo una maraca tocando Timbalero, para alegrar a la comunidad bajando los precios de la regular, de la silver, de la premium en el letrero que da a Bruckner Boulevard. Cuánta dignidad en agarrar una brocha y, después de limpiar la nieve, pintar los tanques con pintura roja, mamey, azul, todos con una cruz blanca o negra, para que no le den un ticket a la compañía. Cuánta sabiduría en coordinar el horario semanal de 12 operadores medio vagos tomando en cuenta las solicitudes de días libres por cumpleaños y citas con dentistas y vacaciones y así las cosas...

Ahora bien, si alguno de mis amigos o conocidos publicistas se entera de una agencia aquí en Nueva York que necesite los servicios de un copywriter bilingüe, serio, puntual, limpio, trabajador, discreto, obediente, célibe (en las palabras de Ignatius Reilly, un monstruo), por favor, mi e-mail es dinobonao@hotmail.com.





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