martes, marzo 13, 2007

East Village Banana Split

Despierta, unos ojos azules te miran dormir. No te asustes, es un gato parecido a Lola. Inventario: Sofá rojo, manta roja; Fahrenheit 451 en la mesa; un cuadro de un gato sin ojos en la pared; cojines en el piso de madera; tu abrigo y tu sombrero en esa silla, debajo las botas; en el aire la esfera de Thelonious Monk. No te despidas. Está bien, bebe agua. Está bien, orina.

Una cosa te advierto, afuera todavía está el invierno esperándote. Sí, ya sé que estos días de 50 grados te hicieron creer en una primavera prematura, pero los cubanos la tienen prisionera en Miami y dicen que no la sueltan hasta que no se muera Fidel; algunos alegan que se conforman con ver el cadáver de Elián González. Sí, ya sé que te sientes como si una amiga te hubiese dejado plantado, no estés triste, abrígate bien y no vuelvas a confiar en la tibieza de Marzo.

¿Qué calle es esta? Yo mismo no sé, estamos en el East Village. No importa, en Nueva York uno nunca está perdido, el subway es un guía que por dos dólares te ayuda a llegar a cualquier parte. Dale para arriba, es casi seguro que llegaremos a Union Square. Ya no hables más del frío. Eso es cierto, uno se vuelve más bruto en este hielo. Imagínate, las neuronas están ocupadas recibiendo las quejas de tu cuerpo: Los dedos enviaron un mail con muchísimas faltas ortográficas, en resumen, la circulación está detenida, no aguantan más, dejaron de sentir; los labios tienen una muy baja opinión de Blistex; las orejas están al borde del suicidio y los pies gritan "ETAMO MOJAO COÑAZO." Sí, tienes razón, uno se siente como un boxeador que ha sido noqueado, se levanta pensando que es astronauta y cuando le preguntan el nombre dice: "Sammy Sosa."

Mejor fíjate en el barrio. Nice. Los edificios son viejos, en buen estado, aunque no es Europa te sientes como un admirador de Henry James que viene de un lugar donde todo es nuevo y muchas cosas son feas. Chequea a los punks dando invitaciones para un concierto. Oh, un graffiti de Héctor Lavoe. Mira eso, dos caballos blancos arrastrando un carruaje transparente, lleno de flores, adentro va Cenicienta diciendo adiós a dos manos, un poquito vieja sí. Aquí los encantamientos no funcionan, el Príncipe encontró a otra que le quedó mejor el zapato de cristal, Cenicienta está condenada a la demencia y los caballos ya olvidaron sus divertidas vidas como ratones. ¿Qué es lo que vocea ese hombre vestido como un anuncio de Nike?

Oh Lord they don't know
Oh Lord they don't know
Sex is the biggest sin of them all
Women please help us please
Cover your butts
Sex is all we men think looking at your butts
Cover your butts
like that lady with that long coat
not like that girl in those tight jeans
Women please help us please
Cover your butts
There's only one way to Heaven
and a million butts, I mean, ways to Hell
Oh Lord they don't know
Oh Lord they don't know
They are losers
I'm a winner
They are at the bottom
I'm on top
I am black
and they are white...

El loco tiene razón, cuántos culos. Anoche decías borracho que el cielo de Nueva York no tiene estrellas, es verdad, pero las aceras están llenas de mujeres. Hasta las feas son bonitas. Es la individualidad, cada una tiene su estilo. No se peinan igual y no usan los mismos jeans con las mismas blusas con el mismo perfume con el mismo tinte rojo con tanto maquillaje. Mira esa, la china... ¿Racista? En las palabras del filósofo Seinfeld: "How can it be racist if I like them?" Dile algo corre, ¿cómo que el qué? Lo que sea que no sea poesía. ¿Usted no es un chulo, un Merengue King, King Sol? ¿Te va a meté a pendejo ahora? Invítala a comer, use your charm son...

Ja ja ja ja ja... Let's go eat... Ja ja ja ja ja... Let's go eat... Qué palomo... No te quilles conmigo, yo no pensé que ibas a ser tan bestia de entrarle de esa manera, debiste preguntarle una dirección o algo... Let's go eat... Ajá, el frío, yo sé. No te preocupes, tarde o temprano tendrás tu china; la ley de la probabilidad, aquí hay un millón de chinas. Okey, asiáticas. Ahora bien, tenemos hambre. Vamos a entrar a uno de estos restaurancitos, confortables, buena comida, sin la pretensión ridícula de colgar una guitarra firmada por Paulina Rubio u otro pseudo artista tan ególatra que se refiere a sí mismo en tercera persona. Este se ve bien, deben cocinar bueno, está lleno. Una cosa te pido, please, ya sé que vas a pedir papitas fritas, pero por favor, mira el menú, yo estoy antojado de huevos, un omelette s'il vous plait, no vayas de campesino "Fritos con cebolla."

Sí, todos los mozos son mexicanos. Te apuesto que para los gringos son el mismo. La verdad es que son igualitos. Te apuesto a que primero contrataron a uno, y al ver que era muy serio y responsable cada vez que necesitaban otro empleado los dueños le preguntaban a él. Y así fue trayendo a sus hermanos y primos. El último debe ser ese jovencito, el del carrito de los postres. Pregúntale al que te atienda, y averigua los nombres, siempre tienen apodos chistosos.

─Sí, yo quiero huevos, ¿con qué vienen?
─Pues con puré de papas y
─sí y me trae papita frita también.
─Pues si desea se los traigo con las papitas fritas y así le hago una rebajita.
─Sí sí y frito con cebolla y bacon y queso y jamón y una coca cola.
─Pues ahorita se los traigo
─perdona una cosa, ¿utede son familia?
─Pues sí, somos hermanos y primos, yo conseguí este jale hace cinco años y los traje a ellos
─¿Me puede decí lo nombre de utede?
─Qué curioso, pero sí, puedo, pues estamos bien jodidos con los nombres, mi abuelo bebía mucho mezcal allá en Puebla... Ese es Eligio, le llamamos El Maravilla; el cocinero es Marielo, le llamamos El Frijol; ese de allá es Eleuterio, le llamamos El Chaleca; el de los postres es Dalilo, le llamamos El Chimuelas, no tenía dientes cuando llegó el pobre; y yo soy Eridanio, pero todos me llaman El Rebajita...

En lo que llega la comida vamos a adivinar. Fíjate en el viejo altísimo de aquí al lado, el que tiene un sombrero de papel, al que El Rebajita le enseña el menú, señaló un helado, creo. No sé, tiene la mirada de Alzheimer. Eso debe ser, no recuerda los nombres y pide las cosas por imágenes. Los sabores y los olores ayudan a recordar. Tal vez el helado le trae a la memoria la primera vez que un hijo le dijo Daddy; tal vez la primera vez que besó a una mujer; tal vez la primera vez que corrió detrás de un Mister Softee en Kentucky; tal vez la primera vez que escuchó una canción de los Beatles; tal vez la primera vez que fue a la playa; tal vez la primera vez que acarició a un perro; tal vez que su nombre es Dick o Tom o Harry; tal vez recuerda un sueño. No hay diferencia entre un sueño y un recuerdo escribió Borges. Ahí viene El Rebajita, pregúntale por el viejo.

─¿Qué tiene ese señor, el del sombrero de papel?
─Pues no recuerda nada el pobre, viene todos los días y yo le muestro el menú y siempre pide un Banana Split, vive aquí cerquita, su hija vino y me dijo que le diera todo lo que pidiera, ella paga, y buenas propinas, es una mujer increíble su hija, ella es enana y maneja helicópteros para ejecutivos de Wall Street...

Todo estuvo muy bueno, hasta tostadas. Parecías un niño de Saki, sólo te faltaba la tia odiosa para desearle la muerte y un hurón como Dios para rezarle, y que la mate. Mira mira, ahí entró la enana. El viejo debe creer que todavía es una niña, la sentó en sus piernas. Bueno, ya está bueno. ¿Nos vamos?





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