martes, septiembre 11, 2007

Foursome

A las tres de la tarde me despierta El Lenny con la mercancía obtenida gracias a mi talento. Como de costumbre sigue para el baño sin saludar. Admiro con asco su falta de escrúpulos en eso de posar el culo en cualquier inodoro. En oscuros lugares de miao, de vómitos, de mierda y quién sabe qué nuevos fluidos sórdidos El Lenny caga feliz.

Sale de la peste echando pestes al librito ganador del concurso anual de poesía:
"Mira esa vaina, parece que abren el dicionario y cogen una palabra por fea y rara. Mientra meno utilizá má alta la puntuación", comenta abriendo la funda de la yerba. "Oye eto: 'Licúo el ojo limpio el miembro'; otra preciosura: 'Somnolienta en deambulado zaguán', y ese fue el ganador. ¡No me joda tú a mí!", volvió a lamentar El Lenny rumiando sus fracasos ante un jurado de idiotas. Entre coños y coñazos destapa la botella de vodka y enrola un diablito. Es un artista logrando la combinación perfecta de yerba y perico. Líneas blancas sobre Odelay haciéndonos genios inmortales. El fracaso de sus poemas ya no importa como tampoco importa el montón de cuadros que he pintado creyendo que le hago al mundo un gran favor. Les doy arte, de la clase que no compran, de la clase que puedes cambiar por onzas y gramos si tienes la suerte de conocer un pusher atraido por el impresionismo mediocre de un artista que nunca tendrá el valor de cortarse una oreja, ni siquiera un meñique. Después de probar la mercancía supe que había valido la pena pasar una tarde pintándole, sin saberlo, a La Percha, el horrible bodegón de aguacates monstruosos y auyamas de mierda.

En una habitación francesa frente a los ojos oscuros de Verlaine tratando de retorcerle el pescuezo a la lujuria. Una reproducción gigante de un retrato hecho por Carriere cubre, frente a la cama y encima del escritorio, la pared blanca. Debajo de la quijada se leen las palabras dichas a Darío: “La glorie…la glorie…merde…merde…encore…! Unas manos me quitan la camisa y otras manos los pantalones y Verlaine se burla. Ninguna mano de piedad apaga la luz para hacerlo desaparecer. Yo soy un humo pardo desprendido de la tierra observando cómo acarician al hueco dejado por mí. Despreciando el espasmo de la hora violenta me bifurco entre una rara edición en piel de Principles of Human Knowledge y un aguacero de pecas. Persiguiendo heridas coloradas tarareo una y otra vez got a Devil’s haircut in my mind.

-What happened? Don't you like her?
-I love her, it's the cocaine, nevermore.
-What a shame. I've just bought a rock.
-Where is it?

En cuatro, con esa elacticidad de gacela busca en las gavetas. Verlaine la mira con aprobación lasciva, exclama a viva voz:
-Priez pour le pauvre Jean Baptiste!





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