viernes, noviembre 16, 2007

Heart of Darkness

El Subway de Washington es una bóveda de cemento, con la forma de un panal de abejas, muy limpia. El truco está en que no se puede entrar con comida ni bebida, y si no se tienen envases plásticos en la mano, no hay forma de arrojarlos a los rieles. Contrario a Nueva York no hay ratones bailando reggaetón y la tarifa no es fija, el precio de cada viaje varía según la distancia. Para aquellos que se dirigen a pocas paradas puede ser tan barato como US$1.35 ó menos. Eso sí, no se puede tratar de comprar un ticket borracho, esas máquinas son para científicos. Demasiadas opciones, demasiados botones, la pantalla no es touchscreen.

Afuera hace frío pero sin viento; camino por el City Park en la 14 y 1. Debajo de la estatua de John Barry, un irlandés que peleó por la independencia de este país, encuentran consuelo y calor varios homeless mexicanos. Una van de vidrios tintados se detiene, salen unos gringos que, por sus mullets y sus ropas naranjas y verdes a lo Britney Spears, a mis ojos full de estereotipos son catalogados de Rednecks, racistas bestias rubias; se acercan con cajas a los homeless.
"Buenas Días ¿Qué pasou qué pasou? Here roupas abrigas, muchou food, medicine too."
"Gracias pues, gracias por los hot dogs padrecito, muy agradecidos por los abrigos madrecita..."

Después de darme un boche a mí mismo por ser un imbécil atiborrado de prejuicios respiro profundo, lleno mis pulmones con este acto de bondad entre seres humanos y, con esta efímera armadura, decido enfrentar el corazón de las tinieblas brutas dirigiendo mis pasos hacia la dirección más famosa de los Estados Unidos: 1600 Pennsylvania Avenue, la Casa Blanca.

Mi escudo de bondad sólo resiste hasta que paso el edificio del tesoro. En el afiche de la historia y planos de la Casa Blanca, George Washington fue el único presidente que no vivió en ella, siento una presión en la cabeza. Escucho un aleteo y veo con resignación a mi ángel de la guarda alejándose hacia el infinito éter, abandonándome a mi suerte. Me mezclo con los otros turistas, me asombro por la aparente falta de vigilancia. No se ven agentes del FBI, ¿dónde está la CIA?, sólo una patrulla en el medio de la calle.

Las ardillas de la Casa Blanca
no buscan la llave que abre
la cueva llena de nueces doradas
se quedan mirándote fijamente y
cosa rara
sus pestañas parecen hechas de acero
y cuando pestañean
se oye un CLICK CLICK CLICK.

Los árboles de la Casa Blanca
tienen las hojas verdes en pleno otoño y
cosa rara
las ramas parecen hechas de plástico
y cuando la brisa las mueve
se oye un CLICK CLICK CLICK.

Las palomas de la Casa Blanca
no palomean alrededor de los mirones
cagan un líquido de óxido y
cosa rara
sus picos parecen hechos de cobre
y cuando pasan volando cerca de ti
se oye un CLICK CLICK CLICK.





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