lunes, noviembre 19, 2007

Heart of Madness

La Casa Blanca es un edificio sin lujos, con la opulencia sobria del dinero añejo. Los turistas se acercan a fotografiarse en las verjas. Ya en el frente, si no usas un sombrero forrado de aluminio, te conviertes en una caricatura de un personaje de Dostoiesvky y tu corazón es el campo de batalla donde pelean Dios y el Diablo y el Diablo gana y la presión en tu cabeza es intolerable y te mareas un poco y cuando vuelves en ti quieres pertenecer al Club de las Corbatas de Rayas y tienes cierta mirada y sonríes torciendo la boca y aceptas, sin asombro, sin piedad, que bombardear una guagua con niños palestinos no es tan malo, que el matrimonio es una institución sagrada a la que los gays no tienen derecho, que Joe el viejo negro debe seguir recogiendo algodón, que el proyecto de ley de los demócratas para un Medicaid con medicinas más baratas es un disparate que el brillante humanista presidente Bush debía vetar, que Bill O'Reilly es inteligente y sobretodo objetivo e igual que la cadena Fox donde trabaja no está parcializado con el honorable pacífico presidente Bush, que Water Boarding (casi ahogar a un prisionero atragantándolo con agua) no es tortura, que las vacaciones más divertidas se pasan en Texas acribillando venaditos con una ametralladora, que todos los inmigrantes ilegales son delincuentes y deben ser deportados sin miramientos, que una pared gigante en la frontera es una necesidad para la seguridad del sueño gringo, que invadir cualquier país con petróleo es un derecho divino de los Estados Unidos, que aunque soy pobre y latino debo abrazar la doctrina de los republicanos, que Potato se escribe Potate.

Me quedo como un autómata, esperando las instrucciones definitivas para transformarme en una gárgola con el cerebro de un reptil, sin moverme, hasta que mi amiga me besa los ojos liberándome temporalmente del hechizo de maldad producido por mi cercanía al corazón de las tinieblas brutas. Ella me agarra de la mano y a la fuerza me arrastra hacia el centro de luz emitido por una figura desde Lafayette Park, al otro lado de la calle. A medida que me acerco a la luz, la bondad y el sentido común van conquistando mi cerebrito. Por fin cruzo y veo al mamañema de mi cobarde ángel de la guarda al lado de una patética fuente de esperanza con la forma de una vieja.

La mujer se llama Concepción Picciotto, Conchita. 
La mujer nació en España, aunque cuando uno le pregunta dónde nació ella contesta: "Everywhere." 
La mujer vive, desde el 1981, 26 años, 26 inviernos, debajo de un toldo frente a la Casa Blanca con un catre sucio y muchos carteles, me enseña uno con Bush y Dick detrás de las rejas y la leyenda "I have a dream." Cuando uno le pregunta que desde cuándo vive aquí ella contesta: "Living? This is not living, surviving."
La mujer dice el mismo mensaje en dos idiomas: "Bush is the devil, Condoleesa Rice es un robot de maldad, real jews do not agree with the killing of children, please paz peace."
La mujer bailaba ballet en una juventud que no recuerda. 
La mujer usa una extraña peluca, nadie sabe por qué. 
La mujer no tiene dientes. 
La mujer pinta piedras. 
La mujer fue golpeada por un marine. 
La mujer se baña a veces en un refugio para homeless.
La mujer ha entrenado a su cuerpo para usar una vez cada dos días el inodoro de Harby's. 
La mujer se alimenta de ve tú a saber.
La mujer duerme tres horas al día, si acaso. 
La mujer come el maní que le trae diariamente algún miembro de la Human Society. 
La mujer ha visto a hombres morir de hambre y frío a pocos pasos de la casa donde vive el hombre más poderoso del mundo. 
La mujer está orgullosa de sus carteles anti Bush como si fueran mariposas raras. 
La mujer se cree elegida para la importante e inútil tarea de mantener esta vigilia anti nuclear.
La mujer lee para los mirones las palabras de Eisenhower: "Every gun that is made, every warship launched, every rocket fired signifies a theft from those who are hungry and are not fed, from those who are cold and are not clothed."
La mujer es una romántica perdida, sólo se interesa por las causas perdidas.
La mujer debe estar más loca que Don Quijote. 
La mujer le teme a la nieve que viene, que nieve, que viene.
La mujer morirá de hambre y frío sin pena ni gloria. 
La mujer será amiga de Ghandi, si el cielo existe, y allá lo acompañará en sus huelgas de hambre por todas las tragedias que les suceden a los muertos de hambre en la Tierra.





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