jueves, febrero 14, 2008

Be MY Valentine

Después de dos días con un clima catalogado por mi primita de Nasty, Disgusting y Brutal, el sol hizo su aparición, pero de adorno. Como el cerebro en este frío sólo está pendiente de una cosa, me di cuenta que era San Valentín por la rareza de una peruana maya vendiendo flores naturales en un carrito afuera de la estación del Subway. Pasé rápido ignorando las bendiciones de la mujer vendiendo Atalayas montándome en el tren sin la menor idea del uso obligatorio de una prenda roja en esta celebración universal del amor sin interés y la amistad sincera. Corbata, bufanda, falda-pantalón, camisa-blusa, guantes, abrigo, y los más entusiastas o idiotas combinan varias. Me fijé en algo, si el parametro es el rojo en el atuendo de hoy, los latinos somos los más románticos, los chinos los menos. Me fijé en otra cosa, Victoria’s Secret es una gran benefactora de la humanidad. Sentí un poco de envidia hacia ese hombre sentado en la esquina (en el regazo una funda rosada con una foto de una mami brasileña y sus tetas de un millón de dólares) que hoy, después del trabajo, tal vez un poco borracho, verá a una mujer vestida sólo con encajes, o con un collar de perlas como la musa de un admirable verso buesiano ¿o era vargasviliano?

Yo acaricié tus perlas, sin desprender su broche,

y las vi, como nadie nunca más podrá verlas,

pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche

vestida solamente ¡con tu collar de perlas!

El joven entró al vagón en el molote de la 125, empujadera. Por una azar maldito cayó justo a mi lado, por otro azar aún más maldito cayó frente a una negra muy grande con cara de pocos amigos, tal vez una pobre mujer amargada que hace mucho no escucha un "I love you sweetheart" aunque sea de mentira. En las manos del joven un conejo blanco con una camiseta roja “BE MY VALENTINE” y en las patas del conejo una rosa roja de plástico con tallo, hojitas y hasta una que otra espina. Yo iba admirando el mal gusto puro de este palomo en ayunas, pensando que debió coger un taxi o por lo menos pagarle otro pasaje al conejo cuando el tren hizo un mini zig zag y las manos del joven empujaron las patas del conejo que empujaron la rosa que entró en el ojo de la negra muy grande sentada frente a nosotros. 

Llegué al Banco desorientado por el zumbido constante en los oídos, con el lado derecho de la cara palpitando anunciando una hinchazón, con un ojo negro casi cerrado y con unas ganas inmensas de escuchar un dúo de Ricardo Arjona y Michael Bolton.





<< Inicio

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]