domingo, marzo 23, 2008

Requiem for a Big Leaguer



De niño yo quería ser pelotero de Grandes Ligas
aunque era evidente que iba a ser un enano grande
tal vez mis habilidades con el guante y robando bases
(aquí entre nosotros, yo era más rápido que Bugs Bunny)
me harían un segunda base apto
para sustituir al regular cuando se lesionara
y ser millonario
y rubias de California regresarían conmigo a Bonao
y comprarle a mamá una casa con piscina
y darle una mensualidad para el salón
y que en sus cabellos nunca apareciera una cana
pero apareció la yerba
y era mucho más lógico
contemplar la calle
desde el techo
escuchando a Police
en lugar de ir al play
y recibir un pelotazo a 70 millas
en el codo izquierdo
en la muñeca izquierda
en las costillas
y el sol
tan caliente
tan exigente
tan cumplidor
oh my god
y ese sol.

No le compré la casa a mamá
a veces le doy sus dólares
para que vaya al salón
donde unas expertas manos dominicanas
en el Bronx
mantienen el color de sus cabellos
más caoba que en sus veinte.
No volví a jugar pelota
a mi edad sólo podría ser softball
y el softball es una actividad exclusiva
para los esposos felices
que necesitan una excusa
para escapar por una noche
y es mucho más lógico
fumarme una kriptonita
encender mi tv pantalla plana
imaginar que soy yo y no Manny
y estamos en el noveno inning
y perdiendo por tres carreras
y ya tengo dos strikes
y ya van dos outs
y están las bases llenas
y aquí viene una recta a 99
no, no no no no no
díganle que no a esa pelota

home run por encima del monstruo verde.





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