jueves, agosto 07, 2008

Baby, comida

“I wanna put her in all my accounts”, me saludó el gringo mientras yo leía mis mails, decepcionado por no encontrar uno de esos alegradías que a veces me envía la mujer que amo. Levanté los ojos del monitor, traté de disfrazar la instantánea expresión de asombro en mi rostro. Asombro es un eufemismo, el gringo era bien feo, sin edad, gordo, rubio casi albino, ojos hinchados de mamífero recién nacido o enfermo; de hecho, no había nacido así, un camión le pasó por arriba, me dijo, dejándolo en coma por un mes. “They thought the accident was gonna affect my brain, ‘What brain?’, said my cousin, that motherfucker.”

“Sit down please”, le dije, y me fijé en la mujer que lo acompañaba. No era bonita, oscuras manchas marrones en la cara marrón claro; no era joven, arrugas en los labios, pelo rojo; experta en blowers y desrizados y tintes y paticuris y manicuris y depilaciones de bigotes y totoculo; dominicana.
“My uncle is gonna give us the money to open a beauty parlor, she’s an expert”, dijo el gringo cuando le pregunté si la esposa estaba empleada, demostrando que además de cambiar su cuenta individual a una cuenta mancomunada con una mujer a la que conoce desde hace dos meses, ya dejó de ser un individuo, ahora es parte de una entidad llamada “NOSOTROS”, planificando sus vidas para en un futuro cercano estar juntos 24 horas al día, y así el asco podrá aparecer en la relación un par de años antes. Estos gringos son tan predecibles, es como si siguieran un manual de instrucciones para joderse:

Let’s meet
Let’s date
Let’s live together
Let’s get married
Let’s have children
Let's work together
Let’s fuck once a year
Let’s fight everyday
Let’s have separate beds
Let’s get divorced or please don't kill each other in our sleep
Let me pay you child support and alimony if you didn’t kill me or I didn't kill you.

“Could you tell me your social security number?”, le pregunté a la mujer para comprobar una duda en mi cabeza.
“¿Eh? Yo no inglis”, contestó. En ese momento noté en el tono de su voz, en su mirada, en sus gestos, esa timidez inherente a los inmigrantes sin papeles.
¿Su número de seguro social?”
“No, no tengo, si esa e una de la razone pa que ete gringo me ponga en su cuenta, pa que en Inmigración vean que tenemo cosa junta; yo tenía un salón allá en Santo Domingo y un día vinieron en un camión y me preguntaron que dónde yo quería que llevaran todo, eran del Banco, que el dueño del edificio no había pagao ni una cuota del prétamo y yo le había pagao la renta a ese abusador por 6 mese; ah pero tú ere dominicano, yo pensé que tú era hindú”, me dijo, demostrando ese feature tan simpático que tenemos los dominicanos de hablar de más; recordé a mi mamá y a mis tías.
“What are you asking her?”, me preguntó el gringo pasando su mano izquierda por el muslo derecho de la mujer, demostrando su total ignorancia del español y el milagro de la comunicación corporal.
“I’m just asking for her IDs", le dije al gringo.
“Baby, give him your passport”, le dijo el gringo a la mujer.
“¿Eh?"
“Su pasaporte por favor", le dije a la mujer.
“Aquí lo tengo, también tengo la cédula y una tarjeta de crédito del Popular", me dijo la mujer.
“What did she say?”, me preguntó el gringo.
“She’s just telling me about her IDs", le dije al gringo.
“¿Qué te preguntó el gringo?", me preguntó la mujer.
“Que qué yo te dije", le dije a la mujer.
“What did she say?”, me preguntó el gringo.
“She just asked me what did you ask me”, le dije al gringo, y así las cosas.

“She’s great you know, I am so lucky she’s not a gold digger man, she lulls me to sleep every night, holding me, she’s got the hug of God”, dijo el gringo mirando a la mujer, adorando a su esposa latina.
“¿Qué dijo el gringo?”
“Que tú no ta con él por la greencard, que tú lo duerme to la noche arrullándolo, y que tú tiene el abrazo de Dios.”
“Ete gringo e bien”, dijo la mujer girándose hacia el gringo, haciendo un cono con sus dedos, yemas juntas como hablando en italiano, llevándoselo varias veces a su boca abierta, "baby comida, baby comida."
“I think she’s hungry”, le dije al gringo.
“Tell her I’ll feed her when we finish.”
“Que él te va a alimentar cuando acabemo.”
“¿Y falta mucho?”, me preguntó la mujer, y en la cara de vieja, por un momento, sus ojos parecieron los de una niña que en medio de la neblina sigue a un oso bipolar ciego, hacia una ínfima luz, allá, bien lejos.
“No, ya acabamo.”





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