lunes, julio 20, 2009

Summer Madness

A mí, imagino que a todomundo, los locos me ponen nervioso. Uno nunca sabe con qué van a salir, y dormirse con un loco despierto es una aventura que muy bien puede acabar con los bomberos visitando tu casa, o tu cuerpo en muchos pedacitos dentro de una funda plástica negra.

Estábamos el sábado pasado en el barbecue de la vecina, que tiene un culo tan grande que necesita dos inodoros (hey, es cierto, en su baño hay dos inodoros), y estaba un sobrinito de ella causando desasosiego entre todos los comensales. La gente trataba de disimular, pero dejaban de hablar cuando el loquito estaba a menos de 5 metros; mirándolo de reojo, evitando sus ojos para tratar de pasar desapercibido, pero sin perderlo de vista.

El muchachito definitivamente está a little funny in the head. Parece que los efectos de la sobredosis de Ritalín que le dieron para tranquilizarlo durante el viaje en carro desde New Jersey hasta el Bronx empezaron a desvanecerse cuando vio toda esta gente sentada bebiendo cerveza y escuchado bachata debajo de una mata de peras en una hermosa tarde de verano. Yo cometí el error de ponerme a contarle un cuento a mi tía Inés, cuando él decidió jugar el entretenido jueguito de tirar objetos para arriba, cayéndome en la cabeza un velón rojo, de esos grandotes que los dominicanos compramos y nunca encendemos, emitiendo el sonido hueco de una colisión entre dos cocos secos. Según me dijeron pasé una hora con la lengua afuera, y después me puse a hablar con la mata de peras, repitiéndole, "Officer, I do have a greencard." 

Y parece que por ser verano los manicomios están dejando las puertas abiertas. Por donde trabajo las aceras están llenas de aviones, trenes, helicópteros, motocicletas, y hasta un carro que compite diariamente en las 500 millas de Indianapolis pues el maldito loco se la pasa dando vueltas alrededor del Wendy's por más de cuatro horas.

Y uno se pregunta, ¿por qué los locos no duermen hasta tarde? El loco con ser loco tiene, no existe la necesidad de punchar una tarjeta de 8 a 5. La locura muy bien puede empezar su labor después del mediodía, o cuando se vaya el sol. 

"Have a nice day Sir... Lady, have a nice day", repite un loco muy dulce y funcional y limpio y obeso, por lo menos primo hermano de Edgar Vivar, Ñoño, cuando entra al Banco desde que abren la puerta. "Have a nice day Sir... Lady, have a nice day", le repite, manteniendo su distancia, a todos lo clientes, creando inquietud en quienes no saben que no es más que un loco manso. Diferente es la abuela de la Chimoltrufia, una vieja de 124 años, 100 de ellos sin bañarse, a la que yo bauticé como la Destruye Filas ya que cuando entra a una todomundo deja el claro como si hubiesen tirao un peo químico. Su tufo traspasa el vidrio contra balas haciéndote vomitar, si comiste, y haciéndote perder el apetito, si no has comido.

Y uno se pregunta, ¿tienen familiares todos estos locos? ¿Hijos, hermanos, sobrinos, tíos, esposos, amigos? Una constante encuentro entre todos estos infelices, o felices, who knows, que pululan por todo lo largo de la East Tremont, los seres con los que hablan son imaginarios; como a Paul Auster cuando se murió su papá, la soledad los rodea como la clara de un huevo rodea el embrión de un pájaro.





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