miércoles, octubre 21, 2009

A man under the influence

Salgo del trabajo temprano, y como es viernes, decido contribuir un chin chin a la vida en Sociedad. Visito la casa de mi hermano. Subo los escalones y tropiezo con los cien pares de zapatos frente a la puerta del apartamento chino de abajo.

Tío, me saluda mi sobrino cuando abre la puerta. Recibo el abrazo del oso, ay ay, dicen mis costillas. Mi sobrino practica Tae Kwan Do y Futbol Americano.
Tío, I need your advice.
¿Sobre?
I like a girl in school, I like her like a lot.
¿Y qué pasa?
I don't know what to say to her.
¿Y tú cree que yo soy alguien que puede decite nada, tú no ve que yo ni casao toy?
Oh please Tío.
¿Son amigos?
No, I haven't talked to her yet.
Es muy fácil mijo, sólo acércate a ella y pregúntale su nombre, le dices tu nombre y... ¿qué e lo que más te guta della?
Her green eyes.
Bien, dile que tiene lo sojo muy bonitos y que quieres invitala al cine o a comer algo o cualquier cosa que utede los teenagers hacen nowadays, y que te dé su número de teléfono.
Isn't that coming on too strong?
No ombe no, pero oye una cosa, ¿tú no tiene miedo de pasar vergüenza?
No, I really like her, she's so pretty.
Ok, entonce cuando te le acerque no deje de mirala a lo sojo, y si tiene amiguitas con ella, ignóralas, ok?
Yeah, I can do that.
Pero claro que sí, tú ere un muchachito bien bonito también, ¿ella e latina?
No, she's ukrainian...
Ah mierda, esa zona es una fábrica de super mamis.
Yeah, she is very pretty Tío.
Bueno, dale pallá, y toma 20 dólare por si acaso y tiene que invitala un hamburger or something.

Me acerqué a mi hermano frente a la televisión, quería hablar con él, recordar cuando nos pusimos de acuerdo una vez y enfermamos a la tía Divina, hipocondríaca, Tía, tú no luces bien. Imposible. Estaba viendo por décima vez este mes Pride and Glory y le encanta cuando salen los dominicanos diciendo malas palabras. Antes de irme le paso la mano por la cabeza tratando de no envidiar su melena negra. Te quiero mucho broder, pienso, pero no se lo digo.

Mi buen humor proviene de Gogol. He estado leyendo sus cuentos traducidos al inglés, no los encontré en ruso o mandarín, y entre Nevsky Prospect y La Nariz me tienen endrogado. I am high on Gogol. Y es que he pensado en un cuento gracias a él. Es decir, si uno lee The Overcoat a la mente le llega Bartleby, no puede evitar encontrar coincidencias. ¿Habrá leído Melville a Gogol? Es posible. Los dos cuentos tratan sobre copistas o amanuenses. Akaky Akakievich y Bartleby, ambos son empleados insignificantes, ambos figuras patéticas, ambos tienen finales trágicos, aunque en Gogol, como casi siempre, hay algo de ghost story. Ambos cuentos son tristes y divertidos, como debe ser, la vida no es una película de Lars von Trier. En fin, que si una buena historia inspira otra buena historia la cosa va bien. Mark Twain en su divertido A Connecticut Yankee in King Arthur's Court habla de que el héroe llegado del futuro utiliza sus conocimientos sobre un eclipse para impresionar a los ignorantes ingleses, haciéndose pasar por un poderoso hechicero, lo que trae a la mente el genial cuento de Monterroso, excepto que la audiencia de Monterroso eran los astrónomos Mayas, conocedores de las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, anotados en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Cada vez que llego a la puerta de mi apartamento cuatro o cinco gatos se espantan y salen corriendo. Buscan en los zafacones. Y yo quisiera hablar con el jefe de la pandilla, Don Gato, of course, o hasta con Benito sólo me comí un huevo duro, para decirles que no tienen que correr, que yo jamás les haría daño.

De hecho, de todos los animales domésticos me identifico mucho con el gato, no me gusta mojarme después de bañarme. Jamás sería un beta en una pecera golpeando su imagen en un espejo, o una tortuga que llegó chiquita bonita y ahora está grande hediendo y nadie la quiere, o un periquito llorando porque está solo, o una cotorra sin greencard gritando cuca cuero cuca cuero durante los aguaceros extrañando la Sierra de Bahoruco, o un perro jodiendo todo el santo día pidiendo atención. A excepción de Cohiba, el perro de mi cuñado, que cuando uno lo mira a los ojos siente que está mirando a su querido abuelo o tal vez a Gandhi.

No, yo sería un gato, egoísta, buscando caricias cuando sintiera ganas, alejándome cuando sintiera ganas de estar solo, durmiendo todo el día para salir a joder en las noches. Eso sí, no comería ratones, tal vez bluebirds are so natural I wanna buy them for my friends; no, yo sería un gato añoñao por una vieja que me alimentaría con comida gourmet, yes.

Ahora bien, no quiero ser ningún animal. Desde que una gente dice que le gustaría ser un animal, no importa cuál, cae en una categoría exclusiva reservada para los imbéciles.

Amigo, ¿usted quiere ser un león? Really? Pasarse la vida entera en el Serengeti mirando a los ñus pasar año tras año, debajo de una mata con una temperatura a 200 grados y sin iPhones ni Facebook. Yeah right. Recuerde que los leones no pueden ir a las fiestas de Omega ni tirar tiros al aire los fines de semana.

Amiga, ¿usted quiere ser una gaviota? Really? ¿Le gusta ese nombre? Imagino que no es por la obra de Chejov, ni tampoco por Finding Nemo mine mine mine mine. Primero déjeme decirle que las gaviotas no van al salón todas las semanas ni se desrizan ni se tiñen de rojo infierno. No se pasan las noches bailando música electrónica, whatever that means, ni se disfrazan en Halloween de Enfermera Sexy, una criatura más mítica que Medusa y su melena de víboras. Tampoco se les ve a las 4 de la mañana devorando un pollo con wasakaka y yuca y cebolla; a lo más que llegan es a hurgar en la basura de un Burger King cerca del Bronx River.

Además, los gatos son muy útiles. Y no estoy hablando de que mitigan la soledad, loneliness is lovely. Estoy hablando que si en su casa hay ratones (posiblemente el animal más desagradable del mundo si no contamos a un primo que tal vez se llama Rubén, que pide dinero prestado cada vez que lo ve, que se roba todo lo que puede venderse incluyendo un cargador de iPod, que se orina en la tapa del inodoro, que se bebe cuatro cervezas de un six pack que usted compró para ver el juego de los Dodgers y los Phillies) y usted lleva un gato, al minuto puede observar en las esquinas a los ratones con sus maletas, hey, ¿dónde está Miguelito? Pues se va a quedar, que aquí trajeron a una bestia miao miao.

Entro al calor de Claudia, está sentada en el sofá, rodeada de manuscritos. Tiene que leer tres novelas y entregarle al jefe sus sugerencias, para el 15. Está tratando de conseguir un puesto de editora, creo que puede, es bien analista. Le doy un beso en la cabeza, huele a sudor. Gruñe para indicarme que no le hable. Siempre es así. No quiere hablar conmigo cuando está concentrada, y, sin embargo, cuando yo estoy escribiendo algo le encanta pasarme por enfrente vestida Victoria's Secret, preguntándome, ¿y qué tú haces? Le gusta sentir que tiene el power de hacer que yo deje cualquier cosa para agarrarle ese maravilloso culo de un millón de dólares, y lo tiene.

Pero bueno, dejo a la bella Claudia tranquila y me siento a su lado. Abro mi laptop, la Mac más subutilizada en la historia de las computadoras, y empiezo mi cuento bajo el influjo de The Nose y Nevsky Prospect.

El hombre de mi cuento trabaja en una estación de gasolina en el Bruckner Boulevard, tal vez la calle más fea de todos los boroughs, incluyendo Staten Island. Tiene 5 años en Nueva York y está en peor situación económica que el primer año. Es su culpa. Cada año, por un traque que tiene con su hermana para reportar el Income Tax, le dan más de 8 mil dólares. Él se va para Bonao y no sólo gasta los 5 mil que le tocan si no que regresa a Nueva York debiendo, y sin trabajo. Debe empezar a buscar trabajo otra vez y por eso siempre está empezando. Ahora trabaja el terrible Night Shift, de 12am a 8am. Tiene libre los martes.

Fausto, vamos a llamarle Fausto, gana poco y tiene muchos gastos. Aunque vive en una habitación que le alquila su hermano, que está harto, y la que casi nunca paga, tiene en Bonao una esposa y dos hijos. Remesas. Remesas cada vez que cobra. Fausto no compra ropa, casi no gasta en comida porque su hermano trabaja en un Caridad y lleva arroz todas las noches, pero, ay de las debilidades del hombre, Fausto tiene varios vicios. Bebe, fuma cigarrillos y yerba, y lo peor de todo, está enviciado con la cocaína. Y, ya se sabe, un vicio de cocaína puede acabar con un sueldo, o varios.

Nuestro querido Fausto quiere dejar el vicio. Ha tratado, pero el aburrimiento de un trabajo de madrugada, mientras todomundo duerme, y sin gustarle leer, lo hace siempre llamar a la Percha, o al Topo, o a la Rumba, o a la Moña, y adiós 20, 40, 60 dólares. Así es que una madrugada, bajo el influjo de una nota de un perico extremadamente bueno, piensa que le sería muy fácil dejar la cocaína si no tuviera nariz. Para un tecato con una nota como esa pensar es hacer. Agarra unas tijeras botas y, frente al espejo del botiquín del baño, se la corta.

¿Y qué tú haces?, me pregunta mi adorada Claudia.





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