martes, marzo 31, 2009

Sugar Daddy

Sugar Daddy no es un término para referirse a alguna figura paterna, a un poderoso patriarca ligado a la industria de la caña de azúcar, y por ende al tráfico de haitianos. Sugar Daddy es un epíteto en inglés, en español sería algo así como Papi Azúcar, para designar a un hombre usualmente viejo y usualmente casado y necesariamente rico que mantiene a una mujer usualmente joven y ocasionalmente pobre y usualmente interesada en hacer algo en el área de la comunicación, entiéndase aparecer en la televisión en un programa donde se discuta de farándula, aunque no le paguen.

El Sugar Daddy casi siempre es un hombre de negocios, exitoso, un político, u otra criatura igual de ruin como diría Ignatius Reilly, que no tiene tiempo para el cortejo tradicional, para perder horas dando lo que Vox populi en su gran sabiduría ha llamado “Muela” o “Cotorra.” Eso de “Señorita, me gustaría tener su número de teléfono o email”, para llamar, enviar texts y flores y mentiras, pensamientos Carpe diem, poemas y promesas que conquisten a la futura damnificada, no va con él.

“Bienvenido a Alemania Motors, déjeme mostrarle los nuevos modelos de la serie 7…”
“No no, e mi mujer la que va a comprá un carro hoy, yo sólo me acerqué pa preguntate qué hace una muchacha como tú trabajando, aquí tú tiene mi tarjeta pa cuando te canse de cogé lucha, te compro un BM de una ve, pero pa ti.”
Y así las cosas.

Y si al hombre que pone el dinero se le dice Sugar Daddy, ¿cómo se le dice a la señorita que lo recibe? ¿Sugar Daughter? Eso suena a incesto. No, a la señorita usualmente se le dice “Sugar Baby”, “Querida”, “Amante”, “Megadiva”, y si es la esposa del Sugar Daddy la que se refiere a ella dice, torciendo la boca, “Ese maldito Cuero."

Cuando es una mujer la que mantiene a un hombre raras veces se le llama Sugar Mommy, esa situación se conoce como “Dar un braguetazo.” De todo hay en la viña del Señor, pero las mujeres cuando se enamoran dejan todo para estar con el villano elegido. Por eso esas relaciones de hombre mantenido casi siempre terminan en matrimonio; contrario a los hombres que pueden tener una Sugar Baby, Querida, Amante, por años y años, y continuar con su matrimonio tan campante como Juancito el caminador.

Las claúsulas del contrato verbal entre el Sugar Daddy y su Sugar Baby estipulan claramente que el Sugar Daddy correrá con los gastos fijos y ocasionales de su Sugar Baby: Renta apartamento, gimnasio, tintes y secado a blower, asesor de imagen gay, gasolina, comida, ropa, uno que otro viaje para encontrarse en Miami mientras el Sugar Daddy hace algún negocio, joyas, conseguirle un puesto al hermano de la Sugar Baby en alguna dependencia del Gobierno, la OTTT, para que reciba un cheque mensual y aparezca en la nómina como Inspector de Motoconcho aunque ni siquiera sepa dónde coño quedan las oficinas, etc. Pero para obtener regalos extraordinarios de un Sugar Daddy la cosa puede ser así:

Entra el Sugar Daddy al nidito de amor, entiéndase apartamento que él paga, y encuentra a su Sugar Baby con la cara como un machete, incómoda por algo. Como tiene pocas horas para disfrutar de ese cuerpo joven, de esa cintura de 20 añitos, de esas tetas de cemento, y como su experiencia le ha enseñado que la mayoría de los problemas y depresiones de los seres humanos se resuelven con dinero, que él tiene, lo que muchas veces lo ha hecho sentirse Dios, le pregunta con la voz llena de dulzura:

“¿Y qué me le pasa a mi muchachita? ¿Qué me le hicieron a mi muñequita?”
“Ay mi amor, perdóname que eté guapa, e que como llovió eta mañana pasé un mal trago con el carro cuando iba pal ginasio.”
“¿Qué pasó mi amorcito, te dejó, se le dañó el aire?”
“No, pero como en ete paí dede que llueve un chin hay un charco en toa parte, pasé la mil y una pasando la Tiradente y por poco y me muero del suto, que el agua llegaba casi a la ventana, que e que pa uno andá tranquilo en ete paí tiene que tené una yipeta.”
“Mi amor, no te preocupe má, vamo a comprate una, ¿cuál te guta?"
“Bueno, la Flor Eplorel e bonita.”
“Pue ya la tienes, déjame llamar a Pichicho pa que se encargue de eso.”
“Ay mi amor, tú sí ere lindo, yo te adoro.”

Y esa noche la Sugar Baby pone el cd de Julio Iglesias preferido por su Sugar Daddy, Hey, enciende velas rojas, prepara la tina o jacuzzi con sales aromáticas y se emplea a fondo en las demostraciones de cariño, haciendo que la satisfacción lujuriosa y la presión sanguínea de su Sugar Daddy alcancen niveles dignos de Guinness y hasta peligrosos para la salud de un corazón de cierta edad.

Ya tenemos la yipeta. Ahora la Sugar Baby, que es inteligente y piensa en el mañana, lo que se conoce como “Una Viva” por la injusticia machista, necesita seguridad de techo.

“¿Y qué me le pasa a mi muchachita? ¿Qué me le hicieron a mi muñequita?”
“Ay mi amor perdóname que eté así, pero yo toy muy preocupá, e que el tiempo pasa y yo me siento en el aire, me siento que no tengo nada mío, tú eres muy bueno conmigo pero somo sijos de la degracia y si tú me falta un día Dio no lo quiera yo me quedo en la calle, yo necesito otra entrada para comprá un apartamentico…”

El Sugar Daddy se preocupa, eso es una indirecta muy directa, puede ser reemplazado por otro, tal vez un político acostumbrado a traspasar un título de propiedad de Bienes Nacionales por algo tan efímero como una mamada en un carro frente al malecón. Bien sabe que para conseguir otra muñequita así va a tener que empezar de nuevo el proceso de selección, además, ya tiene mucho dinero invertido en este cuerpo, ya ella le conoce sus mañas, así es que sin pensarlo dos veces compra el apartamento; y esa noche debe tomar dos viagras, y hasta le da taquicardia cuando la Sugar Baby se transforma en una agradecida demonia con panties Victoria’s Secret y con todos sus orificios en verde.

Los hombres que no pueden ser Sugar Daddies, muertos de envidia, no deberían criticar esta relación de negocios; la verdad es que si las mujeres estuvieran dispuestas, más a menudo, de ser Sugar Mommies y mantener a un instructor de gimnasio, a un modelo/stripper, a un empleado bancario particularmente buenmozo, no hubiera hombre que no fuera feliz en dejar su trabajo y pasarse los días de tienda en tienda, o acostado, o jugando Grand Theft Auto, o buscando porno en el Infernet, mientras espera una llamada para bañarse y ordenar un poco antes de que llegue la Jefa. Yo mismo me transaría por un sótano con cable y Wifi, comida, laptop, dinero para vicios y de vez en cuando un par de libros, en fin, menos de 2,000 dólares al mes, qué ganga; lástima que nunca tuve los atributos, y ahora mismo mi edad sólo me permitiría ser el Sugar Baby de una bisabuela.

viernes, marzo 13, 2009

Written by Vonnegut

"Diríase que una sola persona ha redactado cuantos libros hay en el mundo; tal unidad central hay en ellos que es innegable que son obra de un solo caballero omnisciente", escribió Emerson el mismo año que República Dominicana declaró su independencia, 1844. Este pensamiento fue una de las cosas que me movió a hacer lo que hice, plagiar a Kurt Vonnegut, con su consentimiento.

¿Por qué Vonnegut? Aquellos que me conocen bien saben que hay otros escritores que me gustan más; pero a Vonnegut siempre lo sentí más cerca de mí, lo sentí familia; un tío alto y talentoso que la adversidad me impidió conocer en persona, y pasar con él veranos en Nantucket, y compartir un por ciento del ADN.

Además del párrafo de Emerson, debo mi idea a dos acontecimientos simultáneos: La muerte del querido Vonnegut, y ver un documental sobre la brujería en Haití.

El espíritu de Vonnegut estaba en el aire, era parte del aire, un pensamiento bien estimulante. Y así como muchas personas se ponen en contacto con sus seres queridos a través de un brujo o medium, ¿por qué yo no podría ponerme en contacto con él? Y ya en contacto con él, ¿qué le impediría dictarme alguna novela en la que estuviera pensando cuando lo sorprendió la muerte?

Bien. Tengo una hermana en Miami que le gusta la santería. De hecho, tiene su brujo particular en el pequeño Haití. La llamé:
Oye una cosa, ¿tu brujo te puede poner en comunicación con los muertos?
¿Y con quién tú quieres hablar, con Papalao?
Contesta la pregunta muchacha.
Bueno, él es bien poderoso sí, imagino que puede.
Averigua eso y llámame al favor, pero una cosa segura, que no quiero coger para Miami y que sea una falsa alarma.
Ok, déjame llamarlo a su celular, te llamo patrá ahora mismo.

"Reading 'Road to Uranus' by Dino Bonao, one cannot help but remember Vonnegut. A unique book. Bonao follows the steps of our best and most beloved black-humorist, fantasist and satirist."
-Life

La cita con el brujo de mi hermana era a las 4. Llegamos al pequeño Haití a las 2. Mi hermana quería que yo probara la comida de Chez Bebe, el mejor restaurant haitiano según Zagat. La botánica quedaba justo en frente. Siguiendo la sugerencia de la camarera pedí Legum. Pruébalo.

La botánica. Oscura. Piso de tierra. Fotos de santos católicos que gracias a algún detalle en la vestimenta o el fondo eran escogidos para representar a divinidades de la santería esclava. Así fueron evengelizados los esclavos. Cuando adoraban frente a los amos a San Francisco de Asís, en verdad rendían tributo a Samedi, el Barón del Cementerio. El olor a yerbas-especias era una neblina. Bolitas de barro con olor a chocolate se vendían a 1 dólar, un caramelo nostálgico que les hacía recordar los tiempos de hambre en la devastada Haití. Pasamos a una habitación trasera a través de un pasillo con paredes de tierra que daba la impresión de una catacumba, hacia abajo, con cada paso la temperatura era más fría. La habitación era húmeda, con mucho de pozo. Dos velas del tamaño de un hombre alumbraban la penumbra. Sentado sobre una alfombra multicolor estaba el brujo, a su lado un ser de cuatro patas que resultó ser un chivo negro.

"Siéntese, y no tenga miedo, este es mi ayudante, Conejo", me dijo el brujo en un perfecto español que no me sorprendió: Todos los haitianos, contrario a los dominicanos que no hablamos creole, hablan español. Tampoco me sorprendió lo del chivo, si no lo hubiese tenido mi fe en él no iba a ser muy grande. Antes de ir a Miami investigué sobre la brujería y el libro "Hablemos de Brujería" dice que los brujos más poderosos siempre tienen de ayudante a algún animal con el nombre de otro animal, es decir, un gato llamado mono, un mono llamado puerco, un puerco llamado gato.

"Quiero ponerme en contacto con Kurt Vonnegut", le dije.
"¿Quién?", me preguntó.
"El escritor de estos libros", le dije, y le pasé Breakfast of Champions y Slaughterhouse 5.
"Saque 10 dólares y déselo a Conejo", me dijo tomando los libros, colocándolos debajo de una copa con un líquido rojo que hervía. Le pasé los 10 dólares al chivo y el chivo se los comió, masticando con la boca abierta.
"Ahora deme 100 dólares a mí", me dijo prendiendo un cachimbo. Le pasé los cien dólares y se los metió en el bolsillo de su chacabana amarilla, muy linda por cierto.
El brujo inhaló un polvo blanco que muy bien podía ser cocaína, chupó tres veces el cachimbo, escupió dos veces en el piso y le dijo un secreto al chivo. El chivo se sentó como si fuera un hombre, y, así como Whoopi Goldberg se transformó en Patrick Swayze en la película Ghost, el chivo llamado Conejo se transformó en Kurt Vonnegut, pero sólo la cabeza.
"I love this body, hi ho", fue lo primero que dijo Vonnegut, e inmediatamente supe que era él.

"A mediocre mocking bird imitating the voice of a dead master, Dino Bonao should try and find his own voice. Vonnegut is dead, and it is a shame."
-The New Yorker.

Hippolyte, que así se llama el brujo, me explicó por 500 dólares el rito para ponerme en contacto con Vonnegut desde la tranquilidad de mi sótano en New York (el polvo blanco sí era cocaína). Además iba a ser muy fácil, Vonnegut estaría esperando. Sería imposible transcribir todo lo que hablamos, para eso está el libro, pero me dio un consejo útil para aquellos que, como yo, tantas noches de insomnio, han agarrado, por más de cinco minutos, un frasco de pastillas para dormir.

"I know everything about you,
and you, like every human being,
are a special being.
I know you have thought about suicide,
let me tell you something,
do not do it.
Eternity is like an infinite farm
full of pretty flowers,
strange animals
and peace;
but without Pall Malls,
chocolate
and sex,
it is fucking boring.
And the angels are like music cards,
singing the same song all the time,
very annoying.
Do not rush to come here,
sooner or later,
you will be here.
You are an unwavering band of light,
enjoy Earth and don't be afraid to look ridiculous.
Your soul is a masterpiece."

Así que pasé un mes sin salir de mi casa. Renuncié a mi trabajo con la seguridad del éxito que tendría el libro, sin equivocarme. En una de esas sesiones, Vonnegut dictaba, yo digitaba en mi laptop, tocaron el timbre insistentemente. Abrí la puerta, ahí estaba una figura triste, Favio, el vendedor de ollas.

"Perdón, pero tú me creaste. Estoy cansado de errar por el Bronx, nadie compra estas ollas. Por favor, mátame", me dijo.
"No, no te voy a matar, voy a hacer que te saques el Mega Million, podrás retirarte en una playa de República Dominicana", le dije cerrando la puerta, sintiendo lo que Dios, si pudiera sentir, hubiese sentido cuando acabó con el injusto sufrimiento de Job.

Sé que mis amigos piensan que la fama y el dinero me han hecho alejarme de ellos; también piensan, tal vez con razón, que simplemente me volví loco. Pero imagina a un hombre que ha descubierto lo que yo he descubierto. No tengo tiempo para nada. Vonnegut regó la voz y, todo el tiempo, de día, de noche, como en unos versos de Quevedo, vivo en conversación con los difuntos, y escucho con mis ojos a los muertos. Dedicaré mis años a darle al mundo esas geniales obras nunca escritas debido a la brevedad de la vida del hombre y que, sin duda, serán los nuevos clásicos. Tendrán mi nombre sí, y perdón, mi vergüenza ante esta usurpación me hace no dar entrevistas, esconder mi rostro debajo de un sombrero; pero también tendrán la calidad de Faulkner, de De Quincey, de Rulfo, de O'Brien, de Monterroso, de Poe, de Twain, de Stevenson, de Onetti, de Kafka... Ahora mismo estoy terminando una obra de teatro escrita por Shakespeare y Chejov, "A Place with Snow." Por cierto, Shakespeare sí escribió sus obras, todas.

miércoles, marzo 11, 2009

Oink


Desde este momento
Apago el cerebro.

Olvidaré la vergüenza
Los modales, la gramática.

Y en noches de luna alta
Buscadme en una pocilga
Entre puercas y estiércol.

martes, marzo 10, 2009

A dominican place by the Hudson

Día, sábado. Acontecimiento, cumpleaños prima. Lugar escogido por otra prima, Hudson Place, by the river. Clase de lugar, restaurant dominicano donde se bebe y se baila. Dirección, 134th y 12. Palabras dichas por uno de los invitados cuando supo del lugar escogido, Mierda, yo sabía.

Me vestí con unos Levi’s nuevos, por dentro dicen “These are a pair of jeans”, imagino que para evitar confusiones y uno no los use como capa. El atuendo fue completado con una camisa de cuadritos chiquitos azules y blancos, por fuera, a la medida, muy linda, y perdón, abrigo gris, un saco azul oscuro con parches de un azul más oscuro en los codos, por último mi sombrero de gala, marrón.

“You look so… I mean, you look very nice”, me dijo, deslumbrada, mi vecina franco-colombiana, que mejor gusto no puede tener, cuando nos topamos en el ascensor. Así que caminé hasta Morris Park con un vaivén de papi chulo y me subí en un taxi manejado por un dominicano, después de decirle que no a varios africanos. Ok. En el Bronx, con todos los taxistas africanos que me he montado he terminado frente al Cyclone, en Coney Island, siempre se pierden. Estoy cansado de tratar, por eso espero a un dominicano o a un boricua, llegan derechito.

Tiempo recorrido en el taxi, 12 minutos y un chin. Música escuchada en el taxi, Toño, en vivo. Pensamientos del pasajero en el taxi, ninguno. Canción coreada por el pasajero y el taxista, repetida par de veces, “Resitiré.” Lugar de nacimiento del taxista, Municipio de Juancho, Barahona. Temperatura en el taxi, perfecta. Temperatura afuera del taxi, 33 Fahrenheit, very cold. Estado de ánimo del pasajero, feliz, con muchas ganas de bailar y darse un jumo. Estado de ánimo del taxista, incierto. Palabras utilizadas por el pasajero al desmontarse, loco gracia, y cuídate. Palabras utilizadas por el taxista al desmontarse el pasajero, que goce mi tierra.

La fila debajo de la gigante estructura de hierro por donde pasa el tren me hizo recordar las filas en la Lincoln, en la Tiradentes, allá en Santo Domingo, para entrar a uno de esos sitios racistas y clasistas con nombres como “Praia”, “Loft”, “Hell." Los bouncers, dirigidos por “El Escogedor”, miran a cada persona de arriba a abajo, con mirada de dueño de casa hacia un primo de la mujer que vino de visita por un fin de semana y ya tiene más de 5 años durmiendo en el mueble de la sala, con gesto de te estoy haciendo un favor por dejarte entrar al mejor lugar de New York, que casi no tiene bares ni discotecas, a gastar 8, 9 y 10 dólares en cada trago full de hielo. Los caprichos están a la orden del día, “No, con esa camisita no puede entrá”, “You cannot come in with those boots”, “Si traen mujere lo dejamo entrá”, “Para entrá hoy tiene que tene una camisa verde clara.” Parece que mi aura de artista, de tipo cool, atrajo al Escogedor que se acercó y me preguntó, “Are you on the guests list?” “Sí”, le contesté, y sin comprobar me dejaron entrar al paraíso ante la mirada de admiración de la masa. "E que ese e el Enano de la Bachata", escuché a alguien decir.

Adentro estaba dividido en dos partes. El restaurant, cuyo olor a cosa friéndose, además de impregnarse en la ropa, anunciaba el buen sabor de la comida. La decoración, evidentemente, era minimalista y de buen gusto. La carpa, con dj y vejigas de todos los colores anunciaba varios cumpleaños, ninguno el de mi prima ya que la prima organizadora no reservó. Nos colocamos en el bar, lo más lejos posible de las bocinas que ya a las 11 habían reventado cuatro tímpanos. La bartender era una negra de casi 6 pies, posiblemente la mujer más bonita en el área comprendida entre Dyckman y el Lower East Side. La carpa estaba dividida en dos, VIP, con mesitas altas, y la zona plebe, con alambres en el suelo. La prima organizadora es una hermosa mujer, a la que ningún hombre le dice No; en cinco minutos todos teníamos pulseras VIP. Pagamos en el bar, y yo me despedí de mi compañera de baile acabada de conocer, que no tenía pulsera VIP, empujándola ligeramente con un “Chusma chusma chusma.”

Hora, 1:00am. Bachatas bailadas quemando, 21. Merengues de calle o de mambo violento bailados quemando, 33. Reguetones, 11. Salsas, 2. Canción bailada con más gusto por el grupo, Go shory, e tu cumpleaño, cambia esa cara, e tu cumpleaño, vámono pal party, e tu cumpleaño, el party e una mierda pero e tu cumpleaño. Por ciento de parejas que bailaban bien, 98.5. Por ciento de mujeres dominicanas bonitas con cuerpazos, 97.9. Un carajo con cara de haberse graduado por correspondencia de Gerente Dominicano de Discotecas hacía rondas alrededor de las mesas y de los bailadores. Su misión era acercarse a varios hombres, tal vez al azar, y hacerlos sentir mal para que disfruten por completo la velada y regresen. La diferencia entre un Gerente Dominicano de Discotecas y otro señor con el mismo título o profesión, pero de otro país, es que mientras los Gerentes de Discotecas de otras nacionalidades tratan de sonreír siempre, brindar tragos y hacer que todos los clientes la pasen bien, el Gerente Dominicano de Discotecas parece no estar divirtiéndose, de hecho, tiene la cara como un machete, como si le hubieran untado mierda en el bigote, y da la impresión de estar molesto y ofendido porque el lugar está lleno de gente consumiendo.

“Abotónate lo botone de la manga de la camisa”, le dijo a uno.
“Deja de bailal como un maricón”, le dijo a otro.
“¿Quién te dejó entrá con eso pantalone rojo?”, le dijo a otro, hizo una seña a un bouncer y sacaron al infeliz.
“Quítate el sombrero, aquí adentro no se puede tar con sombrero”, me dijo a mí.

Otra atributo del Gerente Dominicano de Discotecas es que sólo le molesta lo que hacen los hombres. A las mujeres no les dice nada.

“Que te quite el sombrero te dije.”

Otro atributo del Gerente Dominicano de Discotecas es hacerte recordar por qué coño no vas a los lugares de dominicanos del alto Manhattan. Y es que a los dominicanos nos gusta que nos maltraten, que nos hablen mal; a los dominicanos nos molesta la decencia y el buen trato; para de una vez, como Alfonso Reyes, decir palabras fatales, los dominicanos somos masoquistas. Por eso el programa con mayor audiencia en mi querida Quisqueya es “El Gobierno de la Mañana”, un programa con un nombre autoritario donde cuatro patanes arrogantes, agentes conocidos de las cuatro esquinas del Dark Side, atropellan e insultan a los oyentes con cada comentario, con cada llamada. Por eso el problema energético va para medio siglo y los apagones continúan como el primer día y la gente continúa pagando una factura eléctrica cada vez más alta. Por eso en las pésimas comedias de la televisión, y en la vida real, sigue ganando la policía. Por eso los políticios roban y roban y roban y el pueblo vuelve a votar por ellos.

“Que te quite el sombrero te dije.”
“¿Y por qué me tengo que quitar el sombrero?”
“Porque e regla de ete sitio, aquí no se puede tar con sombrero.”
“¿Pero por qué?” le preguntó mi prima, agarrándome del brazo al notar la inminencia de mi partida.
“Linda, e que una vez un negro entró con una gorra y debajo de la gorra tenía un puñal y le dio muchísima puñalá a otro negro y desde esa noche prohibimo los sombrero y los negro”, explicó el muy bestia, con ese sentido de justicia fascista de castigar a 99 inocentes por un culpable, que escapó.
"Pero a mí me han revisao cada vez que entro de fumar."
"Claro, una vez un tipo se revisó cuando entró y depué salió y un amigo le dio una pitola y entró y le dio cuatro tiro a otro tipo y a una muchacha."
"Pero a mí me revisaron hata el bolsillo chiquito del jean."
"Claro, una vez un tipo entró con una pitolita de esa que sólo cogen una bala y le dio un tiro en una oreja a una muchacha."

A pesar de los ruegos de mi prima, que gracias a sus grandes ojos marrones consiguió el permiso del semidios, digo, del Gerente Dominicano de Discotecas, para yo usar sombrero, decidí irme de un lugar donde el piso parece estar acostumbrado a chupar sangre.

Afuera sentí el frío del Hudson. También sentí rabia hacia esos Homo dominicanus haciendo fila para ser maltratados, para entrar a un lugar donde posiblemente se les pegue un tiro, y pagando. Quise gritarles, "Mi gente, no se dejen tratar como vacas coñazo"; me subí en el primer taxi que pasó.

Nacionalidad del taxista, iraní. Dirección dicha por el pasajero al taxista, West 4 and 7th Ave, West Village. Tema de conversación entre el pasajero y el taxista, las diferencias entre el Torah, la Bibila y el Corán. Palabras dichas por el taxista que hicieron pensar al pasajero, the big difference is we muslims respect Jesus and Moses, but christians and jews do not respect Muhammad, praise to Alah.

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