miércoles, agosto 18, 2010

Komodo Dragon


Llegaron las noches de las sillas en la vereda, como diría Roberto Arlt, si caminara por las aceras del Bronx. Por suerte para él murió lejos de este zoológico exclusivo para animales feos que, por mala suerte para el medio ambiente, no están en peligro de extinción, como el adorable Dragón de Komodo; pero es cierto eso de que las noches están empezando a ser más frescas, y la brisa definitivamente está ganándole a la humedad en el jueguito de Piedra, Papel y Tijera.

En la galeria de una casa bronxiana ven la vida pasar un hombre de 49 años, sin camisa, con una barriga que debería estar vetada de la más mínima exhibición pública, dotada de una concavidad donde se puede escribir REPÚBLICA DOMINICANA con un crayón negro, y sobra espacio para Haití; otro hombre de 43, ciudadano de New Jersey, cuya idea de vacaciones es pasarse dos semanas en un sótano del Bronx comiendo más que la perrita de Papo, que todomundo sabe que explotó; otro hombre de 41 del que no diré nada, secretamente lo odio.

-No hace tanto calor no.
-Y no hay humedá.
-Allá en Bonao no hay humedá.
-Y nunca hace tanto calor como aquí.
-Ni tanto frío.
-Ni
-Children, children, you are both awful.

Las próximas palabras iban a ser el comienzo de un chisme, pero un helicóptero de la NYPD pasa bien bajito, el ruido se sienta por un momento en las piernas de los hombres, una luz intensa alumbra la calle hasta la injusticia. El helicóptero se detiene como a dos cuadras.

-¿Y QUÉ PASA?
-DEBE HABERSE ECAPAO UN LOCO O UN MONO.

Fiel a la curiosidad caribeña, uno de los hombres se para, any one, it could be any one; Compay Morbo lo aconseja ir a ver what the fuck is going on, tal vez tiene suerte y es testigo de algún asesinato, un negro al que le pegan 54 tiros. Más puede la pereza, y después de mirar a todos lados, para disimular su mal juicio, se sienta otra vez. Por suerte para el chisme el helicóptero se aleja para los lados de Pelham Bay.

-Jum, parece que tan fumando de la buena de nuevo.
-Eso e a cada rato.
-A cada rato.
-Ya yo le dije a la vecina.
-Yo también, me dijo que ella cree que e el boricua de lo tatuaje.
-Pero claro que e él.
-Yo lo he visto
-Children, children, you are both awful.

Pero, por favor, Señor Juez, Señores del Jurado, ustedes deben entender que a pesar de que estos hombres tienen viviendo en Estados Unidos más de 20 años, donde fumarse una yerbita, ante los tantos vicios de Babilonia, no debería asombrar al más puritano de los republicanos, son zombies que pululan por la vida registrando un pensamiento trascendental, humano, cada década, y eso si se esfuerzan. Todo lo que hay en esos cacos es pelota, bachata, mangú y fantasías animadas de ayer y antes de ayer, y, a pesar de que estos elementos son buenos en dosis moderadas, mi querido hermano, entrañable compañero de bandera tricolor, todo en extremo hace daño.

-¿Y cuántos novio e que tiene esa colombianita?
-Uy, eso ni se cuenta.
-Siempre viene como con uno diferente.
-Anoche vino como con un moreno caco pelao.
-Ante de anoche llegó como tocando bocina otro moreno.
-El domingo la encontré comiéndose como con otro moreno.
-El sábado llegó como borracha como a las 3 y 13 de la mañana como con dos morenos.
-Children, children, you are both awful.

Y si entendí algo en mis clases de doctorado en Sociología y Psicología, y si mis profesores estuvieron correctos en darle una A+ a mi tesis "Bored men not getting pussy make good gossipers, should they be stoned?", puedo inferir que los hombres aburridos, que no agarran aunque sea un toto a la semana, son muy chismosos. Estoy hablando de aquellos que les gusta hacer auditorías a sus vidas, comprender que no recuerdan la última vez que una mujer desfallecía en sus brazos, desnuda, puta y feliz, y que no hacen nada para remediarlo. Algunas veces pesan sus logros personales en una balanza demasiado sincera, cosa que no debería intentarse nunca si uno no se apellida Shakespeare (Marlowe), o Pasteur, o Mozart, o Curie, o Marlowe (Shakespeare); y claro, cuando se dan cuenta de que nunca alcanzarán lo que sueñan, que no importa las veces de varios números del Mega Million, ese boleto no caerá en sus manos, ¿qué les queda? Demasiado cobardes para pegarse un tiro o beberse un venenito, prefieren cometer el más terrible pecado que pueden cometer los caballeros, levantar falsos testimonios, tratar de vivir la vida de los otros, sus prójimos, esos que deberían amar, como escuchan cada domingo cuando acompañan a la madre de 80 años a la iglesia católica en White Plains Road. Pero, por favor, Señor Juez, Señores del Jurado, una pupila menos iracunda, es muy probable que ni siquiera se amen así mismos.





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