viernes, febrero 26, 2010

Heaven can wait


Sobreviviente de una hemorragia cerebral
Y de la última película de Lars von Trier
Ahora la disfrutamos con Beck
Go girl.

jueves, febrero 25, 2010

Massimiliano Sforzi by Flann O'Brien (translation)

Todo esto es también a propósito. Mi punto real es que hoy celebramos el quinto centenario de Massimiliano Sforzi, doyen florentino de los dentistas medievales. Compinche de da Vinci y Miguel Ángel, confidente de Cellini, arquitecto de cloacas de los Medici, él era ingeniero, fabricante de pelotas, violinista, consultor de alcantarillas, pintor, cercador, escultor, dentista, barbero, cirujano, herbalista, bon-vivant, pionero del drenaje arterial, tenor, boxeador, y cualquier cosa más que usted pueda pensar. Él inventó, perfeccionó, y se llevó a la tumba, una ciencia extraordinaria que le permitía remover dientes, repararlos, y ponerlos para atrás de nuevo. Los viejos archivos demuestran que el proceso era bastante indoloro, y que los dientes eran reasentados en las encías con una precisión que engañaba al ojo.

Era inútil ir donde Sforzi y quejarse de un simple dolor de diente. El lote completo tenía que salir, y eran colocados para atrás solamente cuando cada defecto, no importa lo invisible e insospechado, había sido detectado y remediado. La clase alta tenía todos sus dientes extraídos anualmente para limpieza, como una cuestión de buena crianza e higiene- algunos excéntricos semanalmente. Personas excéntricas con sus animales llevaban sus caballos, perros y gatos para un desdentado periódico en los viejos talleres en la Piazza dello Pidocchio, y partían sin pensarlo con honorarios salvajes. Ya sea que uno fuera una dama, un libertino o un bayo castrado, ser visto ocasionalmente edentato por un día era reconocido como un signo de alta alcurnia.

A Contretemps
Los archivos cuentan de un extraño asunto ocurrido hacia el final de la vida del maestro. Él había pasado un día ocupado en su chirurgia. Al caer la noche había removido de hombre y bestia un total de algunos 2000 colmillos, cada boca separada arreglada en bandejas numeradas sobre una vasta mesa. Él se retiro entonces por el fin de semana hacia la villa de su amigo Lorenzo, donde, parece, Miguel Ángel y da Vinci habían planificado un cuatro. El domingo la desordenada caseria, mucho peor por el vino, entró en la cirugía y se embarcó en borrachas operaciones de barrer. Lo que pasó puede muy bien ser imaginado. Ahí se fue la mesa, y para abajo sobre el suelo sucio cayeron los dientes como una lluvia de pesado granizo. Viendo lo que había hecho, la ramera se metió en miedo y llamó a su esposo y a sus hijos. Los cuatro se pusieron a trabajar, y después de varias horas tenían las bandejas de nuevo sobre la mesa, con una justa selección de dientes en cada una. Tu verdadero florentino todavía relatará la secuela como si hubiese pasado el otro día. Las versiones pueden diferir, pero el mismo absurdo dénouement es encontrado en cada una. Cosas muy extrañas fueron vistas el día siguiente. Una bailarina de the follies, saludando a un viejo general, se asombró al encontrar a sus propios marfiles deslumbrantes centelleándole embrujadoramente debajo de los bigotes marciales. Un ídolo de matinée involuntariamente confrontó a sus admiradores con una boca llena de planos oblongos amarillos que habían evidentemente en sus tiempos masticado innumerables cantidades de heno seco. Un amante de caballos de raza, abriendo las mandíbulas de un enérgico Árabe para evaluar su edad, se asombró al encontrar el inconfundible gruñido de su rica tía.

El viejo Sforzi quiso pasar la cosa como una broma, pero sobre su cabeza cayeron muchas maldiciones, emitidas distorsionadamente a través de dientes extranjeros. Él murió pronto después de esto, algunos dicen que de un corazón roto.

sábado, febrero 13, 2010

Paperboy

Cuando leí el mail donde me invitaban a la Conferencia-Entrenamiento Nacional de Ventas pensé en un error. Apenas tenía tres meses en la compañía y por las caras de asombro del Gerente y mis compañeros esclavos asumí que era un honor muy grande y que ninguno de ellos había sido invitado antes.

Es un evento anual de 5 días, usualmente en una ciudad que uno no visitaría, a menos que quiera suicidarse lejos de familiares y conocidos, donde van los mejores vendedores a nivel nacional a escuchar a los mejores vendedores de hace veinte años, y que ahora brindan sus conocimientos, sus experiencias a aquellos que en un futuro harán lo mismo cumpliendo con el ciclo sagrado de una vida no alarms and no surprises para humanos con un impecable reporte de crédito por pagar a tiempo una hipoteca.

El Gerente llamó para confirmar. No, no mistake. Quedaba un lugar y la VP del área me eligió por mi encantadora sonrisa con hoyitos en las mejillas y mi charming personalidad de los viernes, además de que yo hablo cuatro idiomas cree ella porque me escuchó cantando "Mosa de cuerpo dorado del sol de Ipanema que se ha levantau como ete poema la cosha má linda que yo vi pashar", y una tarde, moviendo mucho las manos, le dije a una viejita italiana, a la que nadie entendía porque no estaba hablando ningún idioma terrestre, "Prosima vei traere identificacione questa evitare piccolo equivoci senza importanza"; además que rompí el record para conseguir las licencias de broker de la ciudad; además ella es irlandesa y la noche que todo el distrito se juntó a celebrar el cumplimiento de la meta del cuatrimestre hablamos muchísimo, gozó muchísimo cuando le recité "When life looks black as the hour of night, a pint of plain is your only man", y me dio una bola a mi casa a las 3 de la mañana; creo que mi sótano sin muebles despertó en ella ese instinto maternal que hace a las mujeres vestidas de fiesta meter las manos en un tanque de basura para recoger un gatico con sarna.

Después del orgullo, del gozo puro de la vanidad, del reconocimiento, llega el significado verdadero de lo que es pasar cinco días con sus noches en alguna ciudad cercana al lugar donde nació Bush, escuchando a unos tipos hablando de sus vivencias como vendedores, con algunos acentos en Power Point. No sólo eso, dos viajes en avión, bregar con aeropuertos. No sólo eso, una hermosa mujer que nunca he visto desnuda quería visitar Nueva York precisamente esa semana. Ah fuck, cuánto me gustaría tener la gripe del cerdo, pensé antes de subirme al taxi que me llevaría al Kennedy.

El hotel quedaba en el centro, o eso me pareció. De una vez supe que mis prejuicios no me iban a dejar disfrutar la ciudad. Me sentí más enano de la cuenta entre edificios colosales, calles robustas, sombreros de vaquero que no podían ocultar la obesidad de unos humanos que todavía juran y perjuran que a Kennedy lo mató un loco viejo desde una ventana que hoy en día representa el único lugar cultural de la zona, si no contamos los bares inmensos dedicados a la fritura de vacas enteras y al Air Hockey.

¿Para qué hablar de los cursillos de ventas impartidos por hombres elocuentes que si hubiesen nacido en otra época hubiesen sido líderes de los Black Panthers o del Klu Klux Klan; de las ceremonias de premios donde los premiados parecían poseídos por un espíritu hitleriano adicto al Red Bull y con los mismos deseos de invadir a Polonia? Mejor hablaré de una noche en el bar del hotel. Las dos de la madrugada. Todos los vendedores durmiendo. Apenas yo, un hombre de ojos azules y varias mujeres con peinados llenos de orquetillas de los 80, tristes, le hacíamos compañía al bartender que miraba el Superbowl entre los Giants y los Patriots. Sonaba Conway Twitty o Kenny Rogers.

Hi, I'm Jake, me dijo.
Hi, I am Juan.
Nice name, me dijo, y le agradecí que no hiciera un chistecito de Juan, Two, Three, o Juan on Juan, o A million to Juan. Are you a salesman?
Well, you can say I am, le dije.
I was in sales once, when I was 12, a paperboy down in Amarillo.

El hombre de ojos azules, sin quitarle la vista a su vaso de bourbon, me dijo que de niño todos los días se levantaba a las 3 de la mañana a buscar los periódicos, y los entregaba casa por casa, hasta las 7 y media de la mañana, y de ahí para la escuela. Todos los días, todas las estaciones. Y los días de cobro, en la tarde, casa por casa con un sobre con la cuenta, usualmente unos pocos dólares. Pero uno de sus clientes empezó a dejar de pagar, 13 semanas. Please don't cut me off, le decía, I'm gonna pay you. Y el niño creía. Pero un día vio un camión de mudanza en la casa del hombre, y varios hombres sacando muebles. Entró, preguntó, y habló con el jefe de los mudadores. Este se indignó y llamó al malapaga. Entre palabras que no entendí entendí que entre el jefe de los mudadores y el malapaga se armó una discusión, You have to pay, I already paid, If you don't pay this kid right now I'm gonna beat the shit out of you, amenazó el jefe de los mudadores y cumplió su palabra. Pelearon hasta que el malapaga fue estrangulado por las manazas del jefe de los mudadores.

So, that was my experience in sales, me dijo el hombre de ojos azules, a man died and another one went to jail for Life. Y yo, all of a sudden, me sentí tan lejos de mi querido Nueva York.

sábado, febrero 06, 2010

Baton Ballet


Y somos 20 niñas
y estamos ensayando
y suban esos pies
levanten esos brazos.

Y somos 20 niñas
y estamos ensayando
y escuchen el tambor
no tenemos piano.

Y somos 20 niñas
y estamos ensayando
y muevan las batutas
con mucho entusiasmo.

Y somos 20 niñas
y estamos ensayando
y escuchen esas madres
la calle va cantando.

Y somos 20 niñas
y estamos ensayando
y ahí viene ese camión
ay virgen qué frenazo.

Y éramos 20 niñas
y se acabó el ensayo.

As it was written, by Anne Sexton (translation)


Tierra, tierra,
montando tu tíovivo
hacia la extinción,
derecho a las raíces,
espesando los océanos como salsa,
ulcerándote en tus cuevas,
te estás convirtiendo en una letrina.
Tus árboles son sillas torcidas.
Tus flores gimen en sus espejos,
y gritan por un sol que no use una máscara.

Tus nubes visten de blanco
tratando de convertirse en monjas
y le dicen novenas al cielo.
El cielo es amarillo con su ictericia,
y sus venas derrama en los ríos
donde los peces se hincan
para tragar pelos y ojos de chivo.

En conjunto, yo diría,
el mundo está estrangulado.
Y yo, en mi cama cada noche,
escucho a mis veinte zapatos
conversar sobre eso.
Y la luna,
bajo su capucha oscura,
cae del cielo cada noche,
con su hambrienta boca roja
para chupar mis cicatrices.


Portrait by Terry Brown-Davidson

miércoles, febrero 03, 2010

a verb is the word


Yo te ateto
Tú me ateta
Nosotros nos atetamos.

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