sábado, febrero 23, 2013

On the Artist by Flann O'Brien


Parece que debo continuar mi pequeña guerra contra cierto apóstrofe. Un sábado o dos atrás tuvimos al Sr Edward Sheehy escribiendo en el Irish Times sobre el libro de Harry Levin sobre James Joyce. Dos veces tenemos una referencia al 'Finnegan's Wake'. ¿Qué tan a menudo debo poner en claro que esto no puede ser? El título del libro es 'Finnegans Wake', y no hay apóstrofe.

'La naturaleza de la situación contemporánea', el crítico dice, 'no está clara, ni aquí ni en ninguna parte; menos aquí, debería decir, que en ninguna parte. Y cualquier intento tiránico para aclararla, obligándola, en teoría, a asumir un patrón ideológico particular, la hace todavía menos clara. Si vamos a aclarar algo en absoluto, debemos hacerlo aprendiendo del artista que ha sufrido sus contradicciones, inanidad, deshonestidad y futilidad en sí mismo.'

Ah, esto tampoco puede ser. Imagine a cualquiera leyendo al Sr Joyce para aclarar la situación contemporánea - o para aclarar cualquier cosa! Uno debería recordar que los grandes logros artísticos en tiempos medievales eran hechos por gentes que se consideraban decentes trabajadores, gentes que simplemente no sabían hacer un trabajo mal. Los domingos se ponían sus mejores ropas e iban a la iglesia. Hoy en día tu "artista" es un neurótico imbécil, él tiene el atrevimiento de discernir en su propia demencia el patrón de un caos universal y no es coincidencia que la mayoría de sus libros son sucios y tienen que ser prohibidos. Sea cuidadoso con la 'cultura', lector; con el 'arte' y los 'artistas' sea cuidadoso y aprensivo; sepa que las palabras 'cultura' y 'arte' no significan lo que significaban. Un gran peligro es este: si admitimos que un artista es necesariamente neurótico, muchas pobres almas neuróticas pensarán que deben ser artistas.

Una verdadera percepción estética es parte del equipo esencial de la humanidad y cuando hoy en día uno conoce a un muchacho de camisa rara que berrea disparates sobre 'arte', uno ve de una vez que es un tipo deficiente, alguien que ha retrocedido a la forma primitiva. El instinto de la belleza está altamente desarrollado aun en los animales. Las gallinas, por ejemplo, son expertas en las artes plásticas y pueden producir obras de arte que no solamente son impecables en diseño y delicadamente coloreadas, sino comibles. La abeja produce - aunque por un proceso que parece innecesariamente complejo- una exquisita y nutritiva mezcla amarilla, perfectamente empacada y lista para el mercado. Yo no encuentro, sin embargo, que ni la gallina ni la abeja, por razón de mera maestría de una particular forma de arte, claman tener derecho para aclarar la situación contemporánea. La verdad es, claro, que tal aclaración no es posible, ni la palabra 'contemporánea' tiene ningún significado. La esencia de la vida no varía de un siglo a otro, la vida misma significa reproducción y repetición; pensar lo contrario es confundirla con las vasijas temporales que muy temporalmente la contienen.





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