domingo, julio 24, 2011

I know that you were too good

Desde que se supo sobre la muerte de Miss Winehouse, el Fakelook se llenó de not so heartfelt RIPs. Mucha gente linkiando Rehab y Back to Black. Algunos se permitían status con agudezas como No More Rehab for Amy y otras boberías bestiales, como exclamaría Quevedo. Yo, la verdad, me puse muy triste. Y, como ya paso la cuarentena, inmediatamente me di cuenta de que era una tristeza genuina, como la sentida por la muerte de un amigo querido, o de un familiar querido que no pide dinero prestado. De hecho, me sentí más triste que la vez que me dijeron que un primo mío, al que podríamos llamar Rubén, había muerto en un accidente de tránsito en la ruta Bonao-Santiago. Falsa alarma: Rubén no había muerto nada, ni siquiera se había roto las piernas.

Desde el primer momento que escuché a Miss Winehouse me enamoré de ella. You know that I'm not good, cantaba, y yo supe que muy posiblemente ella era demasiado buena. Vi sus videos y presentaciones en vivo, enamorándome más. Era un amor verdadero, que continuó a través de sus intoxicaciones y escándalos por TMZ. La veía fumando crack, y cerraba la ventanita. Mi amor se mantuvo firme a pesar de las fotos de su deterioro con dientes menos. Mantenía la esperanza de que volviera a mí, tal vez media gordita, tal vez sólo adicta a la yerba. 

Sé muy bien que, como la gran mayoría de los amores, mi amor era un amor egoísta. Sólo la amaba por su arte. Sólo la quería viva para que sacara otro cd. Para mí sus canciones son un ejemplo perfecto de que Girondo tenía razón: "El amor no es un narcótico exclusivo para los imbéciles". La voz y las letras de Miss Winehouse satisfacen la parte emocional así como la parte intelectual, heart and soul, del ser humano que no tiene el cerebro de una quinceañera; tan diferentes a cualquier dos por dos despachado por Michael Bolton o Ricardo Arjona, ahí están, todavía vivos, fatigando la infamia, esos mamañemas.

Y como en un film de Bergman o de Woody Allen, me hubiese gustado hablar con la Muerte, desafiarla a un juego de dominó, en ajedrez o rummy me gana de seguro. Le hubiese rogado que en lugar de Miss Winehouse, se llevara las tres primeras filas, y a todo aquel individuo involucrado en la música norteña o Tex Mex, presentes en cualquier premio Lo Nuestro o Grammy, el gringo y el latino. Claro, hubiese intercedido por Prince Royce y Juan Luis Guerra, of course. 





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