viernes, octubre 21, 2011

En Rosario no se encuentra droga, pero en Buenos Aires sí (Part VI)



El viralata, perdón, el perro callejero de Rosario es un animal digno y en salud. En el diario recorrer su hábitat nunca ha sido amenazado o herido por los humanos. En su entendimiento de animal libre se le ha hecho bien claro que los humanos son sus benefactores que hasta un monumento erigieron en su honor en el Parque Independencia, que lo acarician suavemente, especialmente las muchachas en el Parque España, y que lo alimentan sin probabilidad de envenenamiento: embellece las entradas de los restaurantes frente al Paraná. Se acerca a ti acortando la distancia con postura de igualdad.

Perro Callejero Rosarino: Buenas noches, ¿cómo está usted? Nunca lo había olido antes en nuestra hermosa Rosario, ¿es usted extranjero? Sea bienvenido, caminemos juntos hacia su destino. Imagino que va al Jekyll and Hyde o al Iván Rosado. Sí, claro que puede pasarme la mano por la cabeza. No, no se preocupe, ya he sido alimentado.

El perro callejero, perdón, el viralata dominicano es un animal cobarde y en los huesos. Es constantemente amenazado y herido por los humanos en el diario recorrer su hábitat. En su entendimiento de animal libre se le ha hecho bien claro que los humanos son sus enemigos que lo odian a muerte sin razón, que lo apedrean duramente, especialmente los hombres hasta en el Parque Independencia, y que si lo alimentan existe una alta probabilidad de envenenamiento: afea las entradas de los edificios de apartamentos. Se acerca a ti manteniendo la distancia con postura de esclavo.

Viralata Dominicano: Saludo, ¿cómo tamo? Yo siempre lo veo por aquí y uté siempre se abaja a cogé una piedra pa tirámela o si me agarra durmiendo cerca de su Toyota me echa agua bien fría o me da una patá en el epinazo... ¿Puedo comeme esa basura que huele como a salami? ¿No? Ta bien ta bien ta bien ya me voy no tiene que auuuuuuuuuuuuu...





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