lunes, octubre 10, 2011

V Feria del Libro Dominicano at Boricua College

  

Domingo 11am. Como no estaba resacado, y había dormido mucho, y quería comerme alguna sorpresa, y el día estaba precioso, y varios amigos estaban allá, y el vecino boricua empezó a construir una casita para su labrador, y mi hermano no estaba cocinando paella, y no tenía internet, decidí arrancar para la Feria del Libro Dominicano en el Boricua College por Broadway y 157.

Todo aquel que ha ido a cualquier actividad, puede ser de literatura, de medicina, de agricultura, de mueblería, patrocinada por el gobierno dominicano, sabe muy bien que va a tener que soportar un proselitismo nauseabundo e irrespetuoso. Y claro, esta feria no me decepcionó. 

Lo primero que uno se pregunta entrando a la feria es, ¿quién diseña el afiche? Lo segundo es que deberían cambiarle el nombre. Pueden dejarle Feria (concurrencia de gente para comprar animales, géneros o cosas); pueden dejarle el gentilicio, los organizadores y el público en su mayoría somos dominicanos, no como la literatura de la diáspora; pero quítenle Del LIbro, porque es del libro como cosa física, pero no por contenido. La Literatura Dominicana, Poesía, Narrativa, de eso no hay mucho. He aquí algunos libros, es decir, hojas unidas y numeradas y encuadernadas juntas, que vi:
Especiales y descuentos
Parecía un dia de juicio
En el centro comercial
Que anunciaba un especial 
Y otras ofertas al inicio...

Otra cosa te ataca, ahora le toca al oído, la música a todo volumen. Y no importa si es Serrat, o Pepe Pepe Pepe, o Vakeró, o Danny Rivera, no entiendo por qué coñazo tiene que haber música de fondo. En las Ferias del Libro de otras naciones la gente tiene paz para hojear un libro de poemas y comentar alguno con su pareja o amigos. Interesarse en ese cuento de ese escritor que no conocía. Pero en esta Feria uno toma un libro de todos los escritos de Bosch para ver si aparece un joya desconocida, y tiene que dejarlo sin entender una palabra porque el cuerpo se está moviendo solo, y el cerebro lo único que ordena es que uno abra la boca, y cante a viva voz, qué mujer tan chula, esa que yo tengo, que siempre me paga, lo que yo me bebo... Así es que bailando me acerco al origen de la alegría, y me zambullo sin vergüenza en la clase de folklore y baile que imparte Xiomarita Brinca, una señora adorable como de 100 años y mucho conocimiento, sobre el merengue, la bachata, el son. Aquí me gané un amuleto del folklore por bailar bien merengue pri pri y contestar correctamente la pregunta, ¿cuándo es que se debe dar vueltas bailando merengue?: Cuando dejan de cantá.

Parece que la Literatura Dominicana no es para nada popular, es demasiado débil para llenar los espacios abiertos y las aulas de una universidad pequeña, necesita refuerzos, contrapartes de otras ramas de la cultura dominicana, a saber, la música y la magia. Otra de las actividades de la feria era la presentación, par de veces, del mago dominicano Tommy Show. Si por lo menos el Sr Tommy Show hubiese pedido de voluntario a uno de los escritores u organizadores presentes, zerruchándolo por la mitad, y que, como en una película de Roy Andersson, la magia no funcionara, y el Sr Tommy Show hiciera caso omiso de los gritos del voluntario, entonces entenderíamos esta manía de traer artistas que nada tienen que ver con la Literatura a estos eventos literarios. Nunca he visto a un poeta leer un poema en medio de un maratón de reggaetón (por suerte para los poetas, que nunca tienen seguro médico).

Al final de la tarde entré a la conferencia sobre la literatura de la diáspora porque era organizada por la querida Farah Paredes, y los queridos Arturo Victoriano y Miguel De Mena eran panelistas, o como sea le digan al que hable en esas cosas, aunque sea vía Skype. Entre las preguntas estaban:





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