jueves, mayo 03, 2012

behind the picture


Tengo un amigo que, como todo caballero en cualquier época, no cree en la flagelación del cuerpo si no en la del alma. Él prefiere aplacar sus culpas con una penitencia mucho más terrible que el látigo en la espalda: abstención de pequeños placeres y comodidades. Tal vez en una vida pasada fue un asceta primo segundo del Dalai Lama, the 8th.

Mi amigo, crítico acérrimo, es vegetariano, todo le sabe a mierda; también hace mucho turismo interno en nuestra media isla; le gustan especialmente los pueblos sucios y fronterizos, con calles sin asfaltar y cables eléctricos sin electricidad, donde un inodoro está tan a mano como un político dominicano que no sea un ladronazo. 

Creo que subió el Pico Duarte, varias veces, para someter su espíritu a esa sensación sin nombre, mil veces peor que el ennui inglés, que se sufre al alcanzar la cima dominicana, mirar el busto de Duarte y comprender que en algún momento hay que empezar a bajar luchando intensamente contra la tentación de arrojarse al Filo de la Navaja, que así se llama un precipicio por esos lares de Dios.


¿Dónde fue esta foto?

En Puerto Escondido, en la Sierra de Bahoruco. No tiene puerto el pueblo.

Mucho escondido y poco puerto. Sierra de Bahoruco, suena mítico esa vaina; ahí puede haber ciguapas y selenodontes. ¿Qué hora eran?

Como las 5 de la tarde.

Y sólo dos niños y un hombre en la calle entera.

Rush hour.


Picture by Maurice Sánchez.





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