jueves, febrero 23, 2012

El Sombrero de mi Abuelo


domingo, febrero 19, 2012

Palabra Pura, Feb 2012: Juan Dicent


sábado, febrero 18, 2012

The new Lovings

If you go from Huron and Clark
To East Wacker Drive
You will walk until finding Michigan Ave
And surely you will turn right.

Maybe it will be snowing a little bit
Everybody will quickly pass you by
Try to conceal that annoying bewilderment
Of the tourist
Try to avoid being a nuisance to those people
Going home to meet their loved ones
Even if they are dogs, cats, lizards or snakes.

Look at that
CD Peacock says that Mrs Lincoln
Used to buy her jewelry in that store
Maybe a cheap silver ring
Maybe a cheap silver brooch
Maybe a cheap silver chain
After all
She was honest Abe's wife
What is that shining stone Mary Todd?
Take it back
Take it back
Take it back.

You will keep walking my friend
Until you bump into a giant Marilyn
Go ahead
Fulfill your childhood dream
Of looking under her dress
You will also see a building
With the name Wrigley on it
Chewing gum
Chewing gum
Chewing gum
The Cubs.

Look around you
Architects of the midwest
Cross the lake Michigan
Try not to read that sign 
Held by that homeless man
You read it?
The mother is sick in the South?
The hunger has broken his mouth?
Throw some coins in the air and walk away
Everybody does it anyway.

Then your eyes will find Navy's Pier
That interracial couple in front of you
Will make you think of a familiar word
MISCEGENATION
You will remember those old Lovings
She was black
He was white
They were in love
They lived in Hell
I mean, Virginia.

But luckily for these new Lovings
It is the 21st century
But luckily for these new Lovings
They are in downtown Chicago
And downtown will not give a fuck
And downtown will leave them alone.

It is only human to feel a little envy
As they hold each other 
Seeing hope 
In the shape of that very bright Ferris Wheel.

jueves, febrero 09, 2012

A very useful she-goat (scandinavian paganism)


Entonces preguntó Ganglere: ¿Qué tienen los guerreros en el Valhalla para beber que sea tan abundante como la comida? ¿O ellos beben agua?

Har contestó: Esa es una pregunta maravillosa. ¿Supones tú que Odín invita reyes, nobles, u otros grandes hombres y les da a beber agua? Esto yo sé, que muchos que van al Valhalla pensarían que están pagando un alto precio para beber agua -los hombres, es decir, que han muerto de heridas y dolor. Pero puedo decirte otras noticias. Una chiva, por el nombre de Heidrun, se para en el Valhalla y muerde las hojas de las ramas de ese famoso árbol llamado Lerad. De sus tetas corre mucho mead (miel fermentada) que ella llena una vasija en el salón de la cual los cuernos se llenan, y la cual es tan grande que todos los guerreros tienen toda la bebida que quieren.

Entonces dijo Ganglere: Esa es una chiva muy útil, y un árbol excelente debe ser ese del cual ella se alimenta.

Casandro


Nadie quiere ser soñado por él. Fiel heredero de Casandra, siempre lo soñado es una situación desagradable para el invitado onírico; a severe discomfort, diría De Quincey, o Saki. Señores, veamos el precedente: Casandra, loca de remate, despertando a los troyanos voceando desgracias desde que cantaba el gallo... Me soñé con muchos bajeles llenos de belicosos griegos... Me soñé con un caballo de madera grandísimo... Me soñé que sólo se salvará un carajo llamado Eneas... No sé cómo no la mataron ahí mismito, una época tan buena para estrangular a alguien y decir que fue Apolo.

"Me soñé con Fauto, tenía la boca hinchá y me abría lo brazo pidiéndome dinero pretao...", y dos días después Fausto sufría un aparatoso accidente en la carretera de Santiago a Bonao, acabadito de llegar de Nueva York. Adiós vacaciones. Adiós infidelidades con menores. Adiós molares. Adiós colmillos. Hola Clínica Corominas. Los primos tuvimos que hacer una colecta de 100 dólares cada uno para los gastos sí previstos.

Anoche se soñó conmigo. 

sábado, febrero 04, 2012

Esbjerg, er noerved kystten


Bonao a la capital de 17 años. Nunca había estado lejos de mi familia; no sabía lo que era no tener ropa limpia. Poco a poco los pantalones, las camisas, las medias y los pantaloncillos se fueron acumulando en un rincón hasta que mi habitación empezó a oler a cueva.

Yo vivía en una pensión de la calle Las Damas, 75 pesos al mes; la pensión de Doña Niña, una vieja con un solo diente, muy fea, y muy amable mientras no te atrasabas con la renta. Yo me pasaba el día entero en la universidad, no quería regresar a esa habitación con esa camita sándwich sin sábanas, con esa estufa eléctrica de una hornilla, con ese abanico de mesa. Salía cuando cerraban la biblioteca, caminaba lentamente los cuatro kilómetros toda la Independencia, subía uno a uno los 87 escalones, abría la puerta cogiendo mucha lucha con la llave, hervía un plátano, si había luz, picaba un tomatico barceló, y me acostaba con los ojos abiertos; en un mes rebajé más de 20 libras.

Un sábado sin clases en la zonal colonial. El loco residente al que llamaban Papote estaba dando su show en el parque Colón donde la atracción principal era verlo comerse un ratón; la segunda verlo beber pintura roja. La gente estaba asqueada, pero aguantaban el asco hasta que la lengua tocaba el fondo de la lata, después arrojaban algunas monedas, nunca un billete, y seguían con sus días, anhelando encontrar un loco en cada esquina de la calle El Conde. Me senté en un banco mirando a los viejos con boinas echar migajas de pan a las palomas traidoras que preferían el maíz de los recién casados. Ahí conocí al Belga, mi vecino.

¿Quién bautizó al Belga con ese nombre? Él era de Dinamarca. Así somos los dominicanos, a los japoneses les decimos chinos. Muy bien podrían haberlo llamado el Danés, tan cerca de quesos y perros, pero todomundo le decía el Belga y ninguna fuerza de este mundo, o de otro, puede cambiar un apodo cuando la gente se acostumbra, especialmente si al dueño no le importa.

El Belga tenía una habitación en la pensión de Doña Niña, tres puertas más allá. Como a todos los europeos que se quedan en mi país, sin dinero y sin irse a vivir a la playa, lo rodeaba un misterio. Para mí que andaba huyendo, tal vez de la policía, tal vez de una mujer que lo hizo sufrir, como yo mismo ahora; sólo sé que me dio la impresión de querer regresar a su tierra, pero no podía, o no se atrevía. Cuando no estaba en el parque, estaba en el malecón, viendo el mar, los barcos recitando el verso de Brodsky sobre la mentira del horizonte, o estaba en su habitación, pintando.

Belga, ¿por qué siempre pintas el mismo paisaje?

A veces, cuando se emborrachaba, hablaba en su idioma; por sus inflexiones y sus gestos agresivos yo deducía que eran los equivalentes de coño, coñazo, maldita vida, hija de la gran puta, u otras malas palabras y maldiciones; pero cuando miraba el cuadro se calmaba, y su voz era dulce. "Esbjerg, er noerved kystten", repetía, o algo parecido, y en su hermoso español describía un país de vacas sin cencerros, de bicicletas sin dueños, de puertas abiertas, de urbanización planificada; un país sin ladrones donde la primavera saltaba de repente rompiendo la nieve.

El Belga fue el primer extranjero que conocí, es decir, sin contar a los haitianos que de vez en cuando pasaban por Bonao a comerse los niños malcriados, según amenazas de madres y padres. Fue mi primer amigo adulto. Nos pasábamos las noches hablando de todo un poco, del horóscopo Leo y Aries, de las kenningars, casa del mar es barco, que él gustaba y que yo conocía gracias a Borges, del año saturniano igual a 30 años terrestres, qué hermosas lucen las mujeres en vestidos amarillos, de la crueldad del hombre hacia los animales, de lo insípido del vegetarianismo. Me enseñó a cocinar todo tipo de carne, y me dio 20 pesos para que le comprara un regalo de cumpleaños a la primera mujer que me rompió el corazón, haciéndome muy feliz primero.

Yo recitaba mis primeros versos plagiando sin vergüenza a Lorca y a Girondo, y el Belga pintaba una y otra vez las mismas hojas de algún árbol de su infancia, borraba y coloreaba una y otra vez la misma gaviota. Pensé que no quería terminar el cuadro, que si lo terminaba tendría que tomar una decisión, y que no estaba preparado para eso.

Diciembre. Bonao por un mes ay mi niño tú si ta flaco come come come. Enero ay mi niño te me va de nuevo no deje de llamame por el amor de Dio come come come. Volví a la capital y encontré la habitación del Belga vacía, la puerta abierta. Doña Niña me entregó el cuadro, terminado y sin firmar, sin ninguna carta o nota de despedida. ¿Regresó el Belga a Dinamarca? ¿Se enroló como cocinero en el barco finlandés Kaarlo Juho Ståhlberg? Yo mismo no sé, sólo sé que esa noche, solo en mi habitación, mirando el cuadro que no presentaba gran calidad artística, árboles gigantes y arena color de avena tocando un mar pálido y que de alguna manera se me antojaba frío, prometí en voz alta, con lágrimas en las mejillas y con la solemnidad de los últimos días de mi primera juventud, que algún día visitaría Esbjerg, en la costa.

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