jueves, octubre 10, 2013

From The Future Of Canadian Literature by Conan Doyle


La gente algunas veces me pregunta si uno puede aprender a escribir. Me temo que uno debe nacer escritor. Puedo recordar un muchacho en la escuela en una clase que era llamada clase de poesía, y en esta clase todomundo tuviera talento o no, tenía que sacar un poema, aunque podría ser difícil reconocerlo como tal. Recuerdo en una ocasión que nos dieron la historia Bíblica de Judith y Holofernes para escribir un poema sobre ella, y un joven compañero lo hirvió todo en dos cortas líneas:

Ella miró hacia el cielo, su espada sacó,
Y cortó la cabeza de Holofernes en dos.

Bien, el maestro no pudo pasar eso y dijo que él debía regresar y hacer otro esfuerzo. La segunda vez que él apareció escribió:

Su espada ella sacó, miró hacia lo alto,
Y cortó su garganta de ojo a ojo.

Estos son ejemplos de hacer literatura donde no existe literatura. Uno debe seguramente tener ese instinto nacido, uno debe emocionarse con la música de las palabras.

Otra cosa es la actitud hacia la crítica. Uno no debería temer la crítica -es mucho mejor que la adulación. Yo solía tener una tarjeta colgada sobre mi escritorio la cual algunas veces era fuente de comfort. Tenía estas líneas:

Critics flatter, no matter
Critics curse, none the worse
Critics kind, never mind
Do your best, hang the rest

Otra cosa que uno necesita mucho en literatura, y la cual, quizás, no siempre en el apresuramiento nos damos suficiente, es una separación tranquila; el hombre sabio es aquel que recuerda eso, y quien de tiempo en tiempo deja todo y se va hacia lugares tranquilos con sus libros, y allí toma semanas y meses construyéndose, mejorando su propia educación; y entonces, yo pienso, cuando regresa puede posiblemente darle al público algo digno de ellos y de él mismo.





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