jueves, noviembre 29, 2012

Rubiapelirroja and Cream

Image Hosted by ImageShack.us

I will not shave
No me afeitaré

Everyone asks
Todos preguntan

They are really boring
Son realmente aburridos

But not her
Pero no ella

She comes at sunset
Ella viene al atardecer

She leaves at midnight
Se va a medianoche

Singing the rainbow has a beard
Cantando el arcoiris tiene barba.

miércoles, noviembre 28, 2012

House on the Hill


Hoy será el día más frío del Otoño. Para mi cerebro caribeño, acostumbrado a asociar el sol con el calor, siempre es una sorpresa mirar el sol ahí afuera, y escuchar la voz de mujer del Weather Channel advirtiendo a los mañaneros, abríguense, entren las mascotas, usen bufanda y guantes, si no tienen que salir no salgan, bundle up.

Hoy no tengo que trabajar, nice; no estoy en mi casa. Dejo la cama extrañando el aliento de Rachel Raquel; ella duerme, no ronca, apenas respira, miro su espalda, sus pecas, el antojo de uvas marrones, siento deseos de acariciarla, decirle que la quiero, mirarla a los ojos cuando los abra y sonría al ver su semilla en mi boca. No hago eso, me visto, la ternura no alcanza para ir a arroparla. Salgo a la terraza y mi cerebro se sorprende, mi cuerpo me pide a gritos que regrese a la habitación tibia. Las primeras en protestar este cambio de escenario son mis orejas, seguidas de cerca por mis manos que tiemblan agarrando el cigarillo, tratando de que la brisa de hielo dé una tregua para que la llama salga del encendedor. Fumo y miro el lago.

Hoy es mi segundo día en esta casa, o tal vez debería catalogarla de mansión. Tiene muelle propio con dos botes. Tiene un establo, pero hastahora sólo he disfrutado del olor de los caballos. Además de la principal, tiene dos casas de huéspedes, una frente a la otra; en cualquiera de ellas muy bien podrían vivir todos los habitantes de Cuernavaca.

Estoy pasándome el fin de semana largo en casa de Rachel Raquel, o del padre de ella, Old Westbury Gardens, Long Island. La conocí al final del verano en una fiesta, me dijo que le gustaría practicar su español, para mí mejor que el mío, además su papá era dominicano; era, desde que pudo se hizo ciudadano gringo y nunca ha regresado a la isla, como si fuera un fugitivo. Esa noche Rachel Raquel me contó una confusa historia sobre su papá cambiando de nombre al llegar a Estados Unidos. La verdad es que no le puse atención. He escuchado tantas historias de inmigrantes ilegales, luchando para conseguir un papel con un sello que tenga un águila, que todas se parecen. Además, el hombre tiene derecho a cambiar de nombre si así lo desea, como dijo Pío Baroja, "Pedro, Manuel, qué importa, lo que importa es pasar el rato." Tengo un tío que se llama Uladislao Ortiz, y ahora se cambió el nombre a Uladislao Rodríguez, no legalmente, simplemente así firma, lo que le ha provocado varios problemas con el IRS. Una cosa sí fue diferente entre el papá de Rachel Raquel y la mayoría de los inmigrantes, él tenía dinero cuando vino a este país, y mucho. Llegó a Nueva York en barco desde Santo Domingo a finales de los 60s, compró supermercados y edificios, y hoy su casa tiene este lago propio donde cada 4 de julio se gasta un hospital de pueblo en fuegos artificiales ante los ojos llenos de admiración de cientos de invitados ilustres; el año pasado estuvo Don King.

En una esquina de la terraza me encuentro con el papá de Rachel Raquel. Inmediatamente siento que mi presencia ha roto un recuerdo recurrente; me quedo quieto, sin saber qué hacer, como un intruso descubierto en una zona prohibida. “Juan, acérquese”, me dice. “¿Usted es de Bonao? Yo viví en un paraje cercano, en Blanco.”

Blanco le debe el nombre al río frío que lo atraviesa. En las mañanas de diciembre y enero la escarcha lo vuelve un espejo. Lo conozco bien, de niño íbamos en caballos a recorrer toda la zona, buscando mangos pero en verdad buscando otra cosa. En esa época todavía los campesinos dominicanos eran hombres que cultivaban la tierra, con manos llenas de cayos y con el orgullo que da saberse útil produciendo lo que tu familia come, sembrar algo, cuidarlo de la yerba, y verlo crecer hasta que es un alimento en tu plato. Hoy esos campesinos son pocos en República Dominicana, sus hijos vendieron la tierra para convertirse en plagas montadas en motores Honda 70 y los terratenientes contratan esclavos haitianos para las cosechas. Recuerdo claramente una casona en la cima de una colina, que miraba el paraje como un castillo feudal, hasta con capilla. Cuando la vi por primera vez me impresionó mucho, ya de cerca pude comprobar la ruina; las flores silvestres, la yerba en enredadera habían invadido la estructura, toda ella era un jardín de hortensias. Los campesinos hablaban de la extraña desaparición de la dueña, de cómo pasaron varios años hasta que alguien se atrevió a robar la primera vaca. Le hablo de esto al papá de Rachel Raquel y me mira por unos segundos sin decir nada, después empieza su confesión.

"La dueña de esa casa se llamaba Esperanza, los campesinos la llamaban La Doña, aunque nunca se casó. En esa época yo tenía veinte años, era su peón, y la veía como a una vieja, pero la verdad era que ella tenía trenticinco, y trenticinco años viviendo la dura vida de campo causan estragos en un ser humano; sin dentistas, sin ninguna diversión que no sea montar a caballo, oler el cacao o contemplar el nacimiento de un becerro, la vejez llega temprano. Bueno, Esperanza tenía la edad de mi hija, que tampoco se ha casado. Juan, ¿y qué es lo que les pasa a estas mujeres modernas? No pretenden protestar contra el matrimonio, simplemente no se casan. Demasiadas mañas; duermen con un hombre y amanecen en el sofá; prefieren la sociabilidad del Internet a pasar una noche hablando con amigos de carne y hueso; un amante de pilas les da más placer que un hombre que les ensucia el cuarto de baño dejando olor a tabaco por dondequiera que pasa."

"Esperanza no tuvo hijos, como mi hija no ha tenido. Ahora bien, ella se creía la mamá de todos los habitantes de Blanco. Cuando veía un niño rascándose mucho la cabeza lo agarraba y lo pelaba al rape, a caco, le lavaba el cráneo con un shampoo especial para perros, creo que con criolina, y adiós piojos. Cuando una muchacha salía embarazada primero iba donde ella y gracias a Esperanza, segura madrina del bastardo, el papá no mataba a la infeliz. Cuando un hombre golpeaba a su mujer, Esperanza se aparecía con un palo y golpeaba al hombre como el burro que era, y nadie se atrevía a levantar un dedo."

"Esperanza parecía un cocotero, esbelta, dura; su autoridad en el paraje provenía de su apellido; de la sólida casona familiar refugio de ciclones; de las infinitas parcelas sembradas de piña y vacas; de la seguridad financiera que le daba la inmensa fortuna en joyas antiguas escondidas debajo de una tabla debajo de su cama de caoba. Esperanza estaba sola, por eso todo fue tan fácil."

Aquí el viejo hace una pausa, luego, mirándome a los ojos, con voz de penitente esperando absolución, me ruega, “Juan, por favor, cásese con mi hija, por favor"; como si eso dependiera de mí.

jueves, noviembre 22, 2012

Thanksgiving Prayer by William Burroughs






















Gracias por el pavo salvaje y las palomas mensajeras, 
Destinados a ser cagados a través de saludables tripas americanas. 
Gracias por un continente para saquear y envenenar. 
Gracias por los Indios para proporcionar un mínimo de desafío y peligro. 
Gracias por las vastas manadas de bisontes para matar y despellejar, dejando los cuerpos pudrir. 
Gracias por recompensas por lobos y coyotes. 
Gracias por el SUEÑO AMERICANO, 
Para vulgarizar y falsificar hasta que las mentiras desnudas brillen a través. 
Gracias por el KKK,
Por hombres de ley mata-negros sintiendo sus muescas. 
Por las mujeres decentes que van a la iglesia con sus viles, apretadas, amargadas, caras malvadas. 
Gracias por las calcomanías de "Mata un Maricón por Cristo".
Gracias por el SIDA de laboratorio. 
Gracias por la Prohibición y la Guerra Contra Las Drogas. 
Gracias por un país donde a nadie le es permitido no meterse en lo que no le importa. 
Gracias por una nación de chivatos sí, 
Gracias por todos los recuerdos está bien, veamos tus brazos
Tú siempre fuiste un dolor de cabeza y tú siempre fuiste un aburrido. 
Gracias por la última y más grande traición del último y más grande de los sueños humanos.

miércoles, noviembre 14, 2012

Dominican Lullaby


lunes, noviembre 12, 2012

Un Sueño de Wordsworth por Borges

The Creation Of Fish And Birds, Gustave Dore

Y ahora viene el sueño que me parece la perfección de la pesadilla, porque ahí están los dos elementos de la pesadilla: episodios de malestares físicos, de una persecución, y el elemento del horror, de lo sobrenatural. Wordsworth nos dice que estaba en una gruta frente al mar, que era la hora del mediodía, que estaba leyendo en el Quijote, uno de sus libros preferidos, las aventuras del caballero andante que Cervantes historia. No lo menciona directamente, pero ya sabemos de quién se trata. Agrega: "Dejé el libro, me puse a pensar; pensé, precisamente, en el tema de las ciencias y las artes y luego llegó la hora". La poderosa hora del mediodía, del bochorno del mediodía, en que Wordsworth, sentado en su gruta frente al mar (alrededor están la playa, las arenas amarillas), recuerda: "El sueño se apoderó de mí y entré en el sueño".

Se ha quedado dormido en la gruta, frente al mar, entre las arenas doradas de la playa. En el sueño lo cerca la arena, un Sahara de arena negra. No hay agua, no hay mar. Está en el cento del desierto en el desierto se está siempre en el centro y está horrorizado pensando qué puede hacer para huir del desierto, cuando ve que a su lado hay alguien. Extrañamente, es un árabe de la tribu de los beduinos, que cabalga sobre un camello y tiene en la mano derecha una lanza. Bajo el brazo izquierdo tiene una piedra; y en la mano un caracol. El árabe le dice que su misión es salvar las artes y las ciencias y le acerca el caracol al oído; el caracol es de extraordinaria belleza. Wordsworth ("en un idioma que yo no conocía pero que entendí") nos dice que oyó la profecía: una suerte de oda apasionada, profetizando que la Tierra estaba a punto de ser destruida por el diluvio que la ira de Dios envía. El árabe le dice que es verdad, que el diluvio se acerca, pero que él tiene una misión: salvar el arte y las ciencias. Le muestra la piedra. Y la piedra es, curiosamente, la Geometría de Euclides, sin dejar de ser una piedra. Luego le acerca el caracol, y el caracol es también un libro: es el que le ha dicho esas cosas terribles. El caracol es, además, toda la poesía del mundo, incluso, ¿por qué no?, el poema de Wordsworth. El beduino le dice: "Tengo que salvar estas dos cosas, la piedra y el caracol, ambos libros". Vuelve hacia atrás la cara y hay un momento en que ve Wordsworth que el rostro del beduino cambia, se llena de horror. Él también mira hacia atrás y ve una gran luz, una luz que ha inundado la mitad del desierto. Es la de las aguas del diluvio que va a destruir la Tierra. El beduino se aleja y Wordsworth ve que el beduino también es Don Quijote y el camello también es Rocinante, y que de igual modo que la piedra es un libro y el caracol un libro, el beduino es Don Quijote y no es ninguna de las dos cosas y las cosas a un tiempo. Esta dualidad corresponde al horror del sueño. Wordsworth, en ese momento, despierta en un grito de terror, porque las aguas del mar ya lo alcanzan.

(De Siete Noches)

Dear Hijastra


Thank you for not helping me delete Mister Miou's facebook account.
Oh, I'm sorry, I don't work for Facebook.
I know, you do not work at all.
I'm writing a novel.
I wrote one, and I am twelve.
I'm leaving this house right now.
Lisa, don't talk like that to your stepfather.
I haven't been lucky with the words ending in father: One died. One left me. One is
Jesus Christ.

sábado, noviembre 10, 2012

Bag of Bread


Cada mañana la misma pelea durante el desayuno. Águeda ponía una bandeja con panes, tostados a fuego bajito en un sartén untado de aceite verde, con mantequilla, con queso amarillo derretido. Nunca eran suficientes. En nuestra mesa se seguía con rigor la etiqueta y el protocolo del último mono se ahoga. Si uno duraba mucho en el baño o despertaba un chin tarde no encontraba ni las boronas. Algunas veces se llegaba a los aruñazos, los pellizcos deja marcas, las hermanas, y una que otra vez el contenido espeso de un vaso encontró su camino hacia un uniforme recién planchado.

Papá sólo bebía los fines de semana, como yo ahora, y ese domingo la resaca lo tenía de penitente en el baño, de rodillas chuleando un inodoro. A pesar de las advertencias de mamá, no hablen tan duro que su papá ta malo, el griterío de la gallera fue peor que los días de escuela, tal vez por la euforia de ser un niño un domingo con sol, y donde Papalao había un caballo marrón, y sobre él una montaña esperando, y con suerte un pedazo de río virgen, como el de Piedra Gorda. 

Papá salió del baño y se paró frente a nosotros. Silencio. Lo respetábamos mucho más que a mamá sin necesidad de puñeteros o de una correa en la mano. "Utede verán si mañana no se acaba el pleito con lo pane y la leche", dijo, y se fue a acostar llevándose de la nevera un galón de agua fría. Papá era un hombre de pocas palabras, yo sabía que la cosa no iba a terminar ahí, pero tanto cielo azul; y Mino y Moreno panqueando en el agua clara; y un peñón con un garabato taíno precursor de la carita "Don't Worry Be Happy"; y el Conde de Montecristo enfrentando a su mujer y a su rival. Regresamos entrando la noche. Me dormí sobre un plato de espaguetis rojos y gordos y fofos.

Mamá me despertó ve a bañate y ponte el uniforme que te tan eperando pa desayuná, y se fue para su habitación. Cuando llegué al comedor me di cuenta de que mis hermanos estaban sentados en orden; papá, que nunca desayunaba con nosotros, leía el periódico fumando un cigarrillo. En la mesa, frente a mi silla, frente a cada uno de mis hermanos, una funda de pan y un litro de leche. "De eta mesa no se para nadie hata que no acaben", dijo papá sin levantar la voz. Una funda de pan y un litro de leche para cada uno, un castigo injusto. Esos panes no estaban tostados, no tenían esa fina capa de mantequilla y queso especialidad de Águeda que nos miraba desde el umbral de la cocina con la pena de los piadosos hacia los condenados, aunque sean culpables. Mi hermano, ese mandril en la edad del pavo, empezó a comer como si estuviera compitiendo contra un luchador de Sumo, mis hermanas empezaron a comer con la fatalidad del fracaso y yo, yo no pude tragar ni la primera mordida. Desde ese día no se peleó más por los panes y la leche, de hecho, hoy día, siendo un hombre de 40 años, no puedo beber leche, y encuentro feísimas las palabras lechoso, lactario, lactinoso, lactescente, lechal... No denosto con amargura al pan, pero prefiero plátano, yuca, yautía o mapuey.

Recordé esta anécdota familiar esta tarde en el subway, frente a mí iba un hombre parecido a Saddam Hussein, idéntico a papá; sus mismas cejas, su mismo bigote negro, su misma cara de hombre buenmozo. Me miró por un momento sin la mirada del espanto, con la mirada de dormirme en una mecedora echándome fresco con un folder cantand Payaso soy un triste payaso durante un apagón. El hombre me pareció un hombre cogiendo lucha, su persona gritaba pobreza desde los zapatos con tacos gastados hasta su falta de abrigo en esta particularmente fría noche de invierno en otoño. Cuando se bajó Jackson Heights me dieron ganas de seguirlo, y darle los 20 dólares en mi cartera, y regalarle mi abrigo. No lo hice no.

viernes, noviembre 09, 2012

and there is this girl


Parece que la tarde del domingo las aerolíneas estaban filmando, con cámaras escondidas en el JKF, el primer episodio del reality show “Who wants to live a much better life in a much better city?", porque no sólo el vuelo a un hoyo llamado Lowell se atrasó, si no el de Tampa Bay, el de Charlotte, el de Syracuse, el de Buffalo, el de Wheeling, el de Scranton, y para terminar con broche de oro las cancelaciones hacia ciudades gringas que están en el top ten de los lugares a evitar por el ser humano razonablemente cuerdo, poco interesado en el masoquismo del alma, que no se llame Raymond Carver o Richard Ford, a través de las bocinas anunciaron:

“Your attention please, the flight 666 to Detroit has been cancelled… If you really need to go to Detroit, please come to the window to reschedule for the next flight… which it’s in 4 hours…”

Caballerete, Ciudadano, Compañero, si usted tiene la mala suerte de vivir en Detroit, donde la pobreza es tan grande y la indolencia del gobierno local, tal vez provocada por los números rojos del presupuesto, han dejado que los osos vivan en las casas “recuperadas” por los bancos; donde los árboles meten sus ramas en salas y habitaciones para sustituir el abandonado mobiliario hecho añicos; donde Nature is taking back the city, y se encuentra en un aeropuerto, en Nueva York, y su vuelo hacia Detroit se cancela, sería bueno que en esas largas horas de espera usted analizara un poco su vida, tal vez es Dios dándole 4 horas para que decida no regresar a Detroit.

Y como si realmente fuera Dios ofreciéndole a tres desgraciados la oportunidad de empezar una nueva vida en otra ciudad, a través de las bocinas anunciaron:

“Your attention please… we need three volunteers to cancel their next trip to Detroit… Delta Airlines will give you a ticket to anywhere in the world… and 300 dollars gift for you inconvenience…”

Recuerdo que una madrugada estaba en un bar en Santo Domingo, cuando un amigo que tocaba el keyboard en una banda devota de Aha y Duran Duran, compañero de Universidad, muy querido, se me acercó:

“Pues sí viejo, me voy a vivir para Detroit.”
“¿Qué?”
“Que me voy a vivir para Detroit.”
“Loco, pero con tantos sitios que hay en el mundo, ¿tú te vas a ir para Detroit?
“Es que aquí no se puede vivir, allá hacen Cadillacs… y está esta muchacha…”

Of course, cada vez que uno se topa con un hombre decidido a ir a algún lugar aburrido, inhóspito, dañino para el cuerpo y el espíritu del ser humano razonablemente cuerdo, es la misma respuesta:

“Sí mano, voy a escalar el Everest, tú sabes, tengo demasiados dedos en los pies, diez la última vez que conté, tal vez pierda aunque sea un meñique, tú sabes, me gusta el frío… y está esta muchacha…”

miércoles, noviembre 07, 2012

Fingerprints


Las placas brillan en los pechos de los hombres vestidos de azul; cinturas anchas luciendo más anchas por los cinturones con pistola, mace, esposa, radio, celular, macana, cantimplora, taser y otros objetos necesitados para combatir el crimen en el Bronx. No pasa un minuto sin que alguno de ellos roce el arma con sus manos, como acariciando una mascota dormida. Pasar entre este cortejo armado requiere de valor. No importa si vas a denunciar un robo; si vas a visitar un primo vende drogas preso; si vas a encontrarte con una sargento boricua que quiere presentarte a sus compañeros; si vas a que te tomen las huellas digitales para un trabajo. Siempre existe la posibilidad de una confusión. Tal vez el que dibuja a los sospechosos sólo tiene un modelo latino; tal vez hay un fugitivo con par de verrugas en la cara y bigote. 

May I help you?me pregunta una leopardo, tacos y una voz sexy de pasarse la noche entera singando hip hop. 
Yes, I came to have my fingerprints taken digo con el tono más amable que pueden producir mis cuerdas vocales, entonando el inglés recordando a Robert Frost. Necesito esas huellas digitales, no quiero volver por nada del mundo a bregar con esto. La compañía encargada de investigar tus antecedentes, background checking, me ha enviado a tres precintos, y en ninguno aparece el policía encargado de esta labor. Tengo la impresión de que ninguno quiere, también imagino que siempre hay una emergencia.
―Take a seat over there honey, they are waiting too me dijo la leopardo señalando hacia un grupo sentado debajo de unos carteles de "WANTED": todos los buscados son negros y latinos. En el Bronx vivimos los negros y los latinos, es natural que algunos de nosotros seamos los responsables de los asaltos, de las violaciones, de los asesinatos.

Saludo a mis primos sentándome en una estructura efímera y víctima. No sé quién se encarga de la limpieza, pero evidentemente está de vacaciones o preso. El piso necesita suape desde el 1955 y las sillas presentan manchas oscuras que mejor no saber qué fue. Una dominicana, un ecuatoriano y una negra parecen cartuchos de dinamita esperando el fuego. "The whole week trying, if I don't get my fingerprints taken today they gonna have to let me in jail, 'cause I ain't coming back son, no way." Todomundo desea ser un robot del futuro para llegar a esta estación, mirar a todos los policías con una mirada roja debajo de gafas negras, decirles "I'll be back", y entrar en una camioneta hasta el sótano.

Una hora pasa, los teléfonos no dejan de sonar. La leopardo camina moviendo sus caderas, sonando sus tacos tratando de convencer a los policías de que nos ayuden. "I am trying honey, don't you worry." Entra una mexicana empujando un carrito con un niño adentro y dos más lado a lado. 

Ay virgencita, me robaron el bolso con mis documentos.
Slow down, espaniol poquito, ¿no inglés?le pregunta la leopardo agarrándola de las manos.
Ay no virgencita, no hablo inglés nollora la mexicana mirando hacia el piso sucio.
I SPEAK SPANISHvoceo desde el basurero, loco por saber qué pasó, además de ayudar, of course.
Pues que yo estaba en el súper aquí mismo en Webster comprando huevos y dejé a los niños cinco minutos para buscar tomates y cuando regresé ya no estaba el bolso con mis documentos y mi dinero, ay virgencita, por lo menos no le pasó nada a mis hijitosrelata la mexicana sin saber dónde poner las manos.
Well, she was at the supermarket and left her purse for 5 minutes and when she cameback, goodbye purse with all her personal documents and money, that was down on Webster avenue.
Okay, tell her that she needs a letter from the consulate that issued her documents dijo la leopardo mirando a la mexicana con bondad. 
Sí, que usted tiene que ir al consulado que le dio los papeles y pedirles una carta para hacer el reporte.
Ay virgencita, si yo ya les llamé a ellos y ellos me dijeron que primero necesito el reporte de la policía sobre el robo pues.

Otra hora pasa. A pesar de ser las cuatro y media, la noche cae sobre la nieve reciente. En Manhattan, debajo del reloj en Grand Central, la primavera con su vestido amarillo de algodón y sus Converse está esperándome para llevarme a dar una vuelta por Central Park. Nos sentaremos a mirar los patos, mujeres y hombres en trajebaños sobre la grama. Recordaremos el desfile de moda parisino de Alan Partridge. Seremos testigos del matrimonio de una pareja asiática rodeada de cherry blossoms. Frente al apartamento donde vivía John Lennon: I'm the walrus cucu u cuchú cucu u cuchú. En Columbus Circle veremos el dinero caer sobre al edificio de Time Warner. La escarcha y el confetti sobre las aceras de granito indicarán la mejor ruta hacia la cocina del diablo y allí, parados, comeremos una pizza en una pizzería italiana mirando a Rocky rompiendo costillas de vacas en español. "Le matarás si le haces lo mismo a Apollo Creed."

"You're next papí", me despierta la leopardo, tocándome en la mejilla, suavemente, como lo haría una amante que no sea loca.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]