viernes, julio 27, 2007
Reunion
En Grand Central ese padre y ese hijo con tres años sin verse, como en una historia de John Cheever; ese hombre espiando a ese otro hombre que lo golpeó hasta la inconsciencia por un love affair con la esposa, como en una historia de Richard Ford. One night stand, sueño recurrente, decepción, un atentado terrorista.
Sueño recurrente: Mujer con varias caras que te dejó en el limbo para venir a estudiar a Nueva York con la promesa de escribirte a diario y de regresar en vacaciones. A los tres meses dejó de contestar las cartas. A los seis años fue vista en Punta Cana agarrada de mano con un rubio.
La sigues con tu paso de extranjero, lento, todavía no contagiado del acelere newyorkino; tal vez esperando que el corazón regrese a su sitio, tal vez esperando que se fuera la náusea. Después de varios pasos empiezas a notar las diferencias:
Cabello corto medio rubio; antes largo negro.
Traje sastre mujer moderna abogada o broker con conocidos, o trabajando, en Wall Street; antes jeans con manchas de pintura.
Cartera Luis Vutton o Cartier o cualquier otra marca de mil dólares de las que usa la Primera Dama dominicana; antes mochila con manchas de pintura.
iPod; antes Walkman.
Limbo: Lugar o seno donde, según la Biblia, estaban detenidas las almas de los santos y patriarcas antiguos esperando la redención del género humano. Período de tiempo indefinido con poca comida y nada de sueño y muchos ataques de ansiedad donde todos los días son el mismo y un hombre que sufre se emborracha y huele a diario peinando la ciudad buscando lo que no se le ha perdido saliendo varias veces de su cuerpo para verlo entrar a antros que usualmente son visitados por reporteros de sucesos, carros de policías y ambulancias.
¿Por qué no te escribió para terminar contigo? No crees que en eso del amor la gente se sienta a pensar en cómo herirte, por eso no odias a nadie. La vida no es una novela venezolana. A veces una mujer deja pasar los días hasta que la inminente obligación de una conversación triste desaparece. Y así pasan 15 años. Por otro lado, hay un hombre esperando esa conversación para perder las esperanzas. Y así pasan 15 años hasta que un día de lluvia la persigues entre excuse me sorry sorry excuse me sorry sorry.
"¿Juan?", dice después de un momento decidiendo si golpearte con la cartera o reconocerte. "¿JUAN?", repite abrazándote, dejándote oler esa mezcla de perfume caro, nostalgia y billetes de 100 dólares. "Juan", repite en el cuello. "JUAN", repite mirándote a los ojos. "Juan", repite pasándote la mano por la cara.
Oyster Bar, hombres y mujeres hablando entre cocteles de colores sobre las alzas y bajas de la bolsa de valores esperando la hora de regresar a Connecticut.
"Please, give me a Martini with two olives and a whisky with water", le dice a la mesera. Hay algo en su voz que te molesta. Algo nuevo, aprendido. Es un tono de jefe fuera de la oficina; esa inflexión en la voz te hace pensar en la hipocresía.
"Dios mío Juan, cuánto tiempo, yo sabía que tarde o temprano te iba a encontrar."
"Ah porque tú me bucate."
"Ay Juan, tú no sabes lo que yo he pensado en ti", dice apretándote las manos, haciéndote pensar en la palabra Cursi. No crees que cuando alguien dice, como en una canción de America, "Like the flowers need the rain you know I need you" es cursi si está diciendo la verdad. Para ti sólo las mentiras son cursis.
"Yo vivo cerca, ahí mismo en el West Village", dice demostrando su poder de leerte la mente.
"¿Y tú vive sola?"
"No, con Lali, no, no es una amiga, es una pitón amarilla bebé que compré."
"¿Una culebra?
"Ni se siente, y aunque la piel es fría, cuando pasa un tiempo debajo de las sábanas se calienta, a veces tengo que pegarle porque me despierta apretándome una pierna o un brazo muy fuerte, pero es una bebé."
"¿Una culebra?", repites y tu parte malvada se alegra imaginando una muerte por estrangulamiento.
En la mesa de al lado dos mujeres se divierten, cerveza negra. Te encanta el acento, la boina marrón y la nariz perfecta de una de las hijas de Irlanda:
"Do you know what I mean? I didn't eat turkey on Christmas, I swear. The day before Christmas my father used to go into town to buy the turkey and the presents, but somehow before coming home always found his way to a pub. Do you know what I'm going to tell you? He left the turkey and the presents under the counter at Parnell's. Fantastic."
"Tú no cambias, sigues igualito con tu miradera", dice regresándote a la mesa mientras la mesera coloca las bebidas. "I ordered a Martini with two olives, how many olives do you see?, because I see one, I don't know, maybe I can't count, how many olives do you see?", dice subiendo su voz un poquito, lo suficiente para crear el bochorno de un rebuzno entre berridos.
"I'm sorry", dice la mesera, se lleva el Martini para ponerle otra aceituna y un chorrito de saliva.
"Además Juan, yo pasé por muchas cosas, mi mamá duró mucho enferma aquí, tú sabes que ella sufría de diabetes y hubo que cortarle la pierna varias veces, al final fue mejor que se muriera, estaba sufriendo mucho."
"Qué fuerte", dices sintiento pena por Doña Fanny.
"Pero no hablemos de cosas tristes, que eso pasó hace mucho, cuéntame de ti", te dice. Tú no sabes qué decirle, mudo. No eres millonario, no tienes hijos, eres un fracaso. Mejor miras el mantel y escuchas a la hija de Irlanda por un momento.
"Do you know what I mean? It's a pome about a drink of porter. Porter! Porter! I swear, Flann O'Brien was brilliant. Do you know what I'm going to tell you?
When things go wrong and will not come right
though you do the best you can
when life looks black as the hour of night
A PINT OF PLAIN IS YOUR ONLY MAN.
Fantastic."
La hija de Irlanda se para, se despide de su amiga rozando a la mujer con varias caras en tu mesa.
"What the fuck? ARE YOU DRUNK? CAN'T YOU SEE WHERE YOU'RE GOING?"
"I'm so sorry", dice la hija de Irlanda.
"Muchas veces he pensado que debimos casarnos, a pesar de ser tan jóvenes, ¿te imaginas?, ya tuviéramos hijos teenagers", dice, su voz es dulce, sincera como la demencia. Tú despiertas, te paras de la mesa, te vas sin despedirte, sin escuchar lo que ella grita.
Por fin ya pasó, ya estás afuera, esquivas esquimales, turbantes, sillas de ruedas, predicadores, murciélagos, impermeables, jabalinas, corbatas, alcanzas a la hija de Irlanda en la escalera mecánica. Fantastic.
Picture by Will Sherman
Sueño recurrente: Mujer con varias caras que te dejó en el limbo para venir a estudiar a Nueva York con la promesa de escribirte a diario y de regresar en vacaciones. A los tres meses dejó de contestar las cartas. A los seis años fue vista en Punta Cana agarrada de mano con un rubio.
La sigues con tu paso de extranjero, lento, todavía no contagiado del acelere newyorkino; tal vez esperando que el corazón regrese a su sitio, tal vez esperando que se fuera la náusea. Después de varios pasos empiezas a notar las diferencias:
Cabello corto medio rubio; antes largo negro.
Traje sastre mujer moderna abogada o broker con conocidos, o trabajando, en Wall Street; antes jeans con manchas de pintura.
Cartera Luis Vutton o Cartier o cualquier otra marca de mil dólares de las que usa la Primera Dama dominicana; antes mochila con manchas de pintura.
iPod; antes Walkman.
Limbo: Lugar o seno donde, según la Biblia, estaban detenidas las almas de los santos y patriarcas antiguos esperando la redención del género humano. Período de tiempo indefinido con poca comida y nada de sueño y muchos ataques de ansiedad donde todos los días son el mismo y un hombre que sufre se emborracha y huele a diario peinando la ciudad buscando lo que no se le ha perdido saliendo varias veces de su cuerpo para verlo entrar a antros que usualmente son visitados por reporteros de sucesos, carros de policías y ambulancias.
¿Por qué no te escribió para terminar contigo? No crees que en eso del amor la gente se sienta a pensar en cómo herirte, por eso no odias a nadie. La vida no es una novela venezolana. A veces una mujer deja pasar los días hasta que la inminente obligación de una conversación triste desaparece. Y así pasan 15 años. Por otro lado, hay un hombre esperando esa conversación para perder las esperanzas. Y así pasan 15 años hasta que un día de lluvia la persigues entre excuse me sorry sorry excuse me sorry sorry.
"¿Juan?", dice después de un momento decidiendo si golpearte con la cartera o reconocerte. "¿JUAN?", repite abrazándote, dejándote oler esa mezcla de perfume caro, nostalgia y billetes de 100 dólares. "Juan", repite en el cuello. "JUAN", repite mirándote a los ojos. "Juan", repite pasándote la mano por la cara.
Oyster Bar, hombres y mujeres hablando entre cocteles de colores sobre las alzas y bajas de la bolsa de valores esperando la hora de regresar a Connecticut.
"Please, give me a Martini with two olives and a whisky with water", le dice a la mesera. Hay algo en su voz que te molesta. Algo nuevo, aprendido. Es un tono de jefe fuera de la oficina; esa inflexión en la voz te hace pensar en la hipocresía.
"Dios mío Juan, cuánto tiempo, yo sabía que tarde o temprano te iba a encontrar."
"Ah porque tú me bucate."
"Ay Juan, tú no sabes lo que yo he pensado en ti", dice apretándote las manos, haciéndote pensar en la palabra Cursi. No crees que cuando alguien dice, como en una canción de America, "Like the flowers need the rain you know I need you" es cursi si está diciendo la verdad. Para ti sólo las mentiras son cursis.
"Yo vivo cerca, ahí mismo en el West Village", dice demostrando su poder de leerte la mente.
"¿Y tú vive sola?"
"No, con Lali, no, no es una amiga, es una pitón amarilla bebé que compré."
"¿Una culebra?
"Ni se siente, y aunque la piel es fría, cuando pasa un tiempo debajo de las sábanas se calienta, a veces tengo que pegarle porque me despierta apretándome una pierna o un brazo muy fuerte, pero es una bebé."
"¿Una culebra?", repites y tu parte malvada se alegra imaginando una muerte por estrangulamiento.
En la mesa de al lado dos mujeres se divierten, cerveza negra. Te encanta el acento, la boina marrón y la nariz perfecta de una de las hijas de Irlanda:
"Do you know what I mean? I didn't eat turkey on Christmas, I swear. The day before Christmas my father used to go into town to buy the turkey and the presents, but somehow before coming home always found his way to a pub. Do you know what I'm going to tell you? He left the turkey and the presents under the counter at Parnell's. Fantastic."
"Tú no cambias, sigues igualito con tu miradera", dice regresándote a la mesa mientras la mesera coloca las bebidas. "I ordered a Martini with two olives, how many olives do you see?, because I see one, I don't know, maybe I can't count, how many olives do you see?", dice subiendo su voz un poquito, lo suficiente para crear el bochorno de un rebuzno entre berridos.
"I'm sorry", dice la mesera, se lleva el Martini para ponerle otra aceituna y un chorrito de saliva.
"Además Juan, yo pasé por muchas cosas, mi mamá duró mucho enferma aquí, tú sabes que ella sufría de diabetes y hubo que cortarle la pierna varias veces, al final fue mejor que se muriera, estaba sufriendo mucho."
"Qué fuerte", dices sintiento pena por Doña Fanny.
"Pero no hablemos de cosas tristes, que eso pasó hace mucho, cuéntame de ti", te dice. Tú no sabes qué decirle, mudo. No eres millonario, no tienes hijos, eres un fracaso. Mejor miras el mantel y escuchas a la hija de Irlanda por un momento.
"Do you know what I mean? It's a pome about a drink of porter. Porter! Porter! I swear, Flann O'Brien was brilliant. Do you know what I'm going to tell you?
When things go wrong and will not come right
though you do the best you can
when life looks black as the hour of night
A PINT OF PLAIN IS YOUR ONLY MAN.
Fantastic."
La hija de Irlanda se para, se despide de su amiga rozando a la mujer con varias caras en tu mesa.
"What the fuck? ARE YOU DRUNK? CAN'T YOU SEE WHERE YOU'RE GOING?"
"I'm so sorry", dice la hija de Irlanda.
"Muchas veces he pensado que debimos casarnos, a pesar de ser tan jóvenes, ¿te imaginas?, ya tuviéramos hijos teenagers", dice, su voz es dulce, sincera como la demencia. Tú despiertas, te paras de la mesa, te vas sin despedirte, sin escuchar lo que ella grita.
Por fin ya pasó, ya estás afuera, esquivas esquimales, turbantes, sillas de ruedas, predicadores, murciélagos, impermeables, jabalinas, corbatas, alcanzas a la hija de Irlanda en la escalera mecánica. Fantastic.
Picture by Will Sherman
jueves, julio 19, 2007
podworkorange.com
viernes, julio 13, 2007
DO unto OTHERS
La mujer sólo tiene una semana como Cajera Bancaria. Todo en ella es redondo, hasta sus manos y pies. En sus gestos frente a la computadora asignada el cliente regular adivina su miedo a estar bregando con Money Orders, Official Checks, Home Loans, Credit lines, Credit Cards, Ceteris Paribus, y dólares. Cuenta el dinero una y otra vez tratando de pasar los dedos sobre la ropa del presidente muerto para sentir la porosidad de lo genuino. Tiene un miedo terrible de recibir un billete de cien falso. Tiene un miedo terrible de recibir un boche de la Supervisora por llegar tarde durante el break de comida de apenas media hora.
"Go to lunch", ordena la Supervisora cuyo nombre rima con gillette. La Cajera Bancaria, contando los minutos, cierra la caja. Contando los minutos va al baño a lavarse las manos. Contando los minutos cruza el tráfago de Fulton Street con sus Fords federales deteniendo el tránsito para entregar o buscar a un detenido en la oficina de libertad condicional. Contando los minutos ignora el puesto de frutas del hindú, hermoso de melones, uvas, kiwis, fresas y guineos. Contando los minutos por poco la atropella una guagua que lleva a los senior citizens a pasar una tarde, tal vez la última, en la lozanía de Prospect Park. Contando los minutos entra a Burger King lamentándose al ver las filas.
En la fila elegida la Whopperette ha recibido quejas de cada cliente. Todo en ella es patético, especialmente la expresión en su rostro de me-quiero-rajar-a-dar-gritos. En sus gestos frente a la computadora asignada el cliente regular adivina su miedo a estar bregando con whoppers, angus steak, tendercrisp, bk fish, french fries, onion rings, apple pie, y dólares. Por suerte en estos negocios para pobres no se aceptan billetes de 50 para arriba, ella pasa la mano tres veces, a veces raspa con las uñas, sobre la ropa de Andrew Jackson para sentir la porosidad de lo genuino. Tiene un miedo terrible de recibir un billete de 20 falso. Su juventud, tal vez su herencia latina, hace que le importe demasiado la opinión de otros; le teme al ridículo; le avergüenza que desconocidos se den cuenta que no sabe de memoria los combos, que está aprendiendo a ser un robot, que es nueva. El desasosiego del sudor se incrementa cuando bocas cenizas empiezan a rodear a la Whopperette en clara evidencia de que eso de Fast Food en esta fila no está funcionando. Y la discusión de hambre, sobre quién va primero, de los dos hombres obesos no ayuda, y el loco tratando de conseguir unas papitas fritas gratis con una caducada calcomanía del Hombre Araña no ayuda, y el inglés indeciso de la doña china, digo, asiática, ayuda menos.
"A number 3 and a number 5 to go?"
"Wha ber ri, chickan sa?"
"What do you say?"
"I wha cha chickan sa ber ber ive or ri cris sa?"
"What do you want ma'am?", llega la Supervisora tratando de poner en práctica sus poderes psíquicos babélicos.
"Pleeeease, make her point at whatever she wants", sugiere un hombre cuya salivación podría ser comparada a la de Tántalo. "Lord save us."
La Cajera Bancaria mira el reloj, los minutos son segundos, ya es tarde para cambiar de fila, el aire es una carne frita. Pero he aquí que por fin le toca a ella. "Next guest please", dice la Whopperette. "Number 4, no cheese, coke, to stay", ruega la Cajera Bancaria pasando los cuatro dólares exactos para evitar confusión. Oh Dios mío, ¿qué es lo que mira la Whopperette en la computadora? ¿Qué acertijo binario no puede descifrar ni recordar del entrenamiento acelerado? ¿Por qué coño la Supervisora no acaba de venir a ayudarla? Y ya sólo quedan 8 minutos.
No describiré el bulto, hasta par de empujones, que se armó cuando la Cajera Bancaria subió la voz tragándose a la Whopperette; mucho menos describiré la cara de no-sé-dónde-meterme-por-favor-que-se-abra-la-tierra-o-alguien-grite-FUEGO de la Whopperette; sólo diré que la Cajera Bancaria no tuvo tiempo de esperar su combo de grasa y engulló un saludable guineo cuando pasó por el puesto de frutas del hindú en su fracasada ruta del regreso a su infierno de cuatro mosaicos donde la esperaba la Supervisora que le dio un boche.
"May I help the next customer please", grita la Cajera Bancaria. El señor con cara de soberbia, traje Boss, tiene prisa, qué sorpresa; es un gringo acostumbrado a escenitas de escándalo, que siempre empiezan con el odioso "I want to see the manager", por un quítame esta paja. "Yes, I want to cash this check, and please, large bills, and please, a 500 dollars Money Order, and please, 150 dollars in Traveler's Checks, and please, I don't know what's wrong with this card, it just doesn't work, and please, I want to order new checks, and please, before I forget, do you think I can wire a money transfer to Frankfurt before the hour, how much will the fee be? YES?"
"Go to lunch", ordena la Supervisora cuyo nombre rima con gillette. La Cajera Bancaria, contando los minutos, cierra la caja. Contando los minutos va al baño a lavarse las manos. Contando los minutos cruza el tráfago de Fulton Street con sus Fords federales deteniendo el tránsito para entregar o buscar a un detenido en la oficina de libertad condicional. Contando los minutos ignora el puesto de frutas del hindú, hermoso de melones, uvas, kiwis, fresas y guineos. Contando los minutos por poco la atropella una guagua que lleva a los senior citizens a pasar una tarde, tal vez la última, en la lozanía de Prospect Park. Contando los minutos entra a Burger King lamentándose al ver las filas.
En la fila elegida la Whopperette ha recibido quejas de cada cliente. Todo en ella es patético, especialmente la expresión en su rostro de me-quiero-rajar-a-dar-gritos. En sus gestos frente a la computadora asignada el cliente regular adivina su miedo a estar bregando con whoppers, angus steak, tendercrisp, bk fish, french fries, onion rings, apple pie, y dólares. Por suerte en estos negocios para pobres no se aceptan billetes de 50 para arriba, ella pasa la mano tres veces, a veces raspa con las uñas, sobre la ropa de Andrew Jackson para sentir la porosidad de lo genuino. Tiene un miedo terrible de recibir un billete de 20 falso. Su juventud, tal vez su herencia latina, hace que le importe demasiado la opinión de otros; le teme al ridículo; le avergüenza que desconocidos se den cuenta que no sabe de memoria los combos, que está aprendiendo a ser un robot, que es nueva. El desasosiego del sudor se incrementa cuando bocas cenizas empiezan a rodear a la Whopperette en clara evidencia de que eso de Fast Food en esta fila no está funcionando. Y la discusión de hambre, sobre quién va primero, de los dos hombres obesos no ayuda, y el loco tratando de conseguir unas papitas fritas gratis con una caducada calcomanía del Hombre Araña no ayuda, y el inglés indeciso de la doña china, digo, asiática, ayuda menos.
"A number 3 and a number 5 to go?"
"Wha ber ri, chickan sa?"
"What do you say?"
"I wha cha chickan sa ber ber ive or ri cris sa?"
"What do you want ma'am?", llega la Supervisora tratando de poner en práctica sus poderes psíquicos babélicos.
"Pleeeease, make her point at whatever she wants", sugiere un hombre cuya salivación podría ser comparada a la de Tántalo. "Lord save us."
La Cajera Bancaria mira el reloj, los minutos son segundos, ya es tarde para cambiar de fila, el aire es una carne frita. Pero he aquí que por fin le toca a ella. "Next guest please", dice la Whopperette. "Number 4, no cheese, coke, to stay", ruega la Cajera Bancaria pasando los cuatro dólares exactos para evitar confusión. Oh Dios mío, ¿qué es lo que mira la Whopperette en la computadora? ¿Qué acertijo binario no puede descifrar ni recordar del entrenamiento acelerado? ¿Por qué coño la Supervisora no acaba de venir a ayudarla? Y ya sólo quedan 8 minutos.
No describiré el bulto, hasta par de empujones, que se armó cuando la Cajera Bancaria subió la voz tragándose a la Whopperette; mucho menos describiré la cara de no-sé-dónde-meterme-por-favor-que-se-abra-la-tierra-o-alguien-grite-FUEGO de la Whopperette; sólo diré que la Cajera Bancaria no tuvo tiempo de esperar su combo de grasa y engulló un saludable guineo cuando pasó por el puesto de frutas del hindú en su fracasada ruta del regreso a su infierno de cuatro mosaicos donde la esperaba la Supervisora que le dio un boche.
"May I help the next customer please", grita la Cajera Bancaria. El señor con cara de soberbia, traje Boss, tiene prisa, qué sorpresa; es un gringo acostumbrado a escenitas de escándalo, que siempre empiezan con el odioso "I want to see the manager", por un quítame esta paja. "Yes, I want to cash this check, and please, large bills, and please, a 500 dollars Money Order, and please, 150 dollars in Traveler's Checks, and please, I don't know what's wrong with this card, it just doesn't work, and please, I want to order new checks, and please, before I forget, do you think I can wire a money transfer to Frankfurt before the hour, how much will the fee be? YES?"
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