jueves, mayo 28, 2009
Fuck you Joe Strummer
“My girlfriend is gonna kill me”, dije, en voz alta, cuando entré al taxi a las seis y media de la mañana.
“Where?”, preguntó el taxista mientras seteaba el taximetro.
“117 5th street, between C and B”, le dije. “Oh God, my girlfriend is gonna kill me.”
El taxista me miró por el retrovisor, creí notar en esa mirada fundamentalista el menosprecio, la condescendencia, el asco que mi preocupación de hombre occidental producía en este hombre no acostumbrado a tener que dar explicaciones por sus noches fuera del hogar a una mujer que apenas tiene permiso de mostrar sólo sus asombrosos ojos National Geographic en estas calles infieles.
“Oh God, my girlfriend is gonna kill me”, dije otra vez pensando cuánto odiaba a este indiscreto sol de mayo, en el cielo desde las cinco de la mañana, revelando estragos y excesos, con sus rayos odiosos atravesando el querido cristal de las queridas ventanas de la querida habitación de mi querida novia, despertándola.
“Ay Dio mío, eta mujer me va a matar”, dije, deseando, por primera vez desde Diciembre, estar en Santo Domingo, donde una excusa capaz de mitigar el enojo de mi novia sería tan fácil de lograr.
Por ejemplo, problemas con el carro, par de gomas pinchadas, ir a un Gomero Open 48 Hours en la Independencia y llamarla desde allá, con el sonido del mazo sobre el yunque como música de fondo; ensuciarme la ropa, llegar a la casa echando coños. Aquí en Nueva York no tengo carro, ese fucking subway funciona.
Por ejemplo, ir a una clínica y pagarle al doctor residente para que me enyese un brazo, muestra irrefutable de algún accidente, tal vez un asalto; para que la llame señorita su novio está en Emergencias, no se asuste; para que me llene un Certificado Médico y de paso tomarme un mes de licencia en el trabajo. Aquí estos doctores privan en serios, no entran en eso, una vez traté en el Bronx Lebanon Hospital y el hindú por poco y llama a la policía.
Por ejemplo, ir a un cuartel de policía y pagarle al sargento de turno para que la llame aló tenemo a su marío preso en el detacamento del 9. Esta excusa fue excelente porque ella tuvo que ir a sacarme; manejó desde Gazcue a las 5 de la mañana, pasó por un ATM por si acaso, soportó actitudes y miradas sordidas de los policías, rogó, le dio más dinero al vivo del sargento que aprovechó que yo no podía decir nada. Y cuando llegamos a la casa, yo callado, rumiando mi impotencia contra unos policías que te llevan preso sin tú hacer nada, me metí al baño mientras ella hizo una sopa levanta muertos; sin preguntar por qué no contesté las mil llamadas que me hizo al celular, me miró comer como si yo hubiese venido de una guerra; me llevó a la cama and went down on me for half an hour, dejándome dormir hasta las 8 de la noche. Si aquí voy a la policía es muy posible que encuentren razones para dejarme preso de verdad.
El taxi iba por la primera letra de la ciudad alfabeto, pasando el parque con hombres y mujeres y perros corriendo what a beautiful morning para los que no tienen ni un chin chin de alcohol en la sangre. Mi hermano me contó que en los 80's si uno pasaba por aquí lo atracaban por lo menos tres veces antes de cruzar el parque, los adictos hacían fila esperando la heroína y de vez en cuando sonaban par de tiros. Hoy la imagen más perturbadora son unos homeless cantando "Tainted Love" mientras una vieja pasa por delante del graffiti de Joe Strummer, con su famosa cita: "The Future is unwritten." Qué cojones Joe Strummer. Qué ganas de macanear como diría Roberto Arlt. Sí, the future is unwritten, and the past is written, and the present is being written.
Tal vez lo mejor sería decirle al taxista que doble para Union Square y tomar el tren expreso hacia el Bronx. Tal vez lo mejor sería decirle la verdad a mi novia. Quién sabe, tal vez me perdona.
miércoles, mayo 20, 2009
A Man talks to his Vices
Para J. G. Y N. A.
Una mañana de primavera, después de una noche de excesos, el hombre despertó con resaca. El aire le daba asco, los pensamientos le provocaban arcadas. En ese momento de reflexión obligatoria, el hombre pensó que tenía demasiados vicios. Ya sea por el daño que causaban a su anatomía cuadragenaria, o porque estaba cansado de sentirse bajo el yugo de varios amos, decidió despedir a uno de ellos.
Fácil decir, difícil hacer. La mejor forma de tomar la dura decisión era juntarlos a todos, y que cada uno defendiera su causa.
"What's up? Dime dime dime tú sabes muy bien que cuando me hueles te sientes alto buenmozo tan seguro de ti mismo que eres capaz de hablarle a Scarlett Johansson y levantártela además escribes mil veces mejor también y no es para menos cuando sólo te has dado par de pases puedes pasar la noche entera bailando que te gusta y la noche entera singando así que sé muy bien que no voy a ser yo a quien despidas dime dime dime rápido rápido rápido que tú sabes que no me gusta estar sentada haciendo nada", dijo la Cocaína.
"Muy bien, tienes razón, puedes irte, nos vemos el viernes en la noche", le dijo el hombre.
"Ok, sé que te he hecho pasar muchas vergüenzas, sé que te pongo baboso y a hablar disparates. Sé que te causo resaca, y por eso te pido mil perdones. Pero oye, al menos no eres un borracho busca pleitos, te pongo a hacer el ridículo recitando poemas adentro de un taxi, pero eso es algo que nadie te lo saca en cara. Piénsalo bien, se te va a hacer imposible no beberme si vas a vivir en sociedad. Dondequiera hay que darse un trago. Soy el más social de tus vicios", dijo el Alcohol.
"Es cierto, puedes irte, pero no estoy muy contento contigo", le dijo el hombre.
"¿Voy yo? Ah sí, yo tenía algo anotado pero no lo encuentro. Deja ver, sí, dame un momento... Ah, ya recuerdo... Bueno, la cosa es que no puedes vivir sin mí... Jajajaja... Sí, conmigo te ríes muchísimo, te vuelves cariñoso, sientes más la música y disfrutas más las comedias... Oh yeah... Besides, you know you wanna marry Juana..." dijo la Marihuana.
"Sí, está bien, puedes irte, nos vemos ahorita", le dijo el hombre.
"Antes que nada, déjame decirte que te amo, que el mundo es bello, listen to the music. A mí no me puedes considerar un vicio, me usas muy pocas veces, cuando vas a algún bonche, y cada vez vas a menos. De hecho, bebes más tylenols que equis", dijo el Ecstasy.
"Cierto, puedes irte, nos vemos en Agosto, en Central Park", le dijo el hombre.
En la habitación empezaba a sentirse la tensión. Sólo quedaban el cigarrillo y el café. Ambos se miraban de reojo, tratando de intimidar al otro con cara de desdén.
"Bueno, yo voy a hablar poco. Tengo algunas preguntas que hacerte. ¿Te gusta cagar? ¿Te gusta comer? ¿Te gusta escribir? ¿Te gusta beber? ¿Te gusta hacer el amor? ¿Te gusta oler cocaína y fumar marihuana? Si a estas preguntas contestas que sí, creo que la decisión ya está tomada. Recuerda que cada una de esas actividades las disfrutas más conmigo. Me fumas mientras cagas. Me fumas después de comer. Me fumas mientras escribes. Me fumas después de fumar yerba. Me fumas mientras hueles cocaína. Me fumas mientras bebes. Me fumas cuando estás triste. Me fumas cuando estás contento. ¿De verdad crees que serás capaz de vivir, y disfrutar, tu vida sin mí? Yo, la verdad, lo dudo", dijo el Cigarrillo.
El hombre no dijo nada, miró al Café.
"Primero que nada, o que todo, debo decir que pienso que es una injusticia que me tengas aquí sentado con todos estos, ¿cómo decirlo?, personajes. No soy igual que ellos. Te causo muy poco, para no decir ningún, daño físico", dijo el Café.
"Sí, pero cuando no te bebo me duele la cabeza", dijo el hombre. "Tienes una forma muy exigente de hacer falta."
"Sí sí, sí, pero eso se resuelve bebiéndome", contestó el Café, obviamente nervioso. "Te gusta beberme cuando despiertas, te conforto en los días de invierno, te doy energía cuando estás soñoliento. ¿Qué más? Ah sí, te encanta mi aroma, y soy el menos caro de todos tus vicios, digo, de tus, gustos."
"Café, es cierto que me encanta tu aroma, pero puedo continuar oliéndote sin necesidad de beberte. Lo siento, vete y no regreses."
El Café se paró con cara de pocos amigos, cortándole los ojos al Cigarrillo. Antes de salir de la vida del hombre, exclamó: "Claro, eso es porque soy negro."
miércoles, mayo 13, 2009
Nice Work Mr Priego
El sábado 2 de mayo, en medio de una multitud que bien podría haber sido confundida con estar celebrando unas fiestas patronales, con celulares inmortalizando el espectáculo en fotos y video, fue decapitado un ciudadano haitiano.
Los verdugos justificaron el crimen con un "el haitiano mató a su patrón dominicano", cosa que no dudo. Pero suponía que en mi querida Quisqueya existían los policías, los jueces y las cárceles. Tal vez me equivoco, tal vez en estos casi tres años viviendo en Nueva York todo el sistema judicial ha sido abolido, obligando a los dominicanos a regresar al Alabama del 1950, donde los linchamientos sustituían el cine familiar de los sábados.
Pero no voy a hablar de esto, esta barbarie está mucho más allá de cualquier indignación, sólo quiero dar a conocer el nivel de odio, de desprecio y de xenofobia existente en estos momentos en mi República Dominicana y dirigido exclusivamente hacia los haitianos.
Y en medio de esta atrocidad, el Sr Harold Priego, en su popularísimo Boquechivo, le echa más leña al fuego con sus bien logradas caricaturas de la cotidianidad dominicana. Y claro, sus seguidores, con sus comments, nos dicen del gran aporte, de la incitación manifiesta, del Sr Priego a pasadas y futuras tragedias.
Numeiry Moreno dijo:
12 de Mayo, 2009 - 1:14 am
MALDITOS HAITIANOS MAL NACIDOS MI UNICO Y SENCILLO DESEO ES QUE TODOS , ABSOLUTAMENTE TODOS LOS HAITIANOS SEAN ELIMINADOS FISICAMENTE Y PROBABLEMENTE QUE INCOMODE Y SALGA DESDE YA A MATARLOS, POR ESTAR ABUSANDO DE LAS AUTORIDADES DOMINICANAS
Y así las rosas.
A mí me gustaría decirle al Sr Priego que no es más que un hijo de la gran puta (con perdón de las putas), un ser despreciable, un gusano (con perdón de los gusanos) sin ninguna clase de sensibilidad humana, un maldito racista, pero no se lo voy a decir. Y es una lástima que el Infierno no exista; y además, si existe, el Sr Priego se va a sentir en su casa, con sus hermanos demonios y su ídolo Satanás.
El Sr Priego subió a su blog un post que escribí hace un tiempo, y allí todos sus seguidores, que son muchos, me insultaron de todas las formas posibles. Allí el Sr Priego me cataloga de Pseudo Intelectual, insulto que tomé como un elogio ya que provenía de él, nunca quisiera que un ser de la calaña del Sr Priego piense bien de mí. Yo puedo ser un Pseudo Intelectual, ahora bien, usted, Sr Priego, es una letrina genuina, con perdón de las letrinas.
sábado, mayo 09, 2009
A Man and a Woman sitting at a table at the McDonald's in JFK
Para H.M.
La mujer dejó al hombre. Esa es una forma de empezar esta historia. Los motivos que llevaron a la mujer a dejar al hombre, a mi querido amigo, nunca serán descubiertos. Siempre estarán las teorías de otro hombre, de mujer mala, calculadora, de villana de telenovela venezolana. "Cuando una mujer deja a un hombre, es que ya hay otro de por medio", dice un tipo cuadragenario, solterón, amargado porque quiere que una muchachita de 20 años se enamore locamente de él, cuando el amigo le cuenta la historia, sin darse cuenta de que poco a poco hay menos whisky en la botella, aunque muy bien podría ser ron o varias cervezas.
Pero bueno, empezar la historia por el final no es aconsejable cuando el escritor no tiene el talento de un De Quincey, de un García Márquez. Pero bueno, el final empieza con un fin de semana largo. Aquí sería bueno decir que el hombre vive en Nueva York y la mujer en Santo Domingo; por favor, no musites (me gusta ese verbo, estoy tratando de revivirlo) amor de lejos, amor de pendejo, amor de lejos, felices los cuatro, you are smarter than that.
Entonces, la mujer viene a pasarse un fin de semana largo a Nueva York; ella no trabaja de 8 a 5, ella es, digamos, actriz de teatro, su sueño es participar en La Casa de Bernarda Alba, y en el primer responso se desmayó la Magdalena, en alguna producción seria en Madrid o cualquier capital europea. Allá en Santo Domingo trabajó en Grease, Cabaret, Jesucristo Superstar, La Bella y la Bestia, Victor/Victoria, y ya le confirmaron que será Bombalurina, en Cats, a estrenarse en diciembre en el Teatro Nacional. En su favor hay que decir que rechazó un papel en la exitosa y asquerosa cosa "¿Qué sexo prefiere Javier?" El hombre sí trabaja horario de oficina. ¿Cuál trabajo escogemos? Deja ver, nada que tenga que ver con sudar ni bregar con tuberías o maquinarias pesadas, digamos, ah coño, no se me ocurre nada, digamos que tú vas a escoger la profesión del hombre, usa tu imaginación, pero por favor, nada que ver con las finanzas, podría ser publicista por eso de artista frustrado, a él le gusta pintar, dibujitos de viejos con boinas en parques rodeados de otoño; escribir, algún poema con una línea bella; tocar la guitarra, participó en un tributo a Soda Stereo en Cinema Café, hace par de años, y sólo se cruzó en La Ciudad de la Furia; pero le salen mejor los slogans, y le pagan bien.
¿Los describimos? Él es un hombre común y corriente, estoy hablando de su físico, se ve bien en sacos oscuros pero no tan bien en jeans; estatura normal, ojos marrones, digamos que nadie se voltea a verlo. Ahora bien, si lo conoces lo amas right away, empiezas a descubrir a un ser humano bondadoso, que lloró viendo The Visitor, que cuando se emborracha te hace reír y no busca peleas. Ella tiene piernas de ballerina, cabellos salvajes, su belleza hizo que fuera la protagonista de una serie de anuncios de Toallas Sanitarias donde se le veía vestida de ejecutiva, haciendo aeróbicos en el gimnasio, pasando a buscar a un niño rubio al colegio, cocinando pastas en una cocina blanca y aséptica, abrazando a un hombre rubio con camisa de rayas, una mujer moderna que muy bien podría ser el equivalente de un pulpo infeliz. Pero en la vida real ella no es así, es una mujer divertida que le gusta dormir hasta tarde en la tarde y bailar hasta temprano en la mañana. Inteligente, muchas veces graciosa, devota de Lorca, y exuda una atracción sexual que puede provocarle una erección a un eunuco.
Muy bien, la tarde del jueves de una primavera robada, mucha lluvia, humedad, el hombre esperaba a la mujer en el JFK. En la mañana había terminado una presentación para el mercado latino y fue un éxito, mejicanizó palabras para unos anuncios de una aerolínea en el Subway, jaigüey por highway... Estaba contento por esa pequeña victoria, pero más porque iba a pasar varios días con el amor de su vida; cansado del Skype anhelaba el cuerpo de su prometida. Sí, olvidé decir que estaban comprometidos con anillo de 5,000 dólares diseñado por él y la diseñadora de una exclusiva joyería del Upper West Side, diamantes sobre platino or something like that, y todas las situaciones incómodas de cenas familiares y padres interviniendo en la planificación de un futuro en New Jersey. Habían decidido vivir en Hoboken, para que ella estudiara en una escuela de drama y participara en las obras del estado jardín, menos rigurosas en sus castings que este Nueva York de Arthur Miller y Eugene O'Neill, no de Lloyd Webber. Después de pasar un centro de varias producciones mediocres y varios profesores de dicción, tratarían Off-Broadway con una Nina que arrastrara menos las erres.
El vuelo, como todos los vuelos, se atrasó. El hombre miraba una y otra vez la pantalla de las llegadas, la multitud que salía feliz de aterrizar en un Nueva York donde desde que llegas eres newyorkino, encontrando a su mujer en rubias y pelirojas y negras y morenas que venían desde Denver, Chicago, Buenos Aires, Berlín, nunca de Asunción. Mierda, ahí aparece. Y claro, está más linda que la mujer de su memoria. Sabía que iba a recordar esa imagen para siempre, hey, sin exageración, para siempre. Una cosa que notó, de nuevo, de una vez, su buen gusto. Ella vestía sin tratar de explotar sus tetas, sus piernas, su culo. Cómoda, con una colita que apenas podía contener sus rizos. Pantalón negro, camisa negra, that's it. La cartera amarilla era lo único llamativo, con la correa amarilla que bajaba del hombro como una correa amarilla que baja del hombro de una mujer bonita. Sorry, no tengo metáforas.
Aquí debo decir que el hombre, mi amigo, es una persona metódica, le gusta planificar. Hizo un itinerario de todo lo que iban a hacer en los días y horas y minutos y segundos que estuvieran juntos:
- Jueves, salimos del aeropuerto a las 7 y algo. Comemos lo que sea, PIZZA!!!, y llegamos al apartamento. Dejamos los bultos y salimos a un bar a darnos unos tragos. Como a ella le gusta bailar, la voy a llevar al Key Bar en la calle 13, a veces hay DJ y saxofonista acompañando, o al Sullivan Room, después podemos ir a Barraza en la ciudad alfabeto, para que me siga enseñando a bailar merengue y salsa; entre canción y canción hablamos y catch up. También podríamos quedarnos en el apartamento, el loco de mi primo se fue para Washington detrás de una republicana, haciendo el amor hasta que la gripe porcina acabe con el mundo, bebiendo vino y escuchando mil veces Climbing up the walls, que a ella le gusta tanto y que es tan bueno para hacer el amor. Open up your skull, I'll be there. Fumaríamos la kriptonita que fui a buscar al Bronx y así sus besos serían más largos, más profundos, como si quisiera tragarme o que yo me la trague. Pero es su opción, ella decide, no la voy a presionar.
- Viernes, despertamos cuando ella despierte. Pancakes, me quedan más buenos, jugo de naranja, un tabaco. Museos. El MOMA. También quiero llevarla por Park Slope, me gusta ese barrio, tal vez haya concierto en Prospect Park, alguna banda haitiana, pero sólo por un rato. Una librería, claro. En la noche vamos a ir, tengo los tickets, a ver The Seagull, con Kristin Scott Thomas, le va a encantar, se va a imaginar que es ella la que está allá arriba, en una Rusia olvidada, como yo cuando voy a un concierto de Ceratti o Calamaro o Manu Chao o Beck. Luego vamos a ir al restaurant griego que me gusta mucho, y que nunca puedo recordar el nombre, que queda en West 4, tal vez nos juntemos con Jaclyn y Damian. Ojalá que no quiera ir a bares, me gustaría que después de cenar nos fuéramos para el apartamento para hablar de la boda, la fecha y todo eso. Me gusta Octubre.
- Sábado, lo que sea, podemos quedarnos acostados hasta tarde, viendo las películas que bajé y que, aunque he visto, quiero ver con ella. Amarcord, Dr Strange Love, Milk, The Man Who Wasn't There, Ratatouille, In Bruges, Annie Hall. Hacemos el amor. Pedimos al restaurant mexicano de la esquina. Cayendo el sol salimos al parque. Nos vamos de tienda, ella querrá comprar ropa, of course, yo quiero ir de compras con ella. Vamos a la Apple Store que parece del futuro, con sus escalones de luz blanca Billie Jean, le voy a regalar un iPhone, SURPRISE!!!
- Domingo, vamos a New Jersey a la casa de los viejos. Mamá nos va a hacer una comida bien dominicana, es decir, un sancocho de 7 carnes con arroz y aguacate. Papá estará muy ocupado decidiendo cuál juego quiere ver. Estará mi hermano con su odioso uniforme de policía y su esposa de Kansas City todavía más odiosa y mi sobrino de ojos azules tan adorable. Seguro van mis tías y tíos y primos, y tío Bautista, cuando se emborrache, o se haga el borracho, le va a agarrar el culo. Pondrán bachata, discutirán de política, de lo mal que está mi querida Quisqueya, asustarán a los perros que se pondrán a ladrar, y nos rodearán de ese amor fraternal que es imposible no sentir, no apreciar, no abrumarse. Mi familia. Regresaremos a Manhattan temprano en la noche, pero como su vuelo es para el otro día, no tendremos deseos de hacer nada. Nos quedaremos callados mucho tiempo y si llueve haremos el amor sin mirarnos a los ojos. Tal vez lloremos.
- Lunes, el vuelo es a las 9 de la mañana, no se encontró otro más tarde.
El hombre nota, imposible no notarlo, que contrario a lo que imaginó, la mujer no lo besa en la boca. Cosa extraña, un beso seco en la mejilla después de tanta distancia. No sólo eso, nota que sus ojos están rojos. Ok. Todos hemos enfrentado este momento. La persona que uno ama no quiere mirarlo a los ojos, y uno sabe que cuando abra la boca lo que salga nos va a herir. Eso cuando la persona que deja tiene la integridad de decirlo cara a cara, coger un avión para enfrentar y ver el sufrimiento crecer poco a poco en la cara de la persona dejada como si fuera un cáncer. Los cobardes, no, los leves, los sin alma, no hacen esto, prefieren usar el email, el Facebook, y, según dicen, Phil Collins terminó con su mujer a través de un fax, es decir, además de regalarle al mundo Sussussussusudio, el tipo es un patán. Pero el ser humano, Dios bendiga a este animal optimista, piensa que no importa lo que diga la persona amada, siempre tendrá la oportunidad de convencer, de exponer razones, de transformar una despedida en una reconciliación. Pero bueno, no es mi papel estar dando opiniones, sólo diré lo que pasó. Ella le dijo que, claro, tenían que hablar, ahora, ahora, aquí, en el aeropuerto. No encontraron bancos, entraron al McDonald's. Para usar una mesa para dos, al lado de los zafacones, el hombre compró dos botellas de agua. Y allí, entre niños hermosos, mujeres obesas, hombres obesos, mujeres esbeltas, hombres esbeltos, rubios, negros, latinos, inglés, español, portugués, french, piccoli equivoci senza importanza, el hombre sintió envidia de esos seres que parecían haber encontrado la felicidad genuina, que disfrutaban de una vida con rutinas establecidas por siglos, con sus penas sí, pero también con sus alegrías cotidianas, tan simples, tan perfectas, ser un niño que se recupera de una fiebre empezando el verano, ser el padre de ese niño que abraza a la madre sonriendo ante el apetito renovado. Y allí, en ese McDonald's en el JFK, la mujer metió la mano en su cartera amarilla y le devolvió el anillo.
jueves, mayo 07, 2009
Hermano Cerdo Swine Flu Special
Suplemento especial de emergencia dedicado a la gripe porcina con aportes de Javier Avilés, Juan Vicent, Andrea P. Garfunkel, Terry Gilliam, Javier G. Cozzolino, Ana Laura Magis, Javier Moreno, Mauricio Salvador, Eduardo Varas y 9000vs0006.
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