domingo, enero 31, 2010
Flying Cow
Me invitaste a pasar el final del verano contigo. Llegué en bote, contento; en lugar de un carro, o un caballo, me esperaba un campesino con una vaca para llevarme hasta donde estabas.
"Aquí no usamos vehículos ni caballos, las vacas hacen todo para nosotros", me dijo el hombre que ocultaba su rostro con un sombrero de paja.
Me subí a la vaca y empezamos a volar. Pasamos pinos altos. Pasamos manglares llenos de mosquitos. Pasamos vastas parcelas verdes sembradas de arroz. Pasamos un río amarillo. En la cima de una montaña estaba la casa grande donde me esperabas mirando el cielo.
Pero no me esperabas en la galería, en el frente de la casa; me esperabas en el patio; y sin besitos de bienvenida me llevaste de la mano a través de un camino cubierto de matas de cacao, parecido a un túnel, hasta una cabaña oscura.
"Tenés que quedarte aquí, ni mi familia ni mi esposo pueden saber que existís."
Allí pasé mis vacaciones. En la madrugada me llevabas comida y te quedabas conmigo hasta el amanecer; triste, esperándote, pasaba el día entero acostado en posición fetal.
miércoles, enero 27, 2010
At Lehman College
La primera vez que fui al Lehman College fui a ver un festival de salsa. El ticket lo recibí de las manos de un conguero que tocó con Héctor Lavoe, y que, junto con un grupo de salseros con canas, y sus jóvenes protégés, se mantiene dando conciertos fuera del mainstream; es decir, ya nadie los contrata para tocar bodas de oro, para abrirle a Marc Anthony, para grabar un LP, digo, cd. Allí bailé y canté buena salsa, con alma, con cien trompetas, trombones y saxofones, tan diferente a la de estos salseros románticos de ahora, sin protestas sociales, tal vez porque se acostumbraron a ver a sus paisanos disfrutando de esa felicidad limitada, sin sorpresas, que da un cheque semanal del Welfare. Y no porque sea romántica, porque dime cómo me arranco del alma esta pena de amor, esta pena de amor, el inmenso dolor.
Esta vez no hubo música. Fui al Lehman College para cumplir con unas amistades literarias. Me tenían que ver. Llevé mi iPod, tal vez sería lo bastante oscuro para escuchar a The Smiths mientras alguien declama un poema de amor con ojos negros como brasas, labios rojos carmesí y lagrimas amargas ante el vacío total de tu ausencia perenne. Debía asistir a la puesta en circulación de dos libros de dos amigas:
- Why Boricuas Talk That Way, de Esmeralda Padrón Rivera
- Dominicans, Are They Too Loud?, de Yisirys Taveras
Poca asistencia. En la mesa solemne estaban mis valientes amigas rodeadas de personas serias. Ropas y rostros sobrios. Lo único simpático en la tarima era una jarra de vidrio llena de agua.
No bien empezaron las introducciones, las presentaciones, las cobas recíprocas, las anécdotas personales cortadas ante el descubrimiento de que se estaba en un evento público y no en la sala del apartamento en Harlem de una poeta del underground, la gente empezó a irse. Expertos en la desaparición varios hombres se desvanecieron ante mis ojos.
Well, my book is an ongoing investigation about the roots of the spanglish, dijo Esmeralda.
No se entiende, dijo una voz.
Well, my book is an ongoing investigation
No, no, puñeta, no understand nena.
Varias voces apoyaron el pedido. En la mesa hubo deliberación, y un hombre asumió los gestos de traductor. Se tocó el nudo de la corbata, se puso unos lentes, y miró a Esmeralda con un I am ready, let's do this.
Well, my book is an ongoing investigation about the roots of the spanglish.
Well, her book is an ongoing investigation about
No, no, canto e cabrón, no se entiende.
Sorry sorry, bueno, su book es un ongoing investigation sobre las roots del spanglish...
Cuando le tocó el turno a Yisirys Taveras, en la mesa había más gente que en el público. Y como pasa, ya la actividad cultural había tomado la forma de reunión en un patio debajo de una mata de peras. El público se tomaba libertades, interrumpían sin levantar la mano, iban a orinar cada dos minutos, algunos textiaban, algunos actualizaban status en Facebook, "Bored to Death at Lehman College".
Mi libro, "Dominicans, Are They Too Loud?", lo escribí basado en mi familia y mis vecinos dominicanos, dijo Yisirys.
NO SE OYE, dijo una voz.
Mi libro "Dominicans, Are They Too Loud?
QUE NO SE OYE QUE HABLE MÁ DURO MAMI.
Pocas cosas tan aburridas como una actividad cultural, especialmente si se trata de Literatura. Un grupito escogido por amistad, posición política y devoción a Benedetti, excepto La Tregua, trata de discutir y buscar soluciones a problemas que no existen, nuevos derroteros para la Literatura, olvidando que ella siempre ha demostrado ser una loca independiente, ciega, sorda, y apta para buscar, y encontrar, y escoger, el camino que le dé su maldita gana.
Por eso he decidido, con mucha humildad, sugerirles a los organizadores de estas actividades culturales la contratación de un mono. Un mono resuelve el problema del aburrimiento. Usted agarra un monito macaco, plebe, y lo pone en una de esas terribles mesas llena de conferencistas, poetas y críticos, y usted verá los resultados. El público no se parará ni para ir a orinar, hipnotizado por los movimientos y muecas del mono. Usted verá a humanos con la concentración de un colibrí, mudos de interés, mientras un conferencista discursea sobre la relación obligada entre un verso de Borges y las camisas planchadas con almidón, al mismo tiempo que el mono se pajea. De hecho, después se podría entrenar al mono para que además de practicar su onanismo también le tire mierda al que se duerma.
Picture by jag9889
podworkorange.com
sábado, enero 23, 2010
Bloodwork
Después de mil llamadas sin contestar, después de mil mensajes borrados sin ser escuchados, después de mil mails delete delete delete sin ser leídos, contesté el teléfono por equivocación a las 7 de la mañana, medio dormido.
I have to see you.
Yo no quiero verte.
Please, papi, please.
Ok, I give in; quiero verla para verle la cara cuando le pregunte cómo me hizo eso con Josh, un carajo que se embarra de Calvin Klein, un maldito leve que defendió el Oscar a Titanic, un imbécil que lee a Dan Brown. Nos vamos a ver, pero no en mi sótano, pero no en su apartamento como ella quiere y donde puedo ser tan débil. Como hoy tengo que ir a trabajar en Wall Street, nos vamos a encontrar en el White Horse Tavern. No quiero verla en la fealdad del Bronx, donde brilla como un cocuyo entre fantasmas.
La primera vez que una mujer amada me dejó era muy joven y me enfermé de gastritis. La segunda vez que una mujer amada me dejó no era tan joven y me enfermé del caco, con ataques de ansiedad en la madrugada. Esta vez tengo 40 años y me enfermo de la espalda. Tal vez fue alguna fuerza que hice cuando recogí todas mis cosas de su apartamento y las subí en un taxi bajo una nevada, me jodí el Latissimus dorsi.
¿De dónde es usted Doctora?
I am from India, are you from Bangladesh? You have a bindi.
No, yo soy dominicano.
Take off your pants.
Ayúdeme a quitarme las botas.
Can you show me where it hurts?
Aquí, aquí, y aquí.
Here?
No, un chin chin más abajo.
El área del hospital donde sacan sangre y analizan orines está llena. ¿Es sacarse sangre una actividad social, como ir al Mall, para los humanos que están solos? ¿Por qué coño tienen que sacarte como dos galones de sangre? ¿Hacen los doctores orgías sangrientas mezclando bloody marys con la sangre de los pacientes cuando cierran los hospitales? Es un misterio. Después de la sangre, donde la enfermera tiene una foto de Steven Segal, me llaman para fotografiarme el esqueleto.
Take off your clothes.
Ok.
Put on this gown.
Mire carajo, yo no me voy a poner esa bata que no sé quién coño se la puso antes.
It is clean.
No me importa, y si se está preguntando, tampoco voy a dejar que me inyecte la lepra.
You are funny.
No estoy relajando, al hospital viene gente que se supone enferma, no me voy a poner nada que alguien más ya usó.
Ok, let me get a new one.
Sí sí, que sea nueva en su funda.
Salgo del trabajo para encontrarme con ella en el bar donde Dylan Thomas se bebió 18 whiskies. En la libertad de la calle escucho un mensaje de la doctora diciéndome que no necesito una operación, pero que lo coja suave por un mes, nada de bailar reguetón, nada de Kamasutra. Suddenly, I change my mind, y me meto en la parada de Fulton Street para coger el tren 5 hacia mi sótano. Fuck her. Fuck her. Fuck her. We will never meet again.
Picture by Joe Laut.
sábado, enero 16, 2010
to be a poet
Para ser poeta
no necesitas de mucho
una ciudad sucia
un gobierno corrupto
una mujer que traiciona y olvida
lápiz, papel
y el inexorable insomnio.
Drawing by JP Andrade.
viernes, enero 15, 2010
Your Poem
Mami, el poema que me pediste
salió a fumar mientras nevaba
sintió deseos de caminar
hasta la estación del tren
allí encontró una homeless
y se hizo el loco cuando
le rogó gimme some change.
¿Qué te digo?
Se voló sin pagar
se fue hacia Manhattan.
Regresó a mí casi amaneciendo
estornudando y tosiendo
con la nariz como un tomate
con dolor en la espalda
se acostó con fiebre
se arropó de pies a cabeza
y antes de cerrar los ojos
me dijo que te dijera
que cuando despertara sería totalmente tuyo.
miércoles, enero 13, 2010
Hell, I mean, Haití
En una entrevista al presidente Préval, el médico hindú de CNN le preguntó por qué él estaba en el aeropuerto:
"This is where I will live until further notice. I have no home. Parliament has collapsed. The Tax Office has collapsed. Schools have collapsed. Hospitals have collapsed. There are a lot of schools that have a lot of dead people in them."
Es decir, si el presidente del país no tiene casa porque el Palacio de Gobierno se derrumbó, si el número uno no tiene techo y está cogiendo lucha bañándose en un baño sin ducha y con graffitis plebes en las paredes y signos y letreros en la puerta anunciando el sexo del que puede entrar, ¿qué se puede esperar para el resto de la población? Desesperanza infinita.
pat robertson, el viejo del club setesiento, dijo que esta tragedia pasó en Haití porque the slaves allegedly made a famous pact with the devil in exchange for victory over the French. "Te serviremos si nos liberas de los franceses", propusieron a Satanás, en 1791, los esclavos que en un futuro se conocerían con el azaroso nombre de Haitianos. Y El Maligno, según el viejo del cluv seteziento, contestó, "Hell yeah", y expulsó a los franceses. Y yo le creo, porque el viejo del clu ceteciento estaba ahí durante ese pacto, de hecho, él firmó la contraparte del mismo. Y yo me preguntó, como diría Chris Rock, What the fuck happened to the word "Crazy"?
Otra cosita, sería bueno que lleven a un Bill Clinton, a un Al Gore, a un Morgan Freeman, digo, Mandela, a un Bono, a cualquier otra figura que no se vaya a ensuciar la imagen por unos billoncitos de dólares, para que verifique cada depósito, y firme esos cheques de la cuenta de las donaciones, que pida factura hasta por una libra de azúcar crema, por una curita, por un galón de gasolina para el motor del delivery de las malas noticias, porque ahí se va a robar con cojones; antes de finalizar el año se comprarán varias mansiones en Europa y los fabricantes de yates ya ordenaron el aumento en la producción de la línea Hedonist III; pronto veremos varios tipos de quesos en los supermercados de Santo Domingo con la leyenda "Donado por Suiza".
"Se necesitó un terremoto para que los dominicanos quieran a los haitianos", "Ahora todo el que hablaba mal de Haití quiere dar", piensan algunos dominicanos que odian la hipocresía y el sentimentalismo del momento; yo creo que todo el que quiera dar que dé, que no se critique, los haitianos necesitan muchas cosas para ponernos ahora a analizar sinceridades, si con eso duerme mejor, que dé y amén, Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Who knows, tal vez este terremoto hace a muchos hijos de la gran puta dejar el Dark Side de la Fuerza, aunque sabemos que el Dark Side es muy poderoso y sólo Darth Vader pudo abandonarlo.
jueves, enero 07, 2010
kapé
Yo podría decirles, dijo el dominicano, de un primo mío de cuarenta años que vivió diez de esos aquí en Nueva York, pero se enamoró de una hondureña por el Infernet y ahora mismo es aprendiz de mecánico en una acera de Tegucigalpa.
Yo podría decirles, dijo el boricua, about un par de patas living in my building, debajo de mí, y para Christmas they asked me qué quería de regalo, y les contesté, "I wanna watch", y puñeta, me regalaron un Timex.
Yo podría decirles, dijo el único paraguayo en Nueva York, que en Encarnación, una ciudad, no, una zona donde seres humanos se han asentado y tratan con sus picos, palas y tractores de urbanizar el cielo, como a 349 kilómetros de Asunción, frontera con la Argentína, nos juntamos una vez, después de un día de carnaval particularmente hermoso, un grupo de hombres y mujeres borrachos endulzando el aire de la madrugada con guaraní, y cocinamos un picadito de carne, y el cocinero tenía una caja de dientes que cayó en el caldero, y ninguno de los comensales se quejó de repugnancia.
Otros, en la improvisada velada para pasar la tormenta de nieve, tenían mejores historias, mejores voces que estas; pero eran tímidos, o simplemente no les daba la gana de compartirlas.
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