miércoles, julio 31, 2013

Dominican Bohemian Nights


Oh eran aquellas unas noches bohemias. Usualmente caminábamos la Zona Colonial en busca del tesoro prometido a todos los elegidos por la Genialidad Pura Caribeña, esa que no le importa obtener ninguna remuneración por sus dones, tratando de encontrar cualquier lugar donde no tocaran rock dominicano, por lo menos no en vivo. Oh sí, muchas veces fuimos engañados. Llegábamos cayendo la tarde, el dueño, o dueña del bar, nos entretenía con algún fondo musical que, a pesar de no estar en nuestros iPods, no molestaba tanto. Goodbye stranger, it's been nice, hope you find your, paradise... Después de las 8 empezaban a aparecer esos presagios del cataclismo. Hombres melenas con estuches negros sospechosamente parecidos a esos que usualmente contienen instrumentos musicales adentro. Y si el concierto en sí se siente igual que una quimioterapia para los oídos, ya puede usted, querido lector, imaginar el soundcheck.

Oh eran aquellas unas noches bohemias. Al final de la nota caíamos por algún antro del Malecón. Alguna arquitectura efímera donde vendían cervezas y cigarrillos a precios de cocaína, con algún descuento en combos. Una madrugada esta mujer con sombrero caminaba las rocas suicidas del Mar Caribe; inmediatamente alguien mencionó al viejo Chagall, y yo le pregunté a Silvio Rodríguez (bueno, no al mismo Silvio, si no al Lenny, un amigo que cantaba canciones de Silvio en Casa de Teatro cualquier día de la semana menos los martes, porque, ya se sabía, los martes eran de Sabina), yo le pregunté, "Silvio", digo, "Lenny, ¿qué es eso de Unicornio Azul, es cierto que eran unos jeans?". Y Lenny, me contestó con uno de sus acostumbrados enigmas, "Así mismito querido poeta, ya se acabaron las cervezas."

Oh eran aquellas unas noches bohemias. Casi siempre, camino a la cama con el alba, nos sentábamos en la Barra Payán a comer derretidos de queso con tomates verdes. Los dos últimos quijotes esperábamos salivando el apogeo del paladar, mientras una mesera, muy vieja ella, nos buscaba nacionalidades orientales de acuerdo a nuestra apariencia de lunares negros y barbas negras:

-Tú ere de hindú, y tú ere aganitaleño.
-¿Y de dónde es el queso danés?
-Bueno, el de aquí e de La Vega.

lunes, julio 29, 2013

Coney Island of my mind


Una cosa divertida es descubrir pequeños plagios dignos, homenajes de genio a genio (nada que ver con Bryce Echenique o Pérez Reverte). Twain, en su "Un Yankee de Connecticut en la Corte del Rey Arturo", escribió sobre el protagonista prediciendo un eclipse, pero no por un arduo conocimiento de Aristóteles, sino por el hecho de venir del futuro, engañando a la plebe inglesa, a los caballeros de la mesa redonda, y al muy bestia de Merlín, haciéndose pasar por mago casi divino al caer la noche en pleno mediodía. ¿Tengo que mencionar "El Eclipse" de Monterroso?

Otra cosa divertida son los plagios de las sensaciones, tal vez la activación de la memoria emocional, si existe esa vaina. Versos que traen a la mente otros versos, aunque no coincidan en palabras. Verbigracia:
.
"Se nos fue con sus rosas el Irán", Khayyam.
"La cruz del infiel borrará la luna", Borges.

"¿Por qué no desde ya los juguetes y el incienso?, Rimbaud.
"¿Quién nos enseñará a vertir la alegría de la memoria?", Breton.

El caso de Woody Allen con S. J. Perelman puede catalogarse de plagio a la clara. Me parece más interesante lo de Allen con Flann O'Brien:

"El viejo giró la cabeza para mirar y recibió un golpe atrás del cuello con la pompa de echar aire de Divney que lo knockeó y probablemente le aplastó la nuca. Mientras caía en el lodo no gritó. En lugar de eso lo escuché decir algo suavemente en un tono conversacional—algo como 'A mí no me gusta el apio'..." "El Tercer Policía"Flann O'Brien.

"¿Quién hubiese pensado que mientras Needleman miraba la demolición de un edificio en su hora de almuerzo, sería golpeado ligeramente en la cabeza por una bola de demolición? El golpe causó un shock masivo, y Needleman expiró con una ancha sonrisa. Sus últimas, enigmáticas palabras fueron, 'No gracias, ya yo poseo un pingüino'''. "Recordando a Needleman", Woody Allen.

"No sólo la eternidad existe, sino que a ella se llega en un ascensor", Flann O'Brien. Y en su película Deconstructing Harry, Woody Allen usa un ascensor para bajar al infierno.

"La inmortalidad es más fácil de encontrar en Dublín que una habitación de precio razonable...", Flann O'Brien.
"No solamente Dios no existe, sino que trata de conseguir un plomero en el fin de semana", Woody Allen.

He encontrado otras muchas coincidencias entre estos dos genios, así que decidí ir y preguntarle a Woody Allen si había copiado a Flann O'Brien. Asistí a todas las actividades aquí en Nueva York donde se anunciaba su presencia; por fin lo agarré la otra noche en un Stand Up de Mort Sahl. Me acerqué a su asiento, sigilosamente, y le jalé, suavemente, la oreja derecha, mientras le musitaba: "Mr Allen, did you copy Flann O'Brien?" No sé lo que contestó, un desaprensivo me dio un yaguazo en la nuca y desperté en una ambulancia hacia el Beth Israel Medical Center. Mis primeras palabras al paramédico fueron: "Mingo, ve a Vimenca que ya yo te mandé esa remesa".


Image by Ernesto Oroza

domingo, julio 28, 2013

Oncle



Sin intención de regatearle ni un chin chin chin de mérito al trabajo salvador de los plomeros, creo que es una injusticia social que exista el Día Del Plomero y no exista el Día Del Tío, esa figura masculina en la vida de toda persona (que no tenga una familia demasiado disfuncional), que con par de golpes de suerte (accidente automovilístico del padre; patatú cardiaco del abuelo), puede alcanzar el número 1 en el Hit Parade de las responsabilidades sentimentales y financieras de dicha persona. Mucho más importante que un plomero, por lo menos en situaciones que no tengan que ver con tuberías rotas o inodoros tapados.

Aunque apreciando la calidad y el tiempo usado en la elección y compra de los regalos al Padre, al Tío le saldrían con un chicle macao, si acaso.

sábado, julio 27, 2013

Nantucket


Ven, ya estoy lista, empieza tu cuento.

Imagina un hombre chiquito, gambao y con ojos de macotoro que vuela hacia una isla llamada Nantucket. No le gustan los aviones, él dice que por claustrofobia, la verdad es que les tiene miedo. Ha escuchado sobre Nantucket: Moby Dick; había una serie de televisión, Wings; también una amiga que pasó un verano allí aprendiendo inglés; además está el poema de William Carlos Williams.

Sí, ahí mismo por favor, lento. ¿Recuerdas el poema?

Flowers through the window
lavender and yellow

changed by white curtains—
Smell of cleanliness—

Sunshine of late afternoon—
On the glass tray

a glass pitcher, the tumbler
turned down, by which

a key is lying— And the
immaculate white bed.

Tu voz no es bonita, pero me gusta.

Imagina que el vuelo de New York a Boston, apenas 40 minutos, con los Simpsons, fue muy agradable, los oídos del hombre no molestaron. Ahora está en el aeropuerto de Boston, esperando el vuelo a Nantucket. Son las 9 de la noche, y está empezando a sentir hambre, pero no comerá nada, no quiere que su estómago se vuelva arisco si enfrenta turbulencias. Mira a su alrededor y sólo ve 4 pasajeros más, el avión irá vacío, piensa.

Sigue por favor, un poquito más lento.

Ahora imagina que camina, muy sorprendido, esto es muy irregular, piensa, por la pista del aeropuerto siguiendo a un empleado de Cape Air, en busca del avión. Primero ve uno del tamaño de una guagua, es muy chiquito, piensa; luego ve otro del tamaño de una Range Rover, es demasiado chiquito, piensa; por fin llegan a uno del tamaño de un cepillo Volkswagen, NO, YOU ARE FUCKING KIDDING ME, dice en voz alta. Todos se ríen al ver la expression en su cara. It is very safe, le dicen los otros pasajeros, y esto no ayuda. Tampoco ayuda ver que con apenas 5 pasajeros esta cosita va llena, que el guía de esta cajita de fósforos con alas es del tamaño de una herradura, y que hay cables sueltos debajo de los pies del chofer, digo, piloto, quien cada dos minutos golpea con su dedo índice un aparatico que emite una luz roja intermitente, a veces suena un beep. Pero bueno, imagina que despegan, y que el hombre por poco se tira sin paracaídas, pero no del miedo, no, si no por el olor a cebolla que despide la comida que comen una pareja de recién casados y que dura los 40 minutos del vuelo. Imagina que aterrizaron en Nantucket, sin contratiempos.

Más lento, así. Ahora habla de Nantucket.

Imagina una isla de verano para los ricos, no nuevos ricos, estoy hablando de dinero añejo, de ese que no necesita exhibirse. Todos son rubios. Los carros parecen no tener bocinas. Las casas son de madera, no pueden pasar de 2 pisos, a excepción del Museo de la Ballena, y la opulencia es una piscina, un jacuzzi, un jarrón blanco, un cuadro en una habitación. Las calles son de piedra. Todomundo tiene un bote para pescar. El aire huele a mar, a camarones, a calamares, algunas veces a río. Hay zafacones para el aluminio, para el plástico y para la basura orgánica. Los policías son amables, llegan a una fiesta que apesta a marihuana, You're doing nothing wrong, but your voices travel, If I come back here there's going to be a 200 dollars fine, and you all are going to jail. Los perros salen en revistas y usan collares. Flores blancas en todas partes, y hortensias. No vi caballos, pero vi señales para caballos. Imagina un faro antiguo en una playa donde nadan leones marinos.

Ahora un poquito más rápido por favor, pero no dejes de hablar.

Imagina que el hombre tiene en Nantucket dos horas, está un chin chin chin intoxicado, fuma un cigarillo mirando el cielo full de estrellas afuera del Cambridge. Imagina que una mujer rubia, con un culazo, con una faldita blanca, como de jugar tennis, le quita el sombrero y se lo pone. Imagina que ella empieza a hablar de Sophie Calle, y que, naturalmente, esto la lleva a Paul Auster, y que, naturalmente, esto la lleva a la Invención de la Soledad. Imagina que ella le dice al hombre que le escribió una carta a Auster, I want to fuck you Mr Auster. Imagina que la mujer habla muy cerca. Imagina que le agarra la mano al hombre y que no lo suelta en toda la noche.

Un poquito más rápido, más, un poquito más. ¿No tienen nombres?

Imagina que se llaman Betzy e Ibrahim, como en un poema de Brodsky. Imagina que se montan en un taxi con una bola de discoteca adentro, que bajo esas mil luces se besan por primera vez. Imagina que Betzy le dice a Ibrahim, Before I met you, I was always lonely. Imagina que Betzy lleva a Ibrahim como a diez fiestas en diez casas distintas, todas iguales excepto una en la que un hijo de Bob Dylan canta canciones de U2. Imagina que, casi al amanecer, llegan a una casa con una piscina llena de botellas de vodka. Imagina que Betzy agarra una botella y se lleva a Ibrahim hacia la playa, que queda cerca. Imagina que allí se transforman en leones marinos y, como si pertenecieran al folklore de Irlanda, o de Islandia, desaparecen en el mar. Imagina que un jardinero lituano, o dominicano, o búlgaro, jura haber visto a un hombre y a una mujer nadando con los leones marinos; nadie le cree, todomundo sabe que los jardineros lituanos, o dominicanos, o búlgaros, siempre están en hongos.

Oh Dios mío, qué bueno. Pero no me gusta ese final. Bien sabes que soy atea, que soy práctica, detesto la fantasía, la cursilería no me conmueve.

Ok. Entonces imagina que la playa fue invadida por botas, botes y buzos en misión de rescate. Imagina que nunca encontraron los cuerpos.

Espérate un momento, no, no me toques, todavía estoy temblando; pero tampoco me gusta ese final, es muy trágico.

Ok. Entonces imagina un final común, imagina que nunca se separan por toda una semana, que por suerte ambos viven en New York, Betzy en Brooklyn, Ibrahim en el Bronx, y que cuando llegan a la ciudad se llaman y se encuentran esa misma noche en Manhattan, cerca de donde mataron a John Lennon, y como son muy románticos, deciden pasar sus vidas juntos, o por lo menos los fines de semana. Imagina que debido a este final este es el último cuento que escribo en tu cuerpo.

Eso ya lo había imaginado. Ahora voy a imaginar que dejas las llaves sobre la mesa, que cierras bien la puerta, que duermo todo lo que queda del verano.


Painting by Marilyn Chamberlain

viernes, julio 12, 2013

Sabana de la Mar


El hombre se sentó en la cama deseando un tsunami. Miró a todas partes y comprobó que era su mujer la que roncaba como un camionero. Cualquiera la compra, y hace casi un año se puso de borracha a dar show bailando pegao con un italiano rarísimo en la boda de una amiga. Pensó en la palabra VULGAR.

Caminó hacia el baño. Cinco años de lo mismo. Debajo de la ducha pensó en las palabras TAEDIUM VITAE. 

Sería bueno subirse a una guagua y visitar Sabana de la Mar. Le gustaba ese nombre. Julio Iglesias iba a Sabana de la Mar en helicóptero a comprar masa de cangrejo, ¿o era a Miches?

Salió del baño y buscó una corbata para el saco gris de los miércoles, recordó que era domingo. Hoy era el día para ir a comer con los suegros y la familia de la mujer. Hoy era el día para hablar de la historia del mueble y de niños superdotados que ya hablan por el celular. Hoy era el día para desaparecer.

En Sabana de la Mar anuncian a través de una bocina que se escucha en todo el pueblo cuando hay habichuelas blanditas en casa de doña Niña. Una sirena anuncia el atardecer, nunca un incendio.

Fue a la cocina y puso la greca. Encendió un cigarrillo ojeando el periódico. En Sabana de la Mar no tendría que deprimirse leyendo sobre ciudadanos atrapados entre atracadores y policías. Para un hombre con una maestría en Alta Gerencia de INTEC no debe ser dificil aprender a pescar criaturas marinas, olvidar, empezar otra vida. Lo importante es no sentir vergüenza por ser pescador; lo importante es no responder cuando un conocido te llame en la calle; lo importante es aprender a vivir en una cueva sin aire acondicionado pero con el mar en la ventana. Recordó a Pound: "I have seen fishermen picnicking in the sun..."

Saboreó el café como un condenado a muerte que ha sido liberado por ser inocente. Pensó que sólo necesitaría un bulto con pocas cosas, pararse en un cajero automático y sacar todo el dinero permitido, y ahí mismo romper las tarjetas. No podía llevarse el carro, no sería justo para ella ni para los pescadores. Podía seguir usando su nombre: Juan es cualquiera.

Debería escribir una nota de despedida, eso evitaría una búsqueda policial. Después de unos años, cuando su piel esté curtida por el sol, cuando haya perdido ciento cincuenta libras con su dieta de pescado, la llamaría por teléfono. La verdad es que no se iba por ella, era todo, era la ciudad, era él. Ella no lo seguiría; ella no dejaría este apartamento en Arroyo Hondo por un muelle con yolas de colores frente al mar. Ella era feliz.

Fue a la habitación, tomó el bulto rojo, echó par de jeans, par de t-shirts y unos tennis diesel nuevos: regalos de su mujer para ponerlo a la moda. Se iría en havaianas, también un regalo de su mujer, dejaría que sus pies aprendan a respirar en la calle. La mujer despertó, le sonrió.

-Buenos días lindo. ¿Qué haces?
-Me voy a vivir para Sabana de la Mar.
-No, otro día nos vamos; hoy tenemos que ir donde mamá, ta va hacer un pastelón de berenjena.

El hombre se pasó la mano por la barba, decidió afeitarse y empezó a vaciar el bulto: primero los t-shirts, luego los tennis diesel, y por último los jeans, que metió uno a uno en el gavetero, doblándolos como su mujer le enseñó a doblarlos.

Hipster Cat Salutation












Oh generación de ignorantes de Pound
Que no pintas paisajes o retratos
Que no alivias dolores del cuerpo 
Que no escribes novelas o poemas
Que no cocinas pastelones o paellas
Que no tocas Merengue o Jazz
Que no manejas un camión de bombero.

Yo te he visto
Caminando por Central Park
Eligiendo árboles para que posen
En las fotos de una bicicleta.

Yo te he visto
Descuidadamente arreglando
Por 23 minutos tu bufanda
Hecha a mano por las manos 
De una niña india de 8 años.

Yo te he visto
Usar esa bufanda de antifaz
Cuando pasa un mendigo
Que vive en el Subway.

Yo te he visto
Preocuparte por un gato
Que maulla en la basura  
Y sin envolverlo en esa bufanda
Amorosamente nombrarlo Brooklyn.

Y ese gato tiene menos alma que ese mendigo
Y tú tienes menos alma que ese gato
Y con cada primavera hay una nueva tienda 
Donde puedes comprar tu exclusiva ropa vintage. 

domingo, julio 07, 2013

Watch Out


Por ejemplo:

Un hombre honesto y educado estaba una noche en un barrio llamado Prosperidad de un pueblo dominicano, es decir, un hoyo, compartiendo un juego de pelota entre Nueva York y Boston con amigos y perico. Sabía muy bien que no debía esperar muy tarde para irse, pero el perico rindió muchísimo y el juego se fue a extra innings y al otro día estaba libre.
Las dos de la mañana de un martes de un barrio llamado Prosperidad en un pueblo dominicano es la mejor hora para el atraco. Cuchillo. Machete. Pistola. Escopeta. Lo primero que descorazona al damnificado es la oscuridad mecánica. Se le rompe el corazón ahí mismo; teme a los hombres, pero requiere consuelo humano.

El hombre teme por su vida y por su vespa, nuevecita, verde, tan necesaria, tan lejos de los Hondas 70. Miró la luna y esa intoxicación ámbar le dio valor. Bajó toda la Duarte hasta la Circunvalación con una taquicardia controlada por pensamientos felices. Justo en ese multifamiliar él besó a Natalia por primera vez. La dicha le duró hasta la entrada de la Reforma. Allá en el medio de la misma calle estaba un tipo enmascarao con una media nylon apuntándolo con una escopeta. Aceleró su mundo hacia lo inevitable y justo cuando tenía el atracador arriba gritó: “CUIDADOOOOOOO..."

Como no escuchó ningún tiro el hombre aceleró de nuevo su vespa, nuevecita, verde, tan necesaria, tan lejos de los Hondas 70. 

sábado, julio 06, 2013

Bx7 from Riverdale

He was at a Rite Aid one afternoon. 
She was there by the Shampoo aisle. 
She rubbed his dick.
She showed him a picture of her pussy.

He asked her to take a cab to the Bronx Zoo. 
A short yellow dress longing for a compliment.
He slept with both his knees on her back.

Driving a bus from Riverdale to the Heights. 
She sees jewish comfortability. 
She sees dominican loudness. 
First, she saw lots of trees.
Then, she saw lots of garbage. 

He surprises her one morning. 
He will be her only passenger. 
First, they kissed. 
Then, they went to Coney Island.

Nobody noticed the big whale. 
Nobody missed them. 
New York City's public transportation works.  
Sometimes it makes people happy.

jueves, julio 04, 2013

The Race Cab


Desde que alguien floja, "I'm not a racist, but...", algo racista viene por ahí. Having said that, yo no soy racista, pero en el Bronx sólo me monto con taxistas que hablen español. Dominicanos, boricuas, ecuatorianos, hay muy pocos mexicanos, los ticos son raros en cualquier lado, el sábado me topé con un argentino que se pasó el viaje entero repitiendo la palabra Empanada. 

Wait a minute, antes de juzgar mi, cómo decirlo, preferencia por los devotos latinos del rush hour en el Cross Bronx, déjame justificar lo que parece injustificable. De más está el repetir que no se puede generalizar, que una golondrina no hace verano, pero si cada golondrina africana, o de Bangladesh, o árabe, manejando un Lincoln negro se pierde buscando Broadway entre la 213 y la 214 en Inwood, y no tiene GPS, y no prende el aire ni con una temperatura a 100, y además le cobre a uno, siempre, cinco dólares de más, bueno, fuck that swallow. Y no soy sólo yo, y no soy sólo yo, usted se para al lado de latinos esperando taxi en cualquier calle del adorable Bronx, y escuchará perlas como esta, dichas por una doña o cualquier teenager: "No no no, ese no, que e un africano." 

Así que en el atardecer elegido para este BBQ del verano estaba yo en la Morris Park esperando un taxi que me llevara al final de Dyckman; en el parque de la marina al lado del mítico Hudson, que cumpliendo el presagio de Lorca, continúa emborrachándose de aceite, pero de cocinar, me esperaba la familia entera con una carne de cerdo tres días sazonada humeando sobre una parrilla. Es decir, ladies and gentlemen, la cita era inevitable. La temperatura rondaba los 90 grados con una humedad de 110, un clima perfecto para los fans de los patatúes con llamadas al 911. Mientras esperaba salivando, varios taxis se pararon. No no, keep going keep going, les decía con la mano. Pero ahí viene uno con un taxista que parece banilejo, hasta con gorra de los Mets, nice.

-Dale pal final de Dyckman y pon el aire please.
-Sorry, no mucho spanish my friend.
-¿Qué?
-Sorry, no mucho spanish my friend.
-Ah crap.

No sé por qué, pero inmediatamente sentí que esa gorra era un camuflaje para atrapar pasajeros latinos. Tengo muchos amigos musulmanes, lo primero que me preguntan es, "Are you a muslim brother? You look like my cousin", y era la primera vez que veía a uno con una gorra de un equipo gringo de pelota. Además, tenía puesto la Mega, sonaba una bachata en vivo con Anthony Santos repitiendo que le gusta esa vaina.

-What happened with the Mets today?
-What my friend?
-Of course. Where are you from?
-I'm from Egypt my friend.
-Wao, have you seen the Pyramids?
-Yes my friend, very overwhelming.
-I can't imagine.
-You dominicano my friend?
-Yes. Could you turn on the AC please?
-Oh no, but we have good weather, not even a hundred my friend.
-Not even a hundred my dear desert friend.

Al final me resigné al calor, recordé el delicado boche que le dio Chesterton a unos turistas decepcionados con la Esfinge después de visitar las Pirámides: "La Esfinge ha visto a Julio César, a San Francisco, y la cara del joven Napoleón. Es posible que la Esfinge esté decepcionada de ustedes".

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