martes, noviembre 29, 2005

Frias and Lucero

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Frías falta al trabajo los lunes o llega tarde con el ron saliéndole de los poros, un dragón etílico de cabellos pegajosos por agua sin shampoo, los bigotes tapándole el labio superior. Y cuando llega siempre tiene una historia o una poesía:

Un loco sucio y grosero
se puso a jugar con una bolita
que se sacó del trasero.
Doctor, doctor, ¿dígame de qué e eta bolita
si e de hule, goma o alcanfor?
El oculista curioso
y de espejuelos saltones
cogió la bolita y olióle.
Su olor tiene desagrado
si yo no me equivoco
del culo se la ha sacado.

Y así las cosas. Una vez faltó hasta el jueves, averiguamos el inconveniente y a las cinco fuimos todos a la clínica Rodríguez Santos para ver a sus venas consumir varios sueros de dextrosa, además tuvimos que hacer una colecta para pagar la cuenta. El doctor nos dijo que si seguía bebiendo de esa forma la cirrosis no era un presagio, era un hecho.

Otro lunes, antes de comprarse el Fiat que para más en el taller que en la calle, llegó al mediodía contando que el sábado en la tarde se montó en una OMSA en el parque Independencia y que despertó el domingo en el garage de las guaguas abrumado por el silencio y la oscuridad, y que por poco y un guachimán le da un escopetazo creyéndolo un ladrón de piezas. No importa que el percance no haya sido el mismo lunes, de alguna forma él lo toma como excusa para su tardanza.

El lunes pasado llegó después de las 10, directo al termo de café para beberse 5 vasitos, de pie con la mirada fija en el archivo de los estados de cuenta. Suspiró y se sentó sin decir esta boca es mía. Empezó a hacer lo que se supone hace los días que viene al Banco por los últimos 10 años. Yo sabía que era cuestión de tiempo para que dijera el motivo de su ensimismamiento. El momento llegó a la hora de la comida. Como era principio de mes tuvimos que ir a comer después de las dos cuando los clientes bajaron la curiosidad por sus balances o el por qué de un cargo de 100 pesos por certificar un cheque de 1,000 pesos.

2:45pm. El comedor estaba vacío. A las doce meridiano los dominicanos, los que tienen, apagan el cerebro y no aceptan otra coordenada de sus neuronas que no dirija sus pasos hacia un plato de arroz con habichuela. Frías calentó su locrio de longaniza por tanto tiempo en el microondas que casi lo derrite. En medio del aromatizado vapor me dijo:

—Dino, si tú supiera lo que me pasó, yo taba bebiendo con uno pana en La Base y ya como a la 3 de la mañana la cosa taba floja, yo quería seguí tirando pero mi compadre se puso de mamita dique que tenía que trabajá como si fuera el único, y entonce me dejaron solo y bueno, yo lo que quería a esa hora era que me lo mamaran, así que cruzo el puente diretico pa la Feria, pa la bolita del mundo, y empiezo a relojiá a ver qué aparece, y entonce veo ete mujerón y empezamo a negociá y ella me pidió 500 y yo 300 y nos pusimo de acuerdo en 350 y cogimo pa una callecita por el Maunaloa y entonce ella empezó mama y mama y mama y mama y mama y mama y mierda qué cosa tan buena como lo mamaba y diablo me vine ahí mimo y entonce yo pienso que no le voá pagá porque yo no quería deprendeme de eso 350 peso que ademá tenía que dejale a mi mujer hoy pa uno pamper pa Fredín y bueno, le dije que se bajara del carro si no quería que le diera un tiro y bueno, se bajó cortándome lo sojo y entonce me toca el vidrio y yo lo bajo pa ve que quiere y me dice: "Ta bien, me engañate, me cubiate, pero fue un hombre que te lo mamó buen pendejo..."

—Jajajaja, no joda, ¿y qué tú hicite?

—Bueno, yo no quería lío, y ademá, pensándolo bien, esa fue la mejor mamá que me han dao en mi vida, cuando cobre el 30 voy a volvé pa pagale su 350 peso, me dijo que se llama Lucero...

jueves, noviembre 24, 2005

Uncle Lorenzo

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Tío Lorenzo aprendió a coser antes de los 15 años. No le gustaba pedirle dinero a Papalao para nada, y sembrar una parcela u ordeñar vacas le gustaba menos. Mamatita me contó que llegaba del liceo, comía y se iba de ayudante de un sastre llamado Pichicho al lado de La Ópera. Allí aprendió a hacer ruedos, a cortar patrones, a manejar las tijeras como si fueran extensiones de sus manos. Después que aprendió (primero hizo algunos pantalones que parecían hechos por el papá de Groucho Marx, con una pierna larga y otra estilo bermuda), Mamatita le compró una Singer y Tío Lorenzo acaparó el mercado de los primos y jóvenes, venían hasta de La Vega, que querían un pantalón pachuco, con el ruedo demasiado estrecho, o fever, con el ruedo escandalosamente ancho.

Tío Lorenzo terminó el liceo y ni siquiera pensó un minuto en ir a la universidad. Salía en las noches a bailar hasta tarde y se despertaba al mediodía. Después de comida se sentaba frente a la Singer y no paraba hasta que terminaba los encargos. Varios clientes lo acompañaban bebiendo cerveza hasta que terminaba.

—Diablo Lorenzo, qué pantalón tan fever me hicite, igualito al que tenía Travolta en el concurso de baile, toy loco que llegue el vierne pa cogé pal Yaraví a hacé llorá a las india en las parede...

Tío Lorenzo aprovechó su pericia con las tijeras y empezó a practicar cortes de pelo con los primos. Al poco tiempo tenía que dividir sus tardes entre los cabellos y las telas. Los jóvenes venían hasta de La Vega porque decían que él era el único que sabía recortar los cabellos igualitos a los de Travolta en Saturday Night Fever o en Grease. Y era verdad.

—Diablo Lorenzo, qué pelaíta tan fever me dite, igualita a la que tenía Travolta en el concurso de baile, toy loco que llegue el vierne pa cogé pal Yaravi a hacé llorá a las india en las parede...

Tío Lorenzo tenía suerte con las mujeres. Siempre con dinero en los bolsillos y además sabía bailar cualquier ritmo con la facilidad con que manejaba las tijeras. De hecho, sus piernas parecían tijeras cortando algún patrón musical sobre la pista de baile. De hecho, la casa siempre estaba llena de música y muchachos y muchachas para que él le enseñara algún pasito o combinaciones de pasitos de música disco o salsa que luego hacían en el Yaraví. Yo no sabía de dónde salían tantas mujeres en Bonao. A mí me enseñó cómo besarlas pasándoles la lengua suavemente por el paladar. Primero les daba cosquillas, pero les gustaba.

La novia de Tío Lorenzo que yo más quería, y Mamatita también, era Luisa, que tenía el cuerpo muy bonito y lleno de manchas por vitiligo, parecía una dálmata. Pero un día vino de vacaciones Rosa, una prima lejana de Puerto Rico, y ya a la semana tenían un drama digno de un amor eterno. A Mamatita no le gustaba ni un chin chin Rosa, decía que hija de gata caza ratones y Rosa era hija de Mami, y Mami tenía muchas historias en Bonao. Rosa se metía en la habitación de Tío Lorenzo y no le importaba que se escucharan los gritos. Mamatita decía que su gallo estaba suelto, que cuiden sus gallinas. Rosa hizo olvidar todos sus principios a Tío Lorenzo, como ese de que los celos son la envidia al revés como dijo Arlt, de que no se debe celar a nadie porque te cogen de pendejo. Un día hicieron una fiesta en casa de Daniela y estaba su primo de la capital que le decían Travolta porque caminaba dando brinquitos como en la escena que Travolta lleva una lata de pintura en la mano, además siempre usaba gafas negras y una chaqueta de cuero que decía Thunderbird atrás, y entonces Rosa no dejaba de bailar con él y se armó un lío grandísimo y tuvieron que quitárselo a Tío Lorenzo porque iba a matar a Travolta: le rompió la nariz, le dejó un ojo morao y le tumbó tres dientes. Y eso que yo no le dije lo que vi debajo de la mata de cereza.


Tío Lorenzo se casó con Rosa hasta por la iglesia. En la boda Marcelino y yo llenamos una botella con romo y whisky y ginebra y ponche crema de oro y anís y vino blanco y vino tinto y un poquito de cerveza y al primer trago me entró un caliente que me subía desde los pies y al segundo trago me puse a dar brincos como un canguro y al tercer trago no recuerdo pero me contaron que me metí debajo del vestido blanco de Rosa y le mordí el culo y le agarraba a todas las mujeres el culo y las tetas y el toto y que dije muchas malas palabras y me puse a bailar como el loco Tambora y vomité en la pista de baile y me desmayé. Desperté el domingo con ganas de beberme el río Yuna.

Rosa se llevó a Tío Lorenzo para Nueva York, le sacó greencard. A los pocos meses nació Charlie, a los pocos meses Rosa se fugó con un gringo llevándose a Charlie para alguna Springfield o Lejosville. Tío Lorenzo no ha vuelto a bailar música disco desde que llegó a Nueva York, no se le ha quitado la gripe y cambió las tijeras por el guía de un taxi. Todas las noches recorre las calles de esa ciudad que no duerme, pero que tampoco despierta. A mí me gustaría que una madrugada, como en un cuento de Tabuchi, encuentre el mar azul al final de un callejón, y eso le haga recordar su pueblo, y regrese. Pero eso no va a pasar, y cada vez somos menos en esta casa tan grande.

miércoles, noviembre 23, 2005


viernes, noviembre 18, 2005

Dominican Top 4

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En la encuesta Listín-Hamilton se habla de las figuras públicas mejor evaluadas por el pueblo. Los primeros lugares, parecidos a cuatro personajes de una tragedia de Sófocles, son:

Dra. Margarita Cedeño de Fernández, La Primera Dama: Una señora que gastó más de 10 millones de pesos para un stand de la Feria del Libro mandando a buscar materiales a Wichita, a Milán, al Everest para una estructura de 10 días. Pero bueno, entendemos su popularidad porque realmente no se mete con nadie, nunca se ve envuelta en conflictos porque nunca hace nada importante, y siempre sus fotos las tira Thiago Da Cunha.

Monseñor Nicolás de Jesús López Rodríguez, El Cardenal: Un señor que siempre ha estado, y estará, del lado de los ricos, de los poderosos. Un señor que todos sus nombres y apellidos tienen acento para que uno coja más lucha escribiéndolos. Un señor antigay, antihaitianos, antipobres, anticondones, antireggaetón, antialegría, antifelicidad.

Sr. Roberto Salcedo, El Síndico: Un señor asesino de árboles. Un señor que anuncia al ayuntamiento en los programas de televisión de su productora violando todos los manuales de ética escritos por Aristóteles y pensados hasta por Rin Tin Tin. Un señor tan falso que hasta la forma de hablar ha cambiado para que el pueblo olvide su fuíquiti fuíquiti. Un señor que se llama alcalde cuando aquí lo que hay es síndico. Un señor que creó 0 x 0 Roberto.

Dr. Leonel Fernández Reyna, El Presidente: Un señor que no puede justificar una riqueza inmensa en 8 años sin ser empresario o cantante de rock o actor de hollywood o agraciado con la Loto de Miami. Un señor que si tomamos su sueldo de presidente y lo ahorramos por ocho años, no cinco, sin gastar un centavo, no podría comprar los carros que exhibe, sin mencionar penthouses, casas en el campo, trajes armanis, ceteris paribus. Un señor pana y protector de un ladrón bancario que hoy vive en una playa después de causar la desgracia de tanta gente robándose más de 80 mil millones de pesos y que pagamos todos cuando el dólar llegó a 60 por 1. Un señor que habla en la ONU o en la OEA o en Bonao de que a este país le falta educación y mientras los niños reciben clases en la calle y sin butacas él quiere construir elevados, metros, y cualquier otra cosa monstruosa que pueda dejar millones y millones en sus manos y la de sus loros. Un señor que habla de una Isla Artificial de una forma y en el contrato se ve otra cosa: que el país tiene que avalar el préstamo a esos maleantes, que el país tiene que garantizar el éxito del proyecto, que el país tiene que bajarse los pantalones y arrodillarse y coger funda, donde país es el mismo pueblo que lo considera un buen presidente. Un señor que vendió (sin recibir comisión, meto mi mano en el fuego) la CDE a Unión Fenosa con la promesa de solucionar de una vez por todas los apagones y lo único que hizo fue revivir, después de 500 años, el trueque de oro por espejitos, sólo que ahora no nos dejaron ni espejitos. Un señor que actúa como un faraón que heredó esclavos que mueren de hambre construyendo sus pirámides y obeliscos mientras él y su corte viven en la opulencia de la desfachatez. Faraonel.


Esta encuesta demuestra que en este país la demagogia y la corrupción son bien vistas por el pueblo. Esta encuenta demuestra que los dominicanos sólo estamos interesados en que nos roben y nos traten como imbéciles. Esta encuesta demuestra que el futuro mete miedo.

No queremos sospechar que el hecho de que el Listín Diario pertenezca a un sector cercano al gobierno, para no utilizar el término "CÓMPLICE", haya influido en la tabulación de los resultados finales, aquí no se acostumbra a eso. Aquí la verdad se dice caiga quien caiga y a los periodistas y directores de periódicos no les importan su sueldo ni las prevendas si con ello afectan la objetividad e imparcialidad que exhiben en cada posición tomada, esa integridad digna de un descendiente de Caton. Algunos perredeístas alegan que esta encuesta está truquiada porque sus figuras públicas fueron los peores evaluados. Entre estos están Hipólito y Hatuey (ahora PRSD), y se lo merecen. Aunque tal vez debería haber un empate por el peor lugar: TODOS.

jueves, noviembre 17, 2005

Mamatita

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Mamatita. Callada. Lenta. Inteligente. Una figura entrañable que camina conmigo hasta la esquina para verme cruzar la calle hacia el colegio sin ser atropellado por un motoconchista. Una figura entrañable que me espera en la galería para ver que no he sido atropellado por un motoconchista regresando del colegio. Se sienta a mirarme comer; supervisa que Águeda deje derretir el queso sobre el pan como si fuera mantequilla; me guarda arroz con pollo frito y tostones porque sabe que no me gustan los spaguettis blancos; se sienta frente a la nevera a esperar que se congele la gelatina porque sabe que se la comen si no me la cuida; se sienta a mirarme hacer la tarea haciendo círculos con un lapicero en un cuaderno, "eso ayuda a la artritis".

Mamatita es mi abuela, yo vivo con ella y con Papalao y con varios tíos y tías. Todos me tratan como si fuera el resultado llamado Sunshine de un espermatozoide y un vientre colectivos en una comuna hippie. Papalao me regaló el hijo de La Melá que es el potro más bonito de todos y me llevaba sobre los hombros debajo de la cascada de Piedra Gorda hasta que aprendí a nadar; Tío Rafael me trae piedras doradas de la Falconbridge y me enseñó que el magma emplazado en alta profundidad en la corteza terrestre enfría lentamente; Tía Fe me compró un disfraz de Supermán para el carnaval y le dijo de todo a un diablo cojuelo que me dio con una vejiga que parece que tenía piedra adentro por el morao que me dejó; Tío Lorenzo me recorta los cabellos a la moda y me hace pantalones a la moda y me lleva a comer helados al parque y me llevó al cine Libertad a ver Zombie II aunque tuvimos que salir porque me daba mucho miedo; Tía Carmen me sienta en sus piernas y me da besitos en la boca porque ella dice que es mi tía favorita, y es verdad.

A Mamatita le gusta peinarme con una raya al lado y ponerme una chacabana amarilla con los bolsillos bordados cuando vamos a misa los domingos. Me agarra de la mano y no le gusta que los otros feligreses me pasen la mano por la cabeza. No le gusta que me toquen, especialmente después de haberme peinado. El otro día Daniela, la vecina de enfrente, me estaba peinando con los cabellos para arriba como un cantante de rock y aunque Mamatita se quedó callada pude ver en sus ojos que no le gustaba el jueguito. Ella dice que Daniela bebe mucha cerveza y no le gusta dejarme solo con ella. Eso no me lo dijo a mí, lo escuché cuando le estaba dando intrucciones a Águeda para que tenga ojo avizor cuando ella no esté aquí, lo que es nunca.

Mamatita se sienta a mi lado en mi cama cuando estoy enfermo. Nunca me enfermo pero el otro día parece que comí muchas habichuelas con dulce porque estaba viendo al Hombre Increíble que es el superhéroe más bruto del mundo que para atrapar a un ladrón de un radio destruye todo un barrio y en este episodio él trabajaba de mesero en una discoteca y había una muchacha que sólo quería bailar música disco y el dueño y otro hombre que usaba un sombrero negro con una pluma la hacían beber whisky hasta convertirla en una borracha y el Hombre Increíble se volvió loco y destruyó la discoteca y el edificio y 23 carros que estaban parqueados afuera y salvó a la muchacha y yo me paraba a cada rato a buscar más habichuelas con dulce con galleticas con pasas con batatas y me comí una olla sin darme cuenta y no podía dormir con la barriga como una pelota de playa y llamé a Mamatita saliéndoseme los ojos y diciendo que me iba a morir y ella tuvo que caminarme por toda la casa hasta las 4 de la mañana y después pasarme la mano por los cabellos hasta que me dormí.

A Mamatita no le gustan los malos olores. Mi tío Marcelino se va al play a jugar pelota con unos tennis campeones que le sudan los pies muchísimo y Mamatita hace que él tire toda la ropa y los tennis y las medias para el patio porque ella puede oler el mal olor a un kilómetro de distancia y Marcelino agarra un día y le mete sin que ella se diera cuenta una media sucia en el bolsillo de su bata de algodón amarilla y ella se vuelve loca buscando de dónde venía el mal olor y sacó toda la ropa de Marcelino para el patio y el mal olor la acompañaba a todas partes hasta que se metió la mano en el bolsillo para buscar fósforos y encontró la media y fue al patio y le quemó toda la ropa a Marcelino aunque después se rió mucho de eso. Mamatita dice que yo siempre huelo bien, y que soy hermoso como un potro marrón, y que a ella le soy precioso como la memoria de la selva.

Mamatita tiene las manos deformes, llenas de arrugas y pecas. Mamatita tiene la cara deforme, llena de arrugas y pecas. Mamatita está cada día más chiquita. Pienso que desaparecerá pronto si sigue así.

Mi mamá vive en Nueva York, a veces me llama por teléfono con voz de gripe; a veces me manda ropa con cualquiera que venga; a veces me envía cartas con fotografías para que yo no la olvide, en una parece un manatí al lado de un hombre de nieve en Central Park.

miércoles, noviembre 16, 2005

Such a moon, such a team

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La luna de anoche era para estar en la playa, o en un balcón, o en una azotea, con la mujer que adoras y mirarla a los ojos y encontrar el por qué estás vivo, pero si esa mujer está en otro hemisferio, no había nada mejor que ir a contemplarla al Quisqueya y ver al Licey ganarle a las Estrellas 5 a 4 con un equipo de borrachos.

Y le ganó porque es el Licey, porque si vieron la actuación de Henry Rodríguez, que dejó que un simple hit se convirtiera en un homerun de piernas, la resaca no lo dejaba enfocar el home mandando el tiro hacia el infinito, comprenderán la indignación de los fanáticos:

—Henry Rodrigue, ¿y cuántos shots te dite en el concurso?
—Henry Rodrigue, deja de tar bebiendo romo malo y cambia a whiky.
—Henry Rodrigue, ¿el número 40 en tu epalda fue la cantidad de shots que te dite anoche?

Y los fanáticos no estaban muy lejos de la realidad. En el baño, con una agüita sospechosa en el piso, un hombre dijo:
—Yo taba anoche en el Jet Set hata la 6 de la mañana, y allá taba el equipo del Licey entero bebiendo romo y bailando...

6 errores a la altura del quinto inning. Los tígueres, no tigres, del Licey confirmaron una vez más que no se les puede dar un día libre. La tradición de romo de este equipo sólo es superada por una historia que justifica el apodo de "El Glorioso." Porque si el uniforme de los Yankees tiene mística, es consentido del Azar y asusta a sus oponentes, no menos es el del Licey. Las Estrellas jugaron con todo el corazón, con agresividad de campeonato, pero al final Heredia no pudo evitar temblar y lanzar un wild pitch que le dio el triunfo al Licey. Ni siquiera tuvieron que empujar la carrera ganadora, el pitcher del otro equipo les ayudó. Ese es el Licey.

En el segundo inning un hombre flaco y con una peluca de apodo "El Loco" empezó con su banda loca de tambores y cornetas a motivar a los liceístas en el terreno y en los asientos con su especialidad: BULLA. Ruidos con la mejor intención y la peor armonía, con muchas ganas y ningún ritmo, apabullaban el oído del fanático y del jugador. Parece que la banda loca estaba bajo los efectos del Red Bull, del Tolete, de La Pela y del Perico, of course. No se volvieron a callar hasta que llegaron a sus casas una hora después del juego. Y en medio del ruido, Toño Cantaba: "Liceísta soy, de mi equipo, yo no puedo olvidarme..."

¿Y las cheerleaders del Licey? Mujeres que contoneaban sus estructuras amorfas al beat del reggaetón, del merengue, del reggaetón. Mujeres con mucho ritmo y horribles cuerpos donde unas barriguitas cebadas inducían al inocente a pensar que acababan de darse una jartura. Detrás de mi asiento los fanáticos comentaban...

—Diablo, ¿y el Licey no tiene dinero para contratar una mujere que se puedan ver? Con tanta muchacha que tan buena y mira eso...
—Esa mujere se ven que nunca han comío de día, eso e jociquito y frito a la 5 de la mañana...

Me encantó ir al play. Hot dogs, crepes de pollo, pizza, quipes, pastelitos, dulce de leche, hambergers, cocacola, cerveza, semillas de cajuil, romo, pringles, milky way, snickers, y una luna inmensa, y un triunfo del Licey.

lunes, noviembre 14, 2005

News

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Tantas noticias importantes y a mí siempre me tocan las nimiedades. Definitivamente, le caigo mal al director. En mi tiempo libre me rompo la cabeza con algún reportaje, ¿para qué?, para que me digan que a nadie en este país le importa que arrasen con la Bahía de las Águilas, que no es de interés general una isla artificial frente al malecón, que es normal que un presidente, antes dueño de un cepillo volkswagen, ahora tenga 20 mansiones, 20 fincas, 20 carros, 20 hoteles, que donde no hay sangre no hay noticia, y sin embargo, precisamente las noticias que no importan son las que me asignan. Estoy seguro, el director recibe sobornos. Segurísimo.

Ya en el ascensor empieza a dolerme la cabeza. No tengo tylenol. Varios escritorios vacíos indican noticias importantes.

—Oye, el diretor quiere vete —me dice Yosiris. Bebe jugo de avena en una tasa con el signo de dinero. Saca un sándwich, le da una mordida. Puedo ver trocitos de salami, de pan y aguacate. Mastica con la boca abierta.

La miro y elevo una plegaria a la lámpara en el techo, hay filtraciones en el plafón. "Tal vez me mande a Nueva York a cubrir el juicio de Quirino", pienso. Respiro hondo antes de abrir la puerta que dice "Director."

El director habla por uno de los teléfonos antiguos y busca en el desorden de papeles sobre el escritorio. Alza la vista, su cabeza está al mismo nivel de los edificios detrás de la ventana. Una antena avisaviones parece salir de su cráneo convirtiéndolo en un robot. Tira un coño y cuelga.

—Quiero que vayas a Cristo Rey y veas qué coño pasa ahora —me grita sin saludar. No estoy conforme. En Cristo Rey siempre pasa algo de un cuarto de página, la gente está cansada de velas en las aceras, y sobre todo de las denuncias que no llegan a nada. Por lo menos no es una inauguración de una lavandería o una proclamación de candidatura de un ladrón político. Salgo sin despedirme. Yosiris, todavía con la boca llena, me grita que vuelva. Respiro hondo, entro otra vez a la oficina del director.
—Se me olvidaba, quiero que aproveches y le hagas una entrevista a Miss Taíno Jeans, vive en Cristo Rey.
—¿Miss Taíno Jeans?
—Sí, la que ganó el concurso en 9 x 9 Roberto —me pasa una hoja sin mirarme.
—¿Miss Taíno Jeans?
—Bueno, bueno, no pongas esa cara, es una compañía de jeans para pobres, nueva, nos pagó unos anuncios y quieren un reportaje de su Miss, llévate una cámara, ya sabes, fotos al culo.

Miro los edificios detrás de la ventana. Todos están pintados del mismo color. Todos son rectángulos hechos con piezas de Lego. Hay varias torres en construcción, pero ya se figuran las sombras de la misma geometría. Miro la hoja:
—¿Y esto?
—Son las preguntas, las hizo Yosiris, también la dirección, ya imagino lo que tú hubieras preguntado.
—¿Es todo?
—Sí, y trata de venir temprano, eso es para mañana sin falta.
—¿A quién van a mandar para Nueva York? —le pregunto conociendo la respuesta de antemano, seguro que a Indurraga. Un español llega con un curriculum, falso, debajo del brazo, dice vosotros, mete zetas a diestra y siniestra, e inmediatamente le asignan carro y sueldo de lujo. Hay que ver. En esta tierra de negros y mulatos sólo debes ser blanco y aprender un acento para que te crean un supermán. Primero le dan el suplemento de cultura y a base de Camilo José Cela lo quiebra. Cuando le pregunté por Conrad y De Quincey me habló de que los gringos no eran buenos escribiendo poesía.
—Son ingleses, aunque Conrad nació en Polonia.
—¿Eh? Vale, vale, Conra y Dequini, pero su poezía eztá muy lejoz del ezpañol —contestó mirando la computadora.
—Además, los gringos no son Bush y Reagan, ahí están Poe, Faulkner, Whitman, Twain, Sandburg, Auster, Capote, Bierce, Vonnegut...
—Vale, vale, pero no loz comparez con Jozé Zela —dijo. Ni siquiera mencionó a Lorca el muy bárbaro. De seguro va a Nueva York a traer reportajes de cómo viven los españoles allá. ¿Ustedes creen que si en España él pudiera trabajar en cualquier medio estuviera aquí? De la única forma que trabajaría en la prensa de allá sería vendiendo periódicos en un kiosco, o de canillita en las calles de Barcelona.
—A indurraga —dijo el director sin mirarme.

El periodismo está en crisis. Las noticias que afectan a todos ya no importan. La gente quiere ver flashes de infiernos personales, absurdos y farándula:
"Acostado sobre una cama de clavos un hombre aguanta el peso de un chevrolet; un niño nace con el corazón fuera del pecho, como una verruga roja y palpitante; por primera vez en la historia del cristianismo Miss Universe viaja a China; un hombre se zambulle en una tina con 51 serpientes de cascabel; un gigante de tres metros, débil de huesos, muere a los 22 años, pero conoció al alcalde de Detroit; en Kansas City un granjero se encadena y se mete en una lavadora: mil dos vueltas entre el detergente y el aburrimiento; Jennifer López visita un mall en Miami sin Marc Anthony, compra una escopeta y un papagayo come barro del Perú; una mujer enseña a su perrita poodle a jugar boliche; Enrique Iglesias en el número uno de la Billboard; una mujer con traje de showgirl traga espadas de neón y se le alumbra el ombligo; el término correcto para referirse a Paris Hilton no es cantante, no es actriz, es celebutante. Por cierto, Paris Hilton, ¿podrías apagar esa cámara y sacar ese chivo de la habitación? Míralo ahí, ya se cagó.

jueves, noviembre 10, 2005

Fireworks

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Diciembre 30. Desperté con sueño. Apenas eran las 7 de la mañana y el frío te pega a la cama. Mi sorpresa no fue por lo alto del merengue, no, fue lo raro de volver a escuchar música en la casa. Todos llegamos al mismo tiempo a la sala para ver a Mamatita bailando con Águeda al ritmo y jaleo de muchacha bonita de los algodones no te vayahora queto se compone hice un juramento voy a quedar mal yo por mujer no lloro mamá por ti voá llorai...

Mamatita era una bata de algodón, amarilla, bolsillos grandes donde cabía hasta una media deportiva hedionda que le metió Marcelino un día para volverla loca, una carcajada que le daba la vuelta a otra carcajada.

—No se queden ahí parao como etatua, a bailá toelmundo...

Saxofón, tambora y güira antes de pan, matequilla y queso. Mamatita quitó, en cámara lenta, la cinta negra del retrato de Papalao, y se fue a la cocina abrazada de Águeda, con los ojos aguados, a cocinar un banquete digno del fin del luto.

Y después de tres años, diciembre llegaba bailando merengue. Regresaban los colores a las ropas, a los manteles, a las caras de las tías. El rojo ya no sería privilegio de las rosas del jardín, ahora en los floreros sobre la mesa.

El cañonazo de Año Nuevo de ese año prometía ser memorable según la camioneta anunciadora azul, destartalada, sogas amarrando las bocinas. Un anacronismo sobre el asfalto nuevo:

"Ven tú y tu familia a disfrutar del primer año de la provincia, ven al parque a comer lechón, a beber y a bailar con la banda de música de los bomberos, ven a maravillarte con el más grande espectáculo de fuegos artificiales jamás visto en todo el cibao, todo cortesía de la Falconbridge, ven..."

Una vez pasó a las cuatro. Yo estaba afuera comprando los panes calientes para el chocolate de la tarde y el Viejo de los Panes pasa a las cuatro. Uno oye la campanilla de la bicicleta de canasto y puede decir:
—Son las cuatro.

El Viejo de los Panes dejó de sonar la campanilla. Miró el descalabro rodante. Preguntó cuántos panes quería como si alguna vez pudiera ser diferente, como si todavía abrigara esperanzas para las sorpresas.

—En efecto, ya somos provincia —dijo en sílabas de humo, con el cigarrillo a un lado de la boca—. Ya llegará la penicilina al hospital, ya los damnificados del ciclón saldrán del liceo y del cementerio, ya tenemos pavimento, en efecto, ya el japonés vendió medio millón de Hondas 70 que han convertido las calles en enjambres de metal, de ruido y de furia, en efecto, ya aumentaron los diputados y senadores, en efecto, sólo faltaban los fogonazos chinos de colores en el cielo para hacerlo oficial, en efecto, hasta trajeron de la capital un técnico para supervisar el estruendo, en efecto, absorbeo casus demens...

Eso fue lo único que entendí, el Viejo continuó rumiando aún después de montarse en la bicicleta. Se alejó sonando la campanilla con la intensidad de una alarma advirtiendo un cataclismo.

Atardecer. En el parque instalaban, sobre la glorieta, el equipo necesario para los fuegos artificiales, y la banda de música de los bomberos ensayaba, dentro de la glorieta, el repertorio especial desde Beethoven a Cuco Valoy, según las palabras del primo de Moreno y Mino que tocaba la tuba. Ya al nivel de la heladería se escuchaba algo que sonaba como a la Quinta Sinfonía del Compadre Pedro Juan. Empezaba muy bien con su TA TA TA TAAA, y ahí mismo entraban los saxofones como muy rápidos y cadenciosos: Tataratatará Tarararaaara... TA TA TA TAAA... Tataratatará Tarararaaara... TA TA TA TAAA...

Mucha gente. Bicicletas. Patines. Helados. Limpiabotas. El loco tambora. Anónimos perros kakhis atrás de una anónima perra negra. Cativías. Enamorados agarrados de manos. Una escalera de tablas, como de avión, permitía que subieran a la glorieta la obesidad del gobernador, la codicia del cura, la corbata del técnico, el quepis del jefe de la policía y la curiosidad de los mirones autorizados. Los ebanistas trabajaron con tablas y tubos para, en un lado, crear una superficie plana que nivelara la concavidad de la cúpula. Intenté subir y el caco negro me paró en seco. Me quedé al lado de la tuba. El director de la banda era Elías el cojo, se fue a estudiar música para la capital y dicen que se volvió loco por leer libros del comunismo y contemplar el jazz sobre edificios viejos de la calle El Conde, regresó con barba vestido de kakhi hablando Brang! -blong! -trucks break glass, wur, ta ta ta ta ta, me being crazy is the least of my worries... Esa tarde sí parecía loco de verdad. Lo escuché maldecir al trompeta por entrar antes de tiempo y al trombón por entrar tarde. Miré la partitura de la tuba y decía algo como "BACH: Concerto No.1, in F, Polinaise." Total, él mismo fue renqueando instrumento por instrumento, les quitó las partituras y las rompió ahí mismo. Después, como si nada, empezaron a ensayar "¿Qué será lo que quiere el negro?"

Los hombres bajaron de la glorieta. Todos seguían al gobernador.
—Uté va a tai ahí, si quiere, pero yo soy ei único que va a prendei to lo que eplote aquí...
—Pero señor gobernador...
—Na, na, uté como ténico contratao se asegura que te to en oiden y punto, yo puedo haceilo, ¿y hay que i a etudiai a Jaivai pa tira una vela romana?

El gobernador y séquito caminaron hacia los árboles. Su esposa encabezaba al escuadrón guindalero del ayuntamiento. Tomaban un árbol por asalto cubriendo tronco, ramas y hojas con miles de bombillos, bolas y guirnaldas de colores. Arbolitos navideños para Polifemo. En el laurel frente al cine Libertad se desprendió uno de los guindaleros como un coco seco, así sonó. El gobernador se abrió paso a través del molote. Le ordenó al hombre que se parara, el hombre tiró un grito y se desmayó. Se lo llevaron para el hospital en la cama de una camioneta con las piernas rotas. El gobernador alzó la voz:
—Vamo a vei si ponen má cuidao, hay que teiminai eto hoy aunque amanecan, aunque se queden inválido, ¿y hay que i a etudiai a Jaivai pa subise a una mata?

3 de enero. Todavía hay perros que no aparecen por la explosión de una hora que causaron todos los fuegos artificiales cuando explotaron al mismo tiempo. El cielo del parque se llenó de colores, parecía de día. Los invitados de honor subidos a la glorieta saltaron al primer bum: El gobernador se rompió las piernas y se le quemaron los cabellos y las cejas; el cura se rompió las piernas, un brazo y la cadera; el jefe de policía se rompió las piernas y se dio un tiro en la ingle; el técnico salió ileso, estaba enamorando a la hija del gobernador debajo de un laurel. De hecho, al otro día ella se fugó con él para la capital.

miércoles, noviembre 09, 2005

Rep. Dominicana: A white rich country

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Leyendo la revista Mercado nos damos cuenta de la lucha que cogen los negros en este país de negros para salir en portadas, para ser protagonistas de algo que no sea sobre un mozo, una sirvienta, un mecánico, un bachatero, un mensajero, un empleado de sueldo mínimo.

Su tema principal "Marcas de Éxito", trata sobre negocios de comida, vestimenta y diversión. Detallan la inversión inicial, así como los resultados de esta inversión. Entre las marcas están: Praia (discoteca), Hilda Plus (ropa), Red (comida), Hippolito (ropa) y Adrian Tropical (comida).

Todos estos negocios han demostrado, en mayor o menor grado, ser exitosos, no discutimos eso. Ahora bien, ¿cómo es posible que en la portada aparezca el dueño de Praia (adentro hay fotos de todos) cuando Adrian Tropical es el negocio más exitoso? La inversión inicial de Praia fue de 20 millones de pesos, la de Adrian Tropical fue de 8 mil; Praia emplea a 200 personas, dicen, Adrian Tropical a 420. Vin Diesel fue a Praia, pero también fue a Adrian Tropical.

Y si exportamos a Adrian Tropical, con su pilón gigante y su mofongo, a cualquier país estamos seguros que tendrá público como algo representativo de República Dominicana, hasta se puede hacer una marca de t-shirts con un plátano y una tambora representando la armonía dominicana. Y si exportamos a Praia a Miami, con su sofá blanco, será otro negocio más con la incongruencia de presentar un nombre que nada tiene que ver con nada. Su nombre es playa pero no se puede entrar en bermudas, o en t-shirt, o en sandalias...

Pero claro, se me olvidaba, el dueño de Adrian Tropical es una persona humilde, que ahora es rica gracias a trabajar 24 horas como pretende Pacheco, y es negro. No puede ser portada de una revista que analiza el éxito de marcas entre las cuales la suya es la más exitosa. Y claro, el dueño de Praia es tan buenmozo como Brad Pitt, ¿eh?, ah no, no es un papi, es blanco, eso sí, presenta un apellido con polvo aristocrático, y su figura indica que es muy posible que coma mofongos salpicados de sabrocochos en Adrian Tropical cuando sale de Praia.

lunes, noviembre 07, 2005

Back from Detroit, back to Detroit

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Tío Rafael llegó de Detroit con 100 libras de más. A mí me pareció que sus ojos eran de otro hombre que no conocíamos, hasta cambiaron de color. Él hablaba de vivir en una habitación de hotel sin nadie con quien hablar de algo que no fuera minerales escondidos debajo de una loma, de que el magma se puede definir como una mezcla de componentes químicos formadores de silicatos de alta temperatura, de que los iones metálicos se mueven más o menos libremente.

"Detroit es el lugar más feo del mundo", me dijo un día en un atardecer de galería, "la nieve te espera en la calle y entra contigo a tu habitación". Yo sentía que algo había pasado y que no descubriríamos nunca, me lo imaginé regresando de una guerra con un muñon en el corazón como medalla de honor.

Antes de irse, Tía Carmen y él parecían dos locos cuando estaban juntos. A uno se le contagiaba la risa constante. Recuerdo un día que nos juntamos toda la familia en el club de Piedra Blanca y ellos se quedaron debajo de la cascada que caía en la piscina proveniente del río. Era como si vivieran en un mundo lejano donde se hablaba otro idioma, no humano, y al cual no se podía llegar como al castillo de Kafka.

Ahora apenas hablan. Ayer estábamos escuchando una de esas canciones improvisadas que canta el viejo Salomón con su guitarra y que tanto lo hacían reír, Tío Rafael miraba el suelo, Tía Carmen me pellizcaba en la nalga, en frente de todos, y nadie se daba cuenta. A veces creo que ella evita quedarse sola con él, y él evita quedarse solo con ella.

También es cierto que Papalao murió. Debe ser duro la muerte de un padre. Si mi padre muriera yo no sufriría, porque claro, yo no tengo papá. Y lo que me da cuerda es que Papalao estaba loco por ver a su hijo mayor, y Tío Rafael no podía venir. Papalao muere y él viene al entierro, ¿para qué?

Así que pienso que lo mejor para Tío Rafael sería no volver a Detroit. Hablar con los jefes de la Falconbridge para que lo asignen aquí. No creo que su relación con Tía Carmen resista otra despedida. Y yo no quiero que ellos se separen porque de seguro ella tendría que regresar a vivir a La Vega, y eso sí me haría sufrir. Pero creo que él se irá otra vez, y estoy seguro que lo vamos a perder.

viernes, noviembre 04, 2005

Walking home

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A pesar de que si no miras bien puedes caer en un hoyo de la CAASD; a pesar de que si caen dos gotas de agua puedes ahogarte en un charco; a pesar del tipo que está en la Bolivar con toda la apariencia de un loco y que me quita la botellita de agua todos los días, me gusta caminar del trabajo a la casa.

Además de rebajar una pulgada de barriga observo la ciudad en pleno ajetreo. Una muchacha sale de la UASD y le pide bola a todo el que pasa ignorando las alarmantes estadísticas de atracos y violaciones en Santo Domingo; tres hombres y una mujer juegan dominó al lado de la escultura "Uno de Tantos" de Rodríguez Urdaneta; un chivo negro con barba blanca me mira a través de una malla ciclónica; un militar se apea de su yipeta y detiene a dos jovencitos que cambiaron el bate y la pelota y el lapicero y la mascota por una carreta full de plátanos verdes arrastrada por un primo marrón de Rocinante igual de famélico que ellos.

—Van preso carajo, retrasando el tránsito, bucando causá un accidente.
—Pero e que el caballo no puede i má rápido en eta subía.
—Que van preso, tú, el que tá má limpio, ven, móntate alante conmigo que yo no te voá hacé na, no tenga miedo que te voá comprá cena, y que el otro se lleve la carreta.
—Un momento oficial, eso muchacho son menore, si se lo va a llevá yo me voy con ello —dice un héroe disfrazado de ciclista con un gatorade de uva en la mano.
—¿Uté lo conoce?
—No pero no puede lleváselo así por así.
—Bueno, le voá da un chance porque tengo que i al palacio que me tan eperando, pero que no anden de noche...

En la Bolivar con Lincoln la desesperación son bocinazos que me hacen sentir pena por estas personas atrapadas en cajas de metal japonesas y alemanas. Un hombre en una camioneta Toyota saca la mano y golpea el techo: "Muévanse coñazo que tengo hambre." Una mujer en un Audi blanco gime: "Nunca vamos a salir de aquí." El caliente que emana la fila de carros oxida los árboles y las flores en las isletas ahijadas de Vimenca. Un anónimo perro kakhi le ladra al hombre en harapos que me quita la botellita de agua mientras el guachimán de un bufete de abogados busca con quien hablar y sólo son las 8 de la noche. Parece la secuela de Songs from the Second Floor con un reggaetón de fondo en lugar de un poema de Vallejo.

Dos jóvenes caminan delante de mí todo el bulevar de la 27. Camisas azules con rayas rojas, pantalones blancos, tennis rojos.

—Que ese pana atrasa, a mí no me guta hablá de lo amigo pero Humberto atrasa, atrasa, el otro día le lleve una revita GQ pa que vea como e que el hombre moderno combina la ropa, que se pone y pa cada ocasión, pero ni así coge, entonce viene y cuando quiere salí me pide la ropa pretá...
—E que hay que leé y tar pendiente de lo último en todo, sino uno se queda en el siglo pasao, tú ve yo, como yo aunque etudio contabilidá siempre me ha gutao la arquitetura, siempre veo las novela venezolana pa sabé la tendencia de contrución de fuera, porque en esa novelas siempre hay alguna ecena en la calle y uno aprovecha y ve lo edificio y así aprende, en el futuro debemo pareceno a Venezuela...
—Hablando de etudiá, ¿y qué va a etudiá tu hermana por fin?
—Ella dice que no va a etudiá, que ella e muy bonita, que va a viví del modelaje...

Así habla la Generation Y. El futuro es brillante, el futuro es Venezuela sin petróleo.

Cruzo la Churchill corriendo, los carros no respetan el rojo. Un enjambre de criaturas se lanzan tras una guagua que frena de repente. Sale una gota de sudor en forma de una mujer negra con un pañuelo de la bandera gringa en la cabeza que vocea:

—Pintura, Caoba, Cruce de manoguayabo, Trece... Pintura Caoba Cruce Manoguayabo Trece... Pintura Caoba Cruce Manoguayabo Trece

Debajo del pilón y la cerveza gigante del letrero del Palacio del Mofongo acelero el paso imaginándome el mangú que me espera en el horno de la estufa. Por favor Dios, casi no te rezo pero ahora escucha mi plegaria: "Que me hayan guardao aguacate."

jueves, noviembre 03, 2005

A Crack in the Ceiling

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El hombre y la mujer decidieron que para casarse tenían que buscar un apartamento y acabar el romance de las tardes de domingo acostados sobre un sofá de rayas verdes y cremas en el apartaestudio de una sola habitación.

Después de opciones sin parqueo, con colmadones demasiado cerca, se decidieron por uno de dos habitaciones, 1 1/2 baños, comedor, cocina modular, área de lavado común, ascensor, planta eléctrica para 16 horas de apagones, parqueo bajo techo, cisterna de 15,000 galones, pre-instalación para aire acondicionado, pisos en cerámica, excelente terminación contra filtraciones, guachimán: Condominio Lorena Sofía XVIII, en Bella Vista. Para el financiamiento fueron una tarde agarrados de mano a la feria hipotecaria del Banco Popular que los examinó física y moralmente; después del certificado de buena conducta de la policía recibieron la aprobación para una deuda por 30 años.

—Quiero tené un hijo.

Lo intentaron todo en vano. Una amiga de la mujer le recomendó una doctora naturista madre universal gurú de la secta "No al Tomate" chef de recetas limpiadoras de vientre y sangre. La cocina nueva se llenó de botellas de gengibre, ajonjolí, agua de bambú, comidas sin sal. La mesita de noche se llenó de libros auto ayuda, revistas de bebé.

—¿Y qué e lo que pasa con el tomate?
—No quieras tú saber, la doctora-madre-gurú-chef nos enseñó un documental de cómo los insecticidas convierten en plomo la pulpa del tomate, y el plomo se acumula en el cuerpo, en el vientre, dificultando y atrofiando la sagrada concepción.

El hombre pensó que la cosa no pintaba nada bien, esperaba una fase pasajera como la cerámica, el espiritismo, el tae kwan do, los retiros religiosos, el francés, la psicología, la pintura, la devoción por J.J. Benitez. Tal vez en Suiza su esposa estuviera medicada.

Una noche, en el parqueo, lo detuvo Montilla:
—¿A uté le moletan lo perro?

Cuatro perros sentados en la acera, frente al edificio, con toda la estampa del viralata: orejas caídas y el cuerpo en expectativa de correr.

—No, ¿por qué?
—Ah, e que me dijeron que eso perro le moletan a la gente del edificio, uté ve, yo le doy comida y ello me acompañan, uté ve, primero llegó Blanquita, pero se metió en calor y llegaron los otro, uté ve, ello me ayudan a cuidá mejor, dede que ven a alguien raro ladran, uté ve, el otro día al loco que come del tanque de basura le ladraron muchísimo y me depertaron, era un loco, uté ve, pero podía ser un ladrón, uté ve.
—A mí no me moletan.
—Hay que ver, uté ve, la clase media e lo má acomplejao que exite, uté ve, en ella tan to lo defeto y vicio de lo pobre y de lo rico, sin ánimo de ofendé, uté ve, eso perro le moletan porque son feo y dique afean el edificio cuando viene visita...

Esa noche la mujer llegó del trabajo con un pollo horneado del Provocón IV, una rareza en la dieta de la insipidez. La vio en la cocina atareada, una mueca de asco, manejando pedazos de pollo con guantes amarillos como si fueran desechos radioactivos.

En la madrugada lo despiertan un grito y varios aullidos que opacan los ronquidos de camionero de su esposa. Había soñado que era un espantapájaros boxeando en Las Vegas contra Mike Tyson, después filmaban una película porno con Jenna Jameson y una oveja.

Se levanta de la cama, desde el balcón mira hacia abajo. Montilla lloraba sin cubrirse la cara; en la acera, los cuatro perros con las lenguas afuera.

—Lo envenenaron, envenenaron lo perro, uté ve, le echaron pollo envenenao, uté ve, y yo no vi quién fue, uté ve, y Blanquita que taba preñá...

A pesar del ruido que hace recogiendo lo que puede y metiéndolo en un bulto la Hidra no despierta. Trata de no mirarla, siente ganas de convertirse en Hércules, de liberar de nuevo a Lerna de este aliento venenoso, de cortarle las cabezas y quemar los muñones, de asfixiarla con siete almohadas. Mira la pared, mira hacia arriba: un edificio nuevo y ya una grieta abarca el techo por completo.

El hombre sale del apartamento, no cierra la puerta.

miércoles, noviembre 02, 2005

The Dimension of Stillness

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Era la primera vez que Papalao se enfermaba. Nunca un dolor de cabeza, nunca una gripe. Se levantaba antes que todomundo y se iba a la parcela a supervisar la siembra, a trabajar más que los tíos y peones. Décadas, décadas. No dormía siesta. Regresaba a la casa después de que el sol se ocultara sufriendo por las menguantes lomas de la Falconbridge.

Papalao esperó meses orinando con dolor. Si no había sangre o huesos rotos no había necesidad de alarma. Creía que podía sanar solo: "Ei cueipo tiene la capacidá de curai su enfeimedade poi sí mimo." Eso decía. Un día Mamatita lo encontró en el baño arrodillado, no podía hablar, no podía levantarse.

Los doctores sacaron sangre, palparon órganos, registraron cavidades, analizaron síntomas y diagnosticaron: Próstata, cuerpo glandular que rodea el cuello de la vejiga y la uretra.

—Hay que operar, se tiene éxito en más de un 90%, y con la constitucíon de Don Lao no hay peligro.

Así que el día de la operación los pasillos del hospital se llenaron de ojos grandes. Todos estábamos ahí. Las mujeres y sus esposos. Los hombres y sus esposas. Mamatita y los nietos. Algún novio. Alguna novia. Los compañeros de dominó encabezados por el viejo Simeón que quería empezar un rezo.

El doctor salió enmascarado. Escudriñamos sus ojos para adivinar la tragedia o celebrar la esperanza.

—Se los dije, un éxito total, ahora a guardar reposo y estar bajo observación, los próximos ocho días son de cuidado.

Hubo algarabía y varias enfermeras hicieron señas Silencio Hospital.

Ocho días después del éxito acompañé a Mamatita al hospital. Era de tarde y, aparte de un leve dolor de cabeza, nada auguraba nada trascendental. Los perros ladraban, el sol estaba afuera, las manzanas y uvas colgadas en los tarantines anunciaban la navidad en el parque. La gente caminaba o corría, según su prisa. Yo le decía a Mamatita de su halitosis, justo después de la operación, ¿era normal? Le pedí que por favor le preguntara al doctor. Cada día se hacía más intensa. Imposible no notarlo.

Y este día, a medida que hablaba su respiración empezó a faltarle. Jadeaba. Yo corrí a llamar a una enfermera. Parece que todas estaban almorzando. Encontré a dos que primero me preguntaron hasta el signo zodiacal de Papalao. Tuve que gritarles para despertarlas. Ya el aire en la habitación era irrespirable. Buscaron unos camilleros. Los ojos de Papalao querían transmitirme sosiego, hasta me sonrió de despedida antes de entrar a Cuidados Intensivos.

El doctor entró sin mirarnos. Yo veía a través de la puerta como revoloteaban a su alrededor con máquinas y agujas. A su lado yacía un hombre con el vientre hinchado y rojo, a punto de explotar.

Papalao murió de una embolia: S. F. Med. Obstrucción de un vaso sanguíneo por un coágulo.

Atrás, en la ambulancia, íbamos el ataúd con el cadáver de Papalao, Tío Rafael que regresó de Detroit para el velorio y yo. El chofer escuchaba un juego de pelota entre el Licey y Las Águilas. El Licey ganaba 3 a 1 en el séptimo inning, al bate Rafael Landestoy.

La multitud no dejaba entrar a la ambulancia. Sacaron el ataúd en la calle. Lo colocaron en el centro de la sala, abajo hielo, rodeado de sillas plegables, alquiladas por docenas. Entre tanta gente no quedaba espacio para las lágrimas.

El día del entierro mataron una vaca, un puerco, treinta gallinas. Un banquete para sustituir la navidad. Medio pueblo disfrutó del velorio. Hasta tiraron fotos tocando el ataúd.

Papalao fue mi primer muerto. Nunca lo lloré. Todavía cuando voy a Bonao creo que lo veré en la enramá jugando dominó, discutiendo con el viejo Simeón sobre no acostar a doble cinco en la primera oportunidad. Todavía creo que volveré a peinarlo como a un samurai mientras cabecea en su mecedora.

En la noche Mamatita cubrió el tocadiscos, colocó una cinta negra en el retrato de Papalao. El tiempo del luto; the fourth, the dimension of stillness is in the house Mr. Pound.

martes, noviembre 01, 2005

Everywhere an ugly face

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No importa para dónde uno mire cuando camina o corre por las calles de Santo Domingo, siempre se encontrará con la fea cara de un político. En vallas gigantes, en minivallas, en paloelú, en vidrios de yipetas, en el asfalto, en el mar, en la luna, los ladrones, digo, políticos dominicanos se han encargado de colocar un afiche convirtiendo esta ciudad en un museo de fealdad sin que el photoshop pueda hacer mucho.

Johnny Jones promete robar más por menos trabajo; Pacheco nos asegura que estará las 24 horas robando; Roberto Salcedo asesina árboles; David Collado aparece corriendo para cuando lo encuentren aceptando un soborno por alguna vagabundería que no podemos ni imaginar.

Y la Junta Central Electoral requiere 3,337 millones de pesos. Tres mil trescientos treinta y siete millones de pesos. Yo sé que se ha perdido el respeto por el dinero; yo sé que cualquiera paga 1,300 pesos para entrar a un Rave a escuchar un DJ que no sabe tocar ni una pandereta sin exclamar: "El culo, qué cara ta eta taquilla."; yo sé que usted va a Casa Ivelisse a buscar un jean y cuando le dicen que cuesta 3,850 pesos usted se espanta y grita: "Mierda coñazo pero qué caro.", y todomundo ahí lo mira como si usted fuera un ratón; yo sé que continúan comprando Harleys para la policía en un país sin escuelas; yo sé que el faraón Leonel Fernández Reyna viste trajes armanis que compra por docenas; yo sé todo eso, pero, ¿no es mucho dinero 3,337 millones de pesos para que estos malditos azarosos políticos del diablo ladronazos nos atiborren de afiches y anuncios de radio y televisión?

Votar en este país es entregarle la llave de tu casa a unos ladrones para que no cojan lucha tratando de entrar por la ventana.

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