martes, abril 05, 2005
Bark at the VET
Al llevar a su casa un gato o un perro o un periquito, debe olvidar que es un animal, usted debe saber que ha llevado otro miembro a la familia. Y si tiene muchos escrúpulos de higiene debe hacer todo para que ese nuevo miembro de la familia esté limpio para subirse a donde le de la gana: báñelo, limpie la cajita de arena, sáquelo a cagar en la acera.
Y así como usted disfruta la bienvenida de ladridos y maullidos que le da Lola, Comando, Puppet, Capitán, Bibi, Trípode, Yvo, Mattie, Niko, Burundi, cuando abre la puerta de su casa, usted debe hacer de tripas corazón y no darle mente a que aruñe o muerda la alfombra, los muebles, las cortinas, sus zapatos. Es cierto que aunque le compre pelotas, huesos, juguetes, ellos querrán otro objeto tan extraño como una botella plástica, sus únicas medias deportivas y, por suerte, hasta el Código de Da Vinci.
Cuando Biuti o Princess o Bocanegra empiece a ladrar sin motivos, a tratar de agarrarse la cola en circulos de locura, a brincar de aquí parallá en un intento vano de comunicarle que se está volviendo loco en el encierro de su aparta-estudio, recuerde que fue usted el que lo llevó a su casa, recuerde que esa belleza no tiene la culpa de que usted no posea una finca de vastas zonas verdes para él o ella corretear mariposas.
Así que en la próxima visita al veterinario no vaya de bocafloja a preguntar:
-¿Y por qué Cucho ta jodiendo tanto?
Hasta los selenitas saben que el veterinario le va a contestar:
-Son las hormonas, hay que castrarlo...
Esas son las palabras de un amasijo de huesos y tendones que por geografía y época no se apellida Hitler o Netanyahu o Drácula; y usted, que es un bípedo accidental, se olvida que ese señor o señora, cuyo deber es cuidar y proteger a sus pacientes, sólo quiere ganar dinero a costa de la mutilación de un ser solamente culpable de no poder hablar, de que los humanos seamos tan brutos que no podamos enterder su lengua.
Así que en la próxima visita al veterinario no vaya de bocafloja a preguntar:
-¿Y por qué Lola araña los muebles?
Hasta Forrest Gump sabe que el veterinario le va a contestar:
-Hay que sacarle las uñas...
No vayan a creer que es un procedimiento de paticuri para embellecer a su mascota, no, ese señor o señorita, cuyo deber es aliviar del dolor a sus pacientes, sólo busca unos miles de pesos ARRANCÁNDOLE DE RAÍZ las garras a un ser que ronronea y lo acompaña sin moverse durante todo el juego de pelota o un clavo de HBO Olé. Y, ya se sabe, los gatos son teléfonos dijo Cortázar, que nosotros no podamos contestar esa llamada es nuestra pérdida.
"(...) las personas que ven con mirada administrativa y oficial el sufrimiento ajeno (los jueces, los policías, los médicos) con el paso del tiempo y a fuerza de costumbre, se endurecen de tal grado que aunque quisieran ya no podrían tratar a sus clientes de otro modo que no sea el formal, y en este aspecto no se diferencian en nada del muzhik que sacrifica terneros y corderos en sus patios y ni se da cuenta de la sangre", escribió Chejov, y yo me permito incluir a los veterinarios.
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