jueves, octubre 06, 2005

Modafoca Loves Me

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Amaneció aguacero. Truenos, rayos, ráfagas de viento: the whole works. Si vamos a creer en Juan Bosch a las ánimas del purgatorio otra vieja Remigia les ofrendó por lo menos mil pesos en velas, por la inflación.

Santo Domingo era un charco. Las cunetas demostraban una vez más su ineficiencia de tragar agua con basura adornada por envolturas de skimice. Aquí dos chinos orinan y hay que andar en yola. Yo estaba asustado. Comparto con los perros el temor al ruido. Los truenos, los tiros, los fuegos artificiales, la bomba atómica me ponen a caminar de aquí para allá con los ojazos abiertos como un chihuahua. Para colmo, dos rayos cayeron cerca y el edificio se estremeció, se fue el cable, se fue la luz, se dispararon 55 alarmas japonesas.

Tocan la puerta. Una bala perdida, pienso. Debajo de una sombrilla amarilla estaba la mujer que dice que me ama. Uno de los paquetes en su mano era una porción de chuletas con papas fritas de Tony Roma's capaz de atragantar un caballo; el otro, en papel de regalo, un t-shirt de Blue is the new red: "Modafoca Me Ama".

Los amores se vuelven grandes con cosas así. Ahí estaba yo, asustado, muriéndome del hambre, mirando como la lluvia convertía al mundo en un cuadro de un Van Gogh miope en medio de un apagón y esta mujer llega para salvar a mi cuerpo de mi cerebro, me rescata de mí mismo. Who could say she is not the best person in the world?

Después del sexo uno puede confesar hasta un asesinato. Al cigarrillo le sigue un séquito de fe, esperanza, sueños, risas, nostalgia por el presente.

— ¿Qué hora es?

Siempre es tarde cuando se pega cuernos. Al segundo de encender su Nokia suena Mozart:
— ¿Eh?, con un paciente en la Plaza de la Salud —se levanta de la cama, desde el baño escucho su voz, tan diferente ahora—. Voy a llegar tarde, ¿fuiste a buscar a la niña? ¿Comió? No la dejes dormir mucho que después se desvela, ok.

Otra mujer regresa. Esta mujer tiene la cara de una muchacha que está perdida y le da vergüenza o miedo preguntar una dirección. Trata de mantener el entusiasmo organizando los libros en la mesita de noche. Se sienta en la cama, tal vez llora.
— Quiero ver como te queda el t-shirt —dice para ahuyentar el silencio—. Qué papi, de seguro te levantas una loca hoy, ¿vas a salir esta noche?
— Sí, voy pa la calle —le contesto para mortificarla, para que tenga que llamarme en la madrugada, susurrando desde el baño de su casa. Yo no quiero salir. Yo quiero dormir y despertar con ella. Yo quiero llevármelas a vivir a Sabana de la Mar; ella curaría a los pescadores por pescados, la niña se convertiría en un pez como un personaje de Faulkner, yo escribiría un best seller de amor taíno con el seudónimo Dulus Dominicus Dulidae, digo, Cigua Palmera, y cultivara yuca para prepararles casabe con ajo y aceite de oliva. Why be a song when you can be a simphony?, escuchamos a Tim Booth cantar sólo para nosotros dos aquí adentro. Afuera, la lluvia y el viento nos advierten que se acerca un huracán.





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