jueves, noviembre 03, 2005
A Crack in the Ceiling
El hombre y la mujer decidieron que para casarse tenían que buscar un apartamento y acabar el romance de las tardes de domingo acostados sobre un sofá de rayas verdes y cremas en el apartaestudio de una sola habitación.
Después de opciones sin parqueo, con colmadones demasiado cerca, se decidieron por uno de dos habitaciones, 1 1/2 baños, comedor, cocina modular, área de lavado común, ascensor, planta eléctrica para 16 horas de apagones, parqueo bajo techo, cisterna de 15,000 galones, pre-instalación para aire acondicionado, pisos en cerámica, excelente terminación contra filtraciones, guachimán: Condominio Lorena Sofía XVIII, en Bella Vista. Para el financiamiento fueron una tarde agarrados de mano a la feria hipotecaria del Banco Popular que los examinó física y moralmente; después del certificado de buena conducta de la policía recibieron la aprobación para una deuda por 30 años.
—Quiero tené un hijo.
Lo intentaron todo en vano. Una amiga de la mujer le recomendó una doctora naturista madre universal gurú de la secta "No al Tomate" chef de recetas limpiadoras de vientre y sangre. La cocina nueva se llenó de botellas de gengibre, ajonjolí, agua de bambú, comidas sin sal. La mesita de noche se llenó de libros auto ayuda, revistas de bebé.
—¿Y qué e lo que pasa con el tomate?
—No quieras tú saber, la doctora-madre-gurú-chef nos enseñó un documental de cómo los insecticidas convierten en plomo la pulpa del tomate, y el plomo se acumula en el cuerpo, en el vientre, dificultando y atrofiando la sagrada concepción.
El hombre pensó que la cosa no pintaba nada bien, esperaba una fase pasajera como la cerámica, el espiritismo, el tae kwan do, los retiros religiosos, el francés, la psicología, la pintura, la devoción por J.J. Benitez. Tal vez en Suiza su esposa estuviera medicada.
Una noche, en el parqueo, lo detuvo Montilla:
—¿A uté le moletan lo perro?
Cuatro perros sentados en la acera, frente al edificio, con toda la estampa del viralata: orejas caídas y el cuerpo en expectativa de correr.
—No, ¿por qué?
—Ah, e que me dijeron que eso perro le moletan a la gente del edificio, uté ve, yo le doy comida y ello me acompañan, uté ve, primero llegó Blanquita, pero se metió en calor y llegaron los otro, uté ve, ello me ayudan a cuidá mejor, dede que ven a alguien raro ladran, uté ve, el otro día al loco que come del tanque de basura le ladraron muchísimo y me depertaron, era un loco, uté ve, pero podía ser un ladrón, uté ve.
—A mí no me moletan.
—Hay que ver, uté ve, la clase media e lo má acomplejao que exite, uté ve, en ella tan to lo defeto y vicio de lo pobre y de lo rico, sin ánimo de ofendé, uté ve, eso perro le moletan porque son feo y dique afean el edificio cuando viene visita...
Esa noche la mujer llegó del trabajo con un pollo horneado del Provocón IV, una rareza en la dieta de la insipidez. La vio en la cocina atareada, una mueca de asco, manejando pedazos de pollo con guantes amarillos como si fueran desechos radioactivos.
En la madrugada lo despiertan un grito y varios aullidos que opacan los ronquidos de camionero de su esposa. Había soñado que era un espantapájaros boxeando en Las Vegas contra Mike Tyson, después filmaban una película porno con Jenna Jameson y una oveja.
Se levanta de la cama, desde el balcón mira hacia abajo. Montilla lloraba sin cubrirse la cara; en la acera, los cuatro perros con las lenguas afuera.
—Lo envenenaron, envenenaron lo perro, uté ve, le echaron pollo envenenao, uté ve, y yo no vi quién fue, uté ve, y Blanquita que taba preñá...
A pesar del ruido que hace recogiendo lo que puede y metiéndolo en un bulto la Hidra no despierta. Trata de no mirarla, siente ganas de convertirse en Hércules, de liberar de nuevo a Lerna de este aliento venenoso, de cortarle las cabezas y quemar los muñones, de asfixiarla con siete almohadas. Mira la pared, mira hacia arriba: un edificio nuevo y ya una grieta abarca el techo por completo.
El hombre sale del apartamento, no cierra la puerta.
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