martes, diciembre 06, 2005

After

Picture by Jaime Guerra

Salgo del bonche a las 9 de la mañana, con la cabeza full de noche brasileña. Camino por un jardín japonés de palmeras enanas. Osos pandas, jirafas y cebras posan de la forma más curiosa. Aparecen tres hienas que me detienen por invasión de propiedad privada.

En el cuartel de San Pedro de Macorís empiezo a notar que todas las hienas tienen los dientes podridos. Trato de pagar el soborno con un quintal de cangrejos, nadie me pone atención. Subo la voz.

—¿Por qué todas las hienas tienen caries?
—¿Usted tiene algo contra las caries?, si es así debe mudarse de este país, nadie nos saca de aquí, tenemo tanto derecho como usted.

La hiena que así habla tiene los rojos cabellos recogidos en un moño con un lapicero papermate rojo, las pecas le cubren la cara y en la boca se confunden con las caries.

—Sólo quiero que me suelten.
—Pero, qué extraño corportamiento humano ciudadano, si ya lo soltamos, siga ese pasillo.

Camino entre una pestilencia que me marea. Al entrar al pasillo escucho voces de hienas discutiendo sobre perfumes:

—Jean Paul Gautier
—Dolce Gabanna
—Gio de Armani
—Drakar
—Davidoff
—Calvin
—Dior
—Aqua Blue
—Hugo Boss
—Lacoste
—Aramis 900
—Donna Karan
—Estee Lauder
—Fendi
—Lapidus

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un pozo con un péndulo donde un hombre de siglos es rodeado por ratones con sotanas bendecidas por el Vaticano.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a la 27 de Febrero donde un joven de 15 años es atropellado por un señor en una yipeta que venía escuchando a Gloria Trevi hablando sobre el futuro en la emisora Millenium 103.3 FM.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un patio egipcio donde se celebra el funeral de la serpiente gato verde.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a la sala de un hospital donde una mujer pare cuatrillizas llamadas Gwen Estéfani.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a una playa de inmensas olas rojas donde cocodrilos con uniformes de sargentos encienden una fogata para asar una tortuga más antigua que los taínos.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un juzgado en Elías Piña donde una jueza dicta una sentencia de diez años a un haitiano acusado de robarse un salamí y un radio de pilas.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un epitafio de una tumba en el Pico Vaea donde yace un hombre que los nativos bautizaron como Tusitala:

"Here he lies where he longed to be,
Home is the sailor, home from sea,
And the hunter home from the hill."

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un juzgado en San Cristóbal donde un juez absuelve a un hacendado que asesinó a una haitiana por invadir su finca y robarse una lechoza.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un piano bar en el Napolitano donde Kurt Cobain y Neil Young y Anthony Ríos cantan Harvest Moon.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a un batey de Neyba donde un niño desnudo se baña con un cerdo en un río del color del lodo.

La puerta se cierra. El pasillo se expande y se contrae. La puerta se abre a una calle donde un hipocampo dirige el tráfico. Subo a una guagua de Gandhis. Uno me empuja hacia el techo y todo el camino de regreso a mi casa miro un cielo de murciélagos que devoran palomitas de maíz.





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