martes, febrero 28, 2006

Visa Medical Test

Son apenas las 7 de la mañana y ya en la Independencia con Delgado el ajetreo parece de horas. Miren eso, la mujer que vende empanadas discute con un taxista que le debe 22 empanadas y quiere dos más, una de queso y otra de pollo, la verdad es que esos dos se gustan y tarde o temprano él tomará lo que quiera sin que se lo apunten; en la farmacia las empleadas esperan a que abran la puerta para desayunar bajo techo; ya llegó el evangélico que se parará con un megáfono a perturbar el sueño de los enfermos en la Abreu, mírenlo, se está bebiendo un jugo de avena con remolacha; ¿y para qué es esa fila? Ay sí, es la fila para hacerse el examen médico requerido para la visa de residencia gringa. ¡Cuántos rostros con miedo! Todomundo teme que le encuentren un octavo pasajero en la sangre. Todomundo teme la aguja que entrará varias veces en los brazos y antebrazos. Todomundo vive aquí con la mente en Nueva York. Todomundo quiere irse del país para pasarse mil años trabajando como un burro en Nueva York con la mente en un río de su tierra.

—Empanadas y cativías y huevos sancochao, no tienen que tar en ayuna pal examen... Empanadas y cativías y huevos sancochao... Empanadas y cativías y huevos sancochao... No pasen hambre que ese examen e pa largo... Empanadas y cativías y huevos sancochao... No tienen que tar en ayuna pal examen...

"¿E verdá eso que uno puede comé?", pregunta un muchacho con la estampa y los callos de trabajar en el área de la construcción en San Cristóbal. "En ei papei amarillo dice que e bueno vení desayunao, pero como quiera yo no comí na poi si acaso", dice una mujer que vino de San Francisco. Nadie lee las instrucciones, le pagan a unos abogados ladrones para que llenen los formularios a letra oro. Un señor, muy amable, revisa el pasaporte y las fotos.

—Esa foto no sirve, debe ser con el fondo blanco o color hueso.

A pocos metros una caseta tira fotos a 300 pesos cuando en cualquier Servikiss cobran 90 pesos. Hay todo un sistema de pater familia alrededor del lugar, se nutren de los necesitados como la tierra del sol. Cosas fritas, cocacola, quesos, fotos, taxis, limpiabotas porque hay que ir bien vestido, se vende de todo y todo carísimo para que los campesinos que vienen a sufrir piensen que los capitaleños son unos ladrones.

—¿Cuánto e que yo tengo que pagá?
—¿Qué edad usted tiene?
—50 año
—Son 252 dólares
—¿252? ¿Y no son 200?
—Son 200 si usted tiene de 49 años para abajo
—Pero yo cumplí lo 50 no hace mucho y na má tengo 200 dólare
—Bueno, debe buscar los 52 que le faltan, en las instrucciones decía la tarifa
—E que yo no leí el papel ese, y me dijén que eran 200, corre muchacho, llama pa que manden el reto por Vimenca...

Vamos a seguir a ese hombre chiquito y ojú que tiene todo en orden y que está al desmayarse del miedo. Entra y hace otra fila para pagar. La voz en la bocina manda a hacer silencio cada dos minutos. La gente está nerviosa. Nadie escucha y las preguntas ponen de mal humor a las enfermeras. La voz en la bocina menciona su nombre y que vaya a la sección de sacar sangre para ver la salud de sus glóbulos rojos y blancos y de grasa. Ahí lo pasan de una vez y una doctora muy amable le mete una aguja odiosa que duele muchísimo cuando la sacan. Ahora se sienta a esperar y la voz en la bocina menciona su nombre y que vaya a la sección de vacunación.

—Depejen esa puerta, depejen esa puerta —grita una enfermera mientras pone inyecciones como si fueran puñaladas. Un niño se raja a dar gritos y una mujer se desmaya del hambre. En la fila la gente habla, uno se entera de la vida de un hombre que esperó diez años sentado en una galería de Mao sin trabajar porque lo pidió un hermano sin ser ciudadano americano y él ni por el diablo trabajaba en una zona franca; una mujer no quiere irse porque eso significa que tendrá que dejar al novio que no es fácil; un señor dice que él le tiene miedo a los aviones y que esa grincal se va a peldel.

Después de las vacunas y la sacadera de sangre, 4 puyones, el hombre se sienta a esperar los rayos X. Respira, aguanta el aire, listo, una radiografía del pecho de un infeliz. Ahora falta el examen físico. "Yo no me quiero encuerá ni que me agarren mi parte", "Ay ay, eso de encuerase ta jodón." Pero no señores, no se preocupen, sólo es en pantaloncillos. El doctor cumpleaños y está de buen humor, le enseña a todos los regalos: una camisa amarilla polo, un tazón rojo, un lapicero; lo llaman al celular cada dos minutos.

—Ramón Petronilo Asencio, Federico Uladislao Ventura, pasen y quédense en ropa interior...

Los elegidos pasan casi temblando. Vienen un par de enfermeras a felicitar al doctor que es joven y parece que soltero. Otro tazón rojo y un juego de tijeras y cortauñas y limas para el hombre metrosexual. "Gracias" dice el doctor. "Recuerde que vamo a salí a celebrá doctor, no se desapareca", dicen las enfermeras. El doctor recuerda que tiene pacientes en pantaloncillos en los cubículos. Entra en uno y sale de una vez estornudando, respira profundo y entra en el otro. Salen las vacas. El doctor agarra un ambientador poupurri y empieza a rociar uno de los cubículos.

—¿Qué pasa doctor?
—Bueno que ese muchacho tenía un mal olor en lo pie que creo que fue una técnica para que yo no le preguntara nada, ofrécome qué sicote, eso no se hace.

El hombre entra y lo pesan. No tengo hijos, no me han operao, no me da ni gripe, sí, me dolió haceme ete tatuaje tan feo. Ok.

Por fin le entregan la radiografía, pero tiene que esperar hasta un día antes de su cita en la embajada para buscar los resultados. Y debe saber que se lo entregan sellados, y debe saber que las comidas no tendrán el mismo sabor hasta que no sepa, y debe saber que en los resultados el signo de + resta y lo positivo es el infierno, y debe saber que no dormirá tranquilo aunque el día que recoja los resultados un taxista enviado por el mismísimo Dios le diga:

—Amigo, yo tengo má de vente año bregando por aquí, si a uté le entregaron eso resultado no importa que ten sellao, eso e que uté no tiene SIDA, si le dicen que lo enviaron direto al cónsul ahí sí se jodió, pero no, uté no tiene na, uté etá del otro lao, la semana pasada a una muchacha le dijén que lo mandaron al cónsul y salió vuelta loca con lo sojo perdío...





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