viernes, marzo 24, 2006
La Mella, this one's optimistic
Así las cosas, caminar por la Duarte y doblar a la derecha en la Mella, dos padres de la patria, deja a uno con la sensación de que ha entrado a una zona de guerra con olor a cloaca. Parece un lugar escogido por Bush para jugar con sus madrebombas. Hoyos, polvo, negocios de centavos, un cine convertido en iglesia evangélica con una parábola dirigida hacia Dios, joyerías para vender las joyas robadas por los motoristas, un triciclo abandonado bajo un paloelú, muebles a plazo pintados de blanco para los muertos de hambre, seres humanos lamiendo cobre con la esperanza de descubrir una nueva forma de alquimia.
—¿Dónde venden sombrero?
—Era ahí, en ese negocio que ta cerrao, el del toldo azul, el dueño se murió.
Un helicóptero pasa y deja caer una bomba. No hay muertos inmediatos, el hoyo se llena de agua verde y de basura exhalando el olor del desahucio frente a un restaurant con letrero en chino. Los zapatos en la vitrinas están cubiertos de una lama que de tan verde es negra; un Santa Claus al que atracaron robándole los renos no sabe cómo regresar al Polo Norte y, machacando el español, le canta una canción de cuna a un niño Jesús que no verá la pubertad. Esa es la Duarte, esa es la Mella, adornadas por letreros en cartulina que ofrecen una habitación por hora a las prostitutas con clientes suicidas.
—¿Dónde e que venden sombrero por aquí?
—Ahí, depué del Lido y ante del Mercado Modelo.
Una doña arrastra las chancletas tomada del brazo de un hombre que le grita a todomundo: "¿Qué e lo que mira coño?", mientras deja a la vieja chocar con un tarantín de Hot Dogs untados de ébola. Ya en esta parte hay que tirarse al suelo, deslizarse sobre el vientre para no rozar los alambres de púa, para evitar ser alcanzado por ese francotirador que perdió su tienda a manos de los bancos.
—¿Dónde e que venden sombrero?
—E ahí mimo, en esa tiendecita que ta en liquidación, pero la doña fue al banco a tratá de resolvé un problema, epérala, ¿quiere una gafa o una cartera o un cortauña o una puca o una pitola o un cuero?
La alarma contra los bombardeos no funciona, por eso los damnificados llenan el aire de un reggaetón estridente que les perfora el cráneo, que no los deja notar lo desolado del paisaje, que no los deja pensar lo bajo que han caído en la cadena alimenticia, que no los deja ver a ese buitre engullendo pedacitos de ese haitiano. Los sombreros en la vitrina de la tiendecita en liquidación merecen un mejor lugar, deberían estar en aire acondicionado y no en este aire de epidemia.
—¿Y la doña va a durá mucho?
—No, ya viene, mírala ahí.
Es la misma doña que arrastraba sus chancletas, pero sin el hombre gritando. Me mira con desconfianza. ¿Para qué quiere un sombrero de vestir? Son caros. Doña, siempre me han gutao lo sombrero, no, no e porque soy calvo, siempre me han gutao, dede niño, no me gutan la gorra, quiero un sombrero. Bueno, ven entra. ¿Eto son to lo modelo? ¿Puede conseguime ese en gri? No, e en fieltro, sí, porque aquí hace mucho calor y no puedo usá un sombrero de pana. No, ese no. ¿Cómo? No eso no. La Doña insiste en que me lleve el sombrero que ella quiere, para convencerme me regala el mal olor de sus intestinos que también están en liquidación. Un avión pasa volando bajito y, cagando una tonelada de Napalm, se aleja tocando a Radiohead:
Flies are buzzing around my head
Vultures circling the dead
Picking up every last crumb
The big fish eat the little ones
The big fish eat the little ones
Not my problem give me some
You can try the best you can
If you try the best you can
The best you can is good enough
This one's optimistic
This one went to market
This one just came out of the swamp...
Pictures by Engel Leonardo
—¿Dónde venden sombrero?
—Era ahí, en ese negocio que ta cerrao, el del toldo azul, el dueño se murió.
Un helicóptero pasa y deja caer una bomba. No hay muertos inmediatos, el hoyo se llena de agua verde y de basura exhalando el olor del desahucio frente a un restaurant con letrero en chino. Los zapatos en la vitrinas están cubiertos de una lama que de tan verde es negra; un Santa Claus al que atracaron robándole los renos no sabe cómo regresar al Polo Norte y, machacando el español, le canta una canción de cuna a un niño Jesús que no verá la pubertad. Esa es la Duarte, esa es la Mella, adornadas por letreros en cartulina que ofrecen una habitación por hora a las prostitutas con clientes suicidas.
—¿Dónde e que venden sombrero por aquí?
—Ahí, depué del Lido y ante del Mercado Modelo.
Una doña arrastra las chancletas tomada del brazo de un hombre que le grita a todomundo: "¿Qué e lo que mira coño?", mientras deja a la vieja chocar con un tarantín de Hot Dogs untados de ébola. Ya en esta parte hay que tirarse al suelo, deslizarse sobre el vientre para no rozar los alambres de púa, para evitar ser alcanzado por ese francotirador que perdió su tienda a manos de los bancos.
—¿Dónde e que venden sombrero?
—E ahí mimo, en esa tiendecita que ta en liquidación, pero la doña fue al banco a tratá de resolvé un problema, epérala, ¿quiere una gafa o una cartera o un cortauña o una puca o una pitola o un cuero?
La alarma contra los bombardeos no funciona, por eso los damnificados llenan el aire de un reggaetón estridente que les perfora el cráneo, que no los deja notar lo desolado del paisaje, que no los deja pensar lo bajo que han caído en la cadena alimenticia, que no los deja ver a ese buitre engullendo pedacitos de ese haitiano. Los sombreros en la vitrina de la tiendecita en liquidación merecen un mejor lugar, deberían estar en aire acondicionado y no en este aire de epidemia.
—¿Y la doña va a durá mucho?
—No, ya viene, mírala ahí.
Es la misma doña que arrastraba sus chancletas, pero sin el hombre gritando. Me mira con desconfianza. ¿Para qué quiere un sombrero de vestir? Son caros. Doña, siempre me han gutao lo sombrero, no, no e porque soy calvo, siempre me han gutao, dede niño, no me gutan la gorra, quiero un sombrero. Bueno, ven entra. ¿Eto son to lo modelo? ¿Puede conseguime ese en gri? No, e en fieltro, sí, porque aquí hace mucho calor y no puedo usá un sombrero de pana. No, ese no. ¿Cómo? No eso no. La Doña insiste en que me lleve el sombrero que ella quiere, para convencerme me regala el mal olor de sus intestinos que también están en liquidación. Un avión pasa volando bajito y, cagando una tonelada de Napalm, se aleja tocando a Radiohead:
Flies are buzzing around my head
Vultures circling the dead
Picking up every last crumb
The big fish eat the little ones
The big fish eat the little ones
Not my problem give me some
You can try the best you can
If you try the best you can
The best you can is good enough
This one's optimistic
This one went to market
This one just came out of the swamp...
Pictures by Engel Leonardo
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