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Todos los caminos, according to Melville, conducen al agua, y en Bonao es verdad, aunque cuando miran el agua no ven la inagarrable imagen de Narciso ni piensan en una oscura sentencia de Heráclito. 

Sigan a ese grupo, llevan ollas y carbón, cargan arroz y aguacate, ninguno va vestido de etiqueta, no es asombroso que canten; el plan es coger jaivas y hacer un locrio.

Sigan a esos dos muchachos, es sábado y hace media hora que salieron del zumbido de una máquina de coser en la Zona Franca, bajo las pupilas severas de un coreano; el plan es comprar una botella de ron, o dos, y meterse en el agua hasta que el río los escupa.

Sigan a esas dos muchachas, esperan a los dos muchachos, los trajebaños amarillos se pueden ver debajo de las camisetas, no, no son gemelas; el plan es dejar el himen sobre hojas de guayaba.

Sí, el pueblo entero va al río, ustedes saben que aquí es verano todo el año.

Yo soñé que una ballena blanca agonizaba en las piedras del Yuna y que las jaivas le devoraban la lengua. Tío Lorenzo no despertaba, hice todo el ruido posible hasta que despertó. Una promesa es una promesa.

Llegamos a Los Quemaos como a las 11. El agua está tibia, el merengue a todo lo que da de varios radios corta las alas de los ruiseñores, causa insomnio a los murciélagos, provoca infartos a las tilapias. Yo busco a Natalia, creo que si viene voy a besarla. Anoche me dijo que siempre se sueña conmigo y que no me puede decir lo que sueña porque no se hace realidad. Antes de irse cerró los ojos en silencio y yo me quedé con los ojos abiertos mirando sus pestañas, tan largas.

No me gustan las multitudes, tampoco me gustan las hormigas. Camino sobre las piedras que arden buscando sin esperanzas el nacimiento del Yuna. A lo lejos la peste de un animal muerto: el cuerpo de una mujer gorda se pudre bajo el asedio de las jaivas que han hecho, according to Melville, de esos ojos ventanas y de ese cuerpo una casa.