lunes, mayo 22, 2006
My Girlfriend's Wedding
Siempre la veía atendiendo a los clientes con sobregiros en la primera planta del Banco; me encantaba su pelo rojo, sus pecas en los hombros, su manera de mantener a raya a los papichulos de Banca Corporativa que se creen irresistibles por exhibir apellidos de aristocracia rancia en las tarjetas de presentación. Un miércoles coincidimos en el comedor; me ofreció de su puré de papá con tuna, yo le ofrecí de mi arroz con habichuelas; en el cigarrillo tomó mi encendedor zippo, para limpiarlo, me dijo. En la tarde, al salir el último cliente, subió Campeche, se sentó en mi cubículo.
—Qué palo Don Dino, no sabía que uté taba con la rubiota de Servicio al Cliente, ahí anda con su encendedor, diciendo que e de su novio, esa mujere tienen una chercha allábajo con uté, qué palo santísimo, si yo tuviera 25 año otra ve, qué mamita
Ella misma me trajo el encendedor, lo limpió con alcohol, brillaba más que cuando estaba nuevo. Los palomos de Préstamos pasaron como diez veces, no disimulaban el asombro de verla en el tercer piso, hasta el Sr. De Los Ángeles pasó varias veces con deseos de decir una indiscreción.
—¿Por qué nunca tú te pone falda? Tú debe tené la pierna flaca, seguro que sí —le dije tratando de ser simpático. Todos sabíamos de su novio de años, ese que la pasaba a buscar todos los días y que la acompañaba a las fiestas de navidad; ese que le traía flores sin ningún motivo; ese que supuestamente le ofreció matrimonio hincándose frente a los padres y sus amigas en su pasado cumpleaños. Además, ella tenía esa aura de conmigo usted no va a jugar y, precisamente, eso era lo que yo quería, jugar con todas las que tuvieran el mal gusto de gustarle un enano.
Al otro día ella subió antes de que abrieran las puertas a los clientes. Se sentó en mi cubículo, cruzó las piernas: una falda amarilla y piernas largas, con las rodillas y los tobillos bien definidos: unas malditas piernas preciosas. Sonrió y se fue sin decir ni pío. El Sr. De Los Ángeles pasaba en ese momento, me miró como si yo fuera Clark Kent y él acababa de descubrir un pedazo del traje de Superman debajo de mi ropa.
Desde ese día los mirones se acostumbraron a vernos juntos en todas partes. Ella subía a cada rato y me pasaba a buscar para comer solos en el comedor full de ojos: "No pidas comida hoy, te traje un pastelón de berenjena, te traje un pastelón de plátano maduro, te traje un pastelón de yuca", nunca me trajo arroz con habichuelas. No le pregunté por el novio ideal, no iba a cometer ese error. Dejé de ir a los Happy Hours de Steak House con Gerald, Pedro y Alexis, era mil veces mejor irme con ella para mi apartamento: su cuerpo me daba sorpresas a diario, nos metíamos en la tina y salíamos tibios, deseando que fueran las cinco de la tarde de mañana.
Una noticia te hace envejecer diez años en un segundo. Una noticia te convierte en autómata. Una noticia te lleva a hablar con unos padres que callan esperando la verdad, que te dan la bendición entre dientes mirándote como si estuvieran viendo tu esqueleto.
Novias, Damas, Pajes, Smokings, Bizcochos, Fotografía, Video. Todo para que tu boda sea la de una reina, decía el catálogo de Elegant Classic Wedding. Ella y mi suegra miraban ejemplos de 200 mil pesos, de 175 mil pesos, de 150 mil pesos. Romántica, Dandy, Futurista, Moderna, Femenina, Sofisticada, Glamorosa, tú eliges qué clase de novia quieres ser, decía el asesor de imagen de la agencia que parecía una comparsa de tema primaveral: camisa amarilla, pantalón marrón, corbata de flores rojas, zapatos blancos. Yo miraba para la calle, un hombre en un carro discutía con su mujer sobre el mejor supermercado para comprar carne de res, sobre el mejor campamento para enviar a los niños en verano, sobre el mejor jarabe para la tos, el asma y el pecho apretao; atrás tres gritos le daban el toque familiar a la escena.
Sólo faltaban catorce días para la boda cuando ella llegó llorando, yo la consolé pensando en cómo decirle ahora podemos esperar otro año, tal vez dos. Se lo dije al otro día, me llamó gran necio, estúpido, engreído, egoísta y caprichoso, falso enano rencoroso que no tiene corazón.
El sábado la vi en Plaza Central, está embarazada y llevaba una preciosa niña de pelo amarillo de la mano; a su lado iba su novio de siempre, el que, imagino, al final alquiló el ridículo smoking blanco en Elegant Classic Wedding.
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