lunes, mayo 29, 2006
Oh Fortune Wheel
The top is so much better than the bottom, canta 50Cent, o ser jefe de la avanzada militar de un presidente es mucho mejor que estar preso en La Victoria, grita el Sr. Pepe Goico. Y no importa si tiene una celda para él solo en Alaska o si la celda tiene color tv, microwave oven, dvd, custom kitchen, air conditioner, internet conection, apple pie, jacuzzi ajeno, chef integrado, un pastor alemán, no importa, estar preso es estar preso. Claro, hay que ver si al Sr. Pepe Goico no lo dejan salir en la noche para que vaya a dormir a su casa con su almohada ortopédica.
Es que la vida cambia a media hora por segundo, o como diría Ignatius J. Reilly: "Oh funesta Fortuna, deidad vagabunda, haciendo girar tu rueda como un maquinista borracho." Ayer usted compraba y vendía helicópteros Colibrí con una tarjeta de crédito pagada por el pueblo dominicano, hoy usted está detrás de las rejas por unos pequeños equívocos sin importancia como el lavado de dinero; ayer usted maltrataba a los periodistas que querían entrevistar al presidente, hoy usted le ruega a los periodistas que aclaren que usted no estaba escondido en un closet.
A los dominicanos nos están echando una droga en el agua que nos vuelve autómatas, eso, o la combinación mataneuronas de sol, ron y reggaetón nos ha convertido el cerebro en un chicle como en una canción de Beck. No es posible que unos seres amorfos con sebo en las arterias nos roben el futuro y nosotros los encontremos en las calles y en lugar de escupirlos envidiemos la exclusiva corbata de 500 dólares y los lentes Cartier que exhiben con el mal gusto propio de una opulencia que no aguanta auditorías; no es posible que unos ladrones consuetudinarios nos roben nuestros ahorros y nosotros los veamos en las Sociales y en lugar de limpiarnos el culo con ellos admiremos los implantes de pelo de a mil dólares por hebra Made in Miami.
En fin, ahora veremos al Sr. Pepe Goico desmayarse con el diagnóstico cardíaco de "hay que salir volando para una clínica de acupuntura en Fiji"; ahora veremos al Sr. Pepe Goico decir que si él cae van a caer muchos con él, que él va a confesar quienes más están involucrados, que él tiene pruebas irrefutables de la culpabilidad colectiva de medio país, y como aquí todos los ladrones son jefes y todos los ladrones se protegen entre ellos, es muy posible que nos topemos con el Sr. Pepe Goico en un convertible morado atropellando peatones anónimos y anónimos perros kakhis en la Lincoln o en el malecón libre un domingo con la temperatura a 45 grados celcius.
Es que la vida cambia a media hora por segundo, o como diría Ignatius J. Reilly: "Oh funesta Fortuna, deidad vagabunda, haciendo girar tu rueda como un maquinista borracho." Ayer usted compraba y vendía helicópteros Colibrí con una tarjeta de crédito pagada por el pueblo dominicano, hoy usted está detrás de las rejas por unos pequeños equívocos sin importancia como el lavado de dinero; ayer usted maltrataba a los periodistas que querían entrevistar al presidente, hoy usted le ruega a los periodistas que aclaren que usted no estaba escondido en un closet.
A los dominicanos nos están echando una droga en el agua que nos vuelve autómatas, eso, o la combinación mataneuronas de sol, ron y reggaetón nos ha convertido el cerebro en un chicle como en una canción de Beck. No es posible que unos seres amorfos con sebo en las arterias nos roben el futuro y nosotros los encontremos en las calles y en lugar de escupirlos envidiemos la exclusiva corbata de 500 dólares y los lentes Cartier que exhiben con el mal gusto propio de una opulencia que no aguanta auditorías; no es posible que unos ladrones consuetudinarios nos roben nuestros ahorros y nosotros los veamos en las Sociales y en lugar de limpiarnos el culo con ellos admiremos los implantes de pelo de a mil dólares por hebra Made in Miami.
En fin, ahora veremos al Sr. Pepe Goico desmayarse con el diagnóstico cardíaco de "hay que salir volando para una clínica de acupuntura en Fiji"; ahora veremos al Sr. Pepe Goico decir que si él cae van a caer muchos con él, que él va a confesar quienes más están involucrados, que él tiene pruebas irrefutables de la culpabilidad colectiva de medio país, y como aquí todos los ladrones son jefes y todos los ladrones se protegen entre ellos, es muy posible que nos topemos con el Sr. Pepe Goico en un convertible morado atropellando peatones anónimos y anónimos perros kakhis en la Lincoln o en el malecón libre un domingo con la temperatura a 45 grados celcius.
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