martes, mayo 30, 2006
Salomón Salomón
Salomón trató de aprender a tocar la guitarra en la tercera edad, considerando la tercera edad como el período que el cuerpo le da un golpe de estado al cerebro para instalar un triunvirato de pies que tropiezan, manos que tiemblan y lengua con ecolalia. "Ete e un intrumento intrigante intrigante, lleno de miterio miterio", me dijo un día practicando, debajo de una mata de mango, los dos tonos de todo el repertorio de su novel talento: Do re re, do re re, do re re, do re re, do re re. El vals era lo más apropiado para su artritis, las composiciones de Salomón mantenían la misma estructura de rasgueos repetidos y bordones monótonos.
—Dino Dino, ¿tú no conoce allá en la capitai capitai, aigún produtoi musicai musicai que quiera apoyaime en mi carrera carrera?
Salomón me demostraba en cada regreso a Bonao que el ser humano es algo admirable, que la esperanza, el optimismo y las ilusiones de toda una genealogía algunas veces son vertidas en un solo individuo. Y demostraba su talento cada vez que en la familia había una celebración.
—Sí, hoy se casa la niña Fe Fe, y poi eso le voy a dedicai una canción canción, de cómo yo la vi chiquitica chiquitica y hoy depué de conocei a Eivis Eivis que e un muchacho serio y trabajadoi trabajadoi con una grincai americana americana se embaica en una nueva vida vida donde ei faro dei amoi alumbra su bote bote hacia un mañana de felicidá felicidá coronado poi ei milagro milagro de lo sijo poi vení vení, aquí va va:
"Hoy se casa la niña Fe Fe
y poi eso le voy a dedicai una canción canción
de cómo yo la vi chiquitica chiquitica
y hoy depué de conocei a Eivis Eivis
que e un muchacho serio y trabajadoi trabajadoi
con una grincai americana americana
se embaica en una nueva vida vida
donde ei faro dei amoi alumbra su bote bote
hacia un mañana de felicidá felicidá
coronado poi ei milagro milagro
de los sijo poi vení vení
de los sijo poi vení vení
de los sijo poi vení vení
de los sijo poi vení venííííííííííííí..."
No importaba el motivo de la reunión familiar, él tenía una canción preparada para bautizos, velorios, navidad, bodas, o simplemente una bebentina con sancocho sin motivo aparente que no sea el de estar vivo un domingo de agosto rodeado de lomas y personas que te aman en un río frío frío llamado Blanco.
—Sí, hoy bautizamo ai angelito Feivis Feivis ei retoño de Fe y Eivis Eivis y poi eso lo vetimo de encaje encaje y lo bendecimo ai lao de Crito nuetro saivadoi saivadoi para que en ei mañana creca y se convieita convieita en un hombre de bien bien y encuentre una muchacha que lo quiera y lo repete repete y foime una familia tan bella como la foimada foimada poi su papá Eivis y su mamá Fe Fe, aquí va va:
"Hoy bautizamo ai angelito Feivis Feivis
el retoño de Fe y Eivis Eivis
y poi eso lo vetimo de encaje encaje
y lo bendecimo ai lao de Crito nuetro saivadoi saivadoi
para que en ei mañana creca y se convieita convieita
en un hombre de bien bien
y encuentre una muchacha que lo quiera y lo repete repete
y foime una familia tan bella como la foimada foimada
por su papá Eivis y su mamá Fe Fe
su papá Eivis y su mamá Fe Fe
su papá Eivis y su mamá Fe Fe
su papá Eivis y su mamá Fe Fe
su papá Eivis y su mamá Fe Fe
Feivis
Feivis
Feivis
Feeeeiviiiiiiiiiisssssss...."
La última vez que vi a Salomón estaba sin la guitarra: lo enterramos al lado de Papalao, su frente de dominó por casi medio siglo. Lo imagino volviendo loco a Mozart para una oportunidad, en la banda de música Gloria Eterna, de desafinar ante Dios durante la celebración en el Cielo por el próximo holocausto en Sri Lanka, o en uno de los conciertos semanales celebrados en alguna nebulosa por el éxito de las sangrientas incursiones judías en Palestina. Ojalá el arpa no le guarde tantos misterios como la guitarra.
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