jueves, julio 13, 2006
El Atari del Capitán Colgate (from Summertime)
Decido acostarme tarde todo el verano. Incluso lo planifico con Moreno y Mino. A las diez me duermo sin sentirlo.
Decido levantarme tarde todos los días. Hasta les advierto a Mino y Moreno que no vengan voceando a las ocho de la mañana. A las siete me despierta el olor del café, del chocolate, de los boleros de Águeda. Me meto al baño el primero.
En la mesa el desayuno. Todo igual menos el NO escuela y SÍ el concurso del Capitán Colgate ofreciendo Ataris con Pacman y Space Invaders durante Kalimán:
“Es muy sencillo amiguito. Sólo tienes que dibujar al Capitán Colgate destruyendo meteoritos de caries. Igualito a Superman sin lentes y sin el poder de volar. Capa roja, sonrisa de bracers, sentado en su nave bucal, en el pecho una C en lugar de una S.”
Los entregan en septiembre por pura maldad. Sólo podrás jugar en las tardes, después de las tareas y antes de Los Nietos De Los Hijos De Los Ricos También Lloran. Los sábados y los domingos será imposible con el molote de hijos, nietos, sobrinos, extraños invadiendo todos los rincones. Todavía a las 3 de la mañana en el área de la televisión y, por desgracia, del tocadiscos, se bebe y se grita sin importar el sueño ligero de MamaTita.
Tengo que tratar. No existe otra forma de toparme con un Atari. Vivo con MamaTita y el dinero que envía mamá no alcanza para esos lujos. Y un Atari significa tardes con Natalia, el olor de su cuerpo y de su melena diciendo ya estamos viejos para los productos Baby Johnson. También estarán Mino y Moreno:
—Por favor no pasen ni cerca de por aquí.
Venimos del río y cometo el error de hablar del concurso con Mino y Moreno.
—Cuídate Bidó, Bonao tiene otro artista del pincel, digo de las crayolas.
—¡Vamos Picasso, muéstranos tu obra!
No me molestan con sus bromas, aprendí a ignorarlas desde los 5 años. El problema es que esta mañana le pusieron postdata al comercial del concurso: “Fecha Final de Recepción de Dibujos: 6 de agosto. No nos importa que el eficiente correo dominicano envíe a su Capitán Colgate para Nueva York o para Zimbabwe”.
Estoy dibujando la nave, los lanzacohetes no lucen muy convincentes. Moreno y Mino llegan con los caballos del viejo Sabá.
Julio de mangos. En el camino despreciamos los guevoetoros.
—Esperen hasta llegar a Piedra Gorda, se pueden comer con todo y cáscaras.
Estoy en el agua hasta la cintura. Las pulpas bajan por la garganta. Mino y Moreno debajo de la cascada. El agua me llega al pecho, pasa la brisa sin sal.
Al atardecer la piel y los cabellos son color ceniza. Los sacos se vacían en la nevera, en la despensa, en todas partes. Escojo los mejores y se los llevo a Natalia.
—¡MANGO!
—¡MANgo!
—¡Mango.
—mango.
—Vamos a ver si botan esos mangos, estoy hasta aquí de ese olorcito.
Estoy trancado en la capa. No sé si debe ondear o estar oculta.
Agosto de cerezas y guayabas, las de Piedra Gorda tienen gusanos pero como quiera vamos. Pedimos sándwiches extras en el desayuno.
Pan con mantequilla y queso al mediodía, sentados sobre una piedra tibia bajo el sol. Saboreamos la canción estupenda. Sin los dientazos del profesor de álgebra, nada hostil, tal vez ese toro negro que nos olfatea desde la colina, allá a lo lejos, muge, mira el rabo de una vaca, y desaparece.
Termino el dibujo, no lo muestro. La nave parece hecha aquí. No soportaría una embestida de ese meteorito tan parecido a un carbón.
—MamaTita necesito dinero para sellos postales. No, no es una carta para mamá. Sí, prometo escribirle. Un besito para ti mi viejita.
Rezo en las últimas noches de agosto para que sea una tómbola que escoja los ganadores, por favor Dios, NO jueces.
Apenas miércoles. Sólo tres días de escuela nos bastan para añorar el verano. La puerta abierta de par en par y arrojo la mochila en cualquier mueble. En la mesa la comida. Todo igual menos la voz de Águeda:
—¡Te ganaste un premio con el Capitán Colgate! ¡El mismo dijo tu nombre! No incluye las pilas, el muy tacaño.
—¿DiJeron PIlas?
—Debes llamar antes de que termine El Show del Mediodía.
—¿DijeROn pilAS?
—Ve donde tú Tía Carmen.
—¿DijERON pILAS?
—Primero quítate el uniforme.
—¿DIJERON PILAS?
La calle desierta, el sol allá arriba, vuelo hacia Tía.
—¿Me prestas el teléfono Tía?
—¡Qué grande estás! ¡Un besito en la boca para tu tía favorita!
—No, no es a mamá. Sí, lo sé. Prometo llamarla.
—¡Un artista en la familia! Tranquilízate muchacho, si falta más de media hora para las dos. Primero un dulcito de leche cortada. Ahora otro besito en la boca. Ven, siéntate en mis piernas. ¡Qué muslos! Apuesto a que ya estás emplumando. ¡Mira qué bárbaro! ¡Oh prodigiosa doncellez!
—Lo siento tía.
—No te preocupes, era un plato viejo.
—Lo siento tía.
—Deja, yo lo recojo.
—Lo siento tía.
Mi Capitán Colgate ganó un jeep a control remoto. Necesita 42 pilas para moverse. Ni siquiera lo abro. Se lo cambio a Moreno y Mino por su bicicleta. A veces me la prestan para visitar a Natalia, se mudó por los lados del parque.
Decido levantarme tarde todos los días. Hasta les advierto a Mino y Moreno que no vengan voceando a las ocho de la mañana. A las siete me despierta el olor del café, del chocolate, de los boleros de Águeda. Me meto al baño el primero.
En la mesa el desayuno. Todo igual menos el NO escuela y SÍ el concurso del Capitán Colgate ofreciendo Ataris con Pacman y Space Invaders durante Kalimán:
“Es muy sencillo amiguito. Sólo tienes que dibujar al Capitán Colgate destruyendo meteoritos de caries. Igualito a Superman sin lentes y sin el poder de volar. Capa roja, sonrisa de bracers, sentado en su nave bucal, en el pecho una C en lugar de una S.”
Los entregan en septiembre por pura maldad. Sólo podrás jugar en las tardes, después de las tareas y antes de Los Nietos De Los Hijos De Los Ricos También Lloran. Los sábados y los domingos será imposible con el molote de hijos, nietos, sobrinos, extraños invadiendo todos los rincones. Todavía a las 3 de la mañana en el área de la televisión y, por desgracia, del tocadiscos, se bebe y se grita sin importar el sueño ligero de MamaTita.
Tengo que tratar. No existe otra forma de toparme con un Atari. Vivo con MamaTita y el dinero que envía mamá no alcanza para esos lujos. Y un Atari significa tardes con Natalia, el olor de su cuerpo y de su melena diciendo ya estamos viejos para los productos Baby Johnson. También estarán Mino y Moreno:
—Por favor no pasen ni cerca de por aquí.
Venimos del río y cometo el error de hablar del concurso con Mino y Moreno.
—Cuídate Bidó, Bonao tiene otro artista del pincel, digo de las crayolas.
—¡Vamos Picasso, muéstranos tu obra!
No me molestan con sus bromas, aprendí a ignorarlas desde los 5 años. El problema es que esta mañana le pusieron postdata al comercial del concurso: “Fecha Final de Recepción de Dibujos: 6 de agosto. No nos importa que el eficiente correo dominicano envíe a su Capitán Colgate para Nueva York o para Zimbabwe”.
Estoy dibujando la nave, los lanzacohetes no lucen muy convincentes. Moreno y Mino llegan con los caballos del viejo Sabá.
Julio de mangos. En el camino despreciamos los guevoetoros.
—Esperen hasta llegar a Piedra Gorda, se pueden comer con todo y cáscaras.
Estoy en el agua hasta la cintura. Las pulpas bajan por la garganta. Mino y Moreno debajo de la cascada. El agua me llega al pecho, pasa la brisa sin sal.
Al atardecer la piel y los cabellos son color ceniza. Los sacos se vacían en la nevera, en la despensa, en todas partes. Escojo los mejores y se los llevo a Natalia.
—¡MANGO!
—¡MANgo!
—¡Mango.
—mango.
—Vamos a ver si botan esos mangos, estoy hasta aquí de ese olorcito.
Estoy trancado en la capa. No sé si debe ondear o estar oculta.
Agosto de cerezas y guayabas, las de Piedra Gorda tienen gusanos pero como quiera vamos. Pedimos sándwiches extras en el desayuno.
Pan con mantequilla y queso al mediodía, sentados sobre una piedra tibia bajo el sol. Saboreamos la canción estupenda. Sin los dientazos del profesor de álgebra, nada hostil, tal vez ese toro negro que nos olfatea desde la colina, allá a lo lejos, muge, mira el rabo de una vaca, y desaparece.
Termino el dibujo, no lo muestro. La nave parece hecha aquí. No soportaría una embestida de ese meteorito tan parecido a un carbón.
—MamaTita necesito dinero para sellos postales. No, no es una carta para mamá. Sí, prometo escribirle. Un besito para ti mi viejita.
Rezo en las últimas noches de agosto para que sea una tómbola que escoja los ganadores, por favor Dios, NO jueces.
Apenas miércoles. Sólo tres días de escuela nos bastan para añorar el verano. La puerta abierta de par en par y arrojo la mochila en cualquier mueble. En la mesa la comida. Todo igual menos la voz de Águeda:
—¡Te ganaste un premio con el Capitán Colgate! ¡El mismo dijo tu nombre! No incluye las pilas, el muy tacaño.
—¿DiJeron PIlas?
—Debes llamar antes de que termine El Show del Mediodía.
—¿DijeROn pilAS?
—Ve donde tú Tía Carmen.
—¿DijERON pILAS?
—Primero quítate el uniforme.
—¿DIJERON PILAS?
La calle desierta, el sol allá arriba, vuelo hacia Tía.
—¿Me prestas el teléfono Tía?
—¡Qué grande estás! ¡Un besito en la boca para tu tía favorita!
—No, no es a mamá. Sí, lo sé. Prometo llamarla.
—¡Un artista en la familia! Tranquilízate muchacho, si falta más de media hora para las dos. Primero un dulcito de leche cortada. Ahora otro besito en la boca. Ven, siéntate en mis piernas. ¡Qué muslos! Apuesto a que ya estás emplumando. ¡Mira qué bárbaro! ¡Oh prodigiosa doncellez!
—Lo siento tía.
—No te preocupes, era un plato viejo.
—Lo siento tía.
—Deja, yo lo recojo.
—Lo siento tía.
Mi Capitán Colgate ganó un jeep a control remoto. Necesita 42 pilas para moverse. Ni siquiera lo abro. Se lo cambio a Moreno y Mino por su bicicleta. A veces me la prestan para visitar a Natalia, se mudó por los lados del parque.
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