lunes, julio 17, 2006
Losing La Zona
Caminando por la Zona Colonial me doy cuenta cuánto me gusta esta parte del desorden disfrazado de ciudad que es nuestra ubre, digo, urbe. Pensar que muchos de estos edificios pertenecen a la era del español cortando lenguas, orejas y narices, de los grilletes lacerando muñecas y tobillos. Pensar que estas calles vieron al indígena cargando piedras para construir una catedral donde el cardenal bautizó el sábado a unas sixtillizas.
Y no entiendo por qué diablos abrieron a Hard Rock Cafe por esta zona. ¿Cuánto cuesta una cerveza ahí? ¿Cuánto un hamburger? ¿Cuánto un vodka tonic? ¿Cuánto unas papitas fritas? ¿Venderán tostones? Debieron abrirlo para la zona Miami, para la Lincoln, para la Churchill, al lado de uno de los tantos Drinks 2 Go que están acabando con las neuronas del estudiantado dominicano. Ayer no había parqueo en ningún lado por la zona. Las harleys no dejaban descansar el tímpano a los regulares del Parque Colón, miren a ese pobre viejo con bastón y sombrero, tiene la mirada atormentada de un animal que ha perdido su hábitat. Cada vez hay menos espacio en este país para el que no le gusta andar en traje ni zapatos italianos. Este es el paraíso de los yuppies que prefieren ir a un bar donde las paredes exhiben guitarras y panderetas autografiadas por Paulina Rubio y Enrique Iglesias.
Claro, los inversionistas de esta fucking franquicia descubrieron que ninguna moderna torre de la Lincoln puede competir con estos antiguos edificios; que ninguna mansión de Arroyo Hondo puede competir con estos caserones de techo alto y paredes de siglos; que ninguna calle de la zona Miami de Santo Domingo puede competir con estas callecitas adoquinadas donde al principio hay una iglesia en cuya torre está pintada la Virgen de la Altagracia, donde al final hay un hombre vestido de indio delante de un negocio de artesanía incitando al turista a comprar souvenirs, donde en la acera hay una mujer muy muy vieja que por cinco pesos te da la bendición rodeada de piñas, nísperos, guayabas, mangos y uno que otro guineo.
Y no entiendo por qué diablos abrieron a Hard Rock Cafe por esta zona. ¿Cuánto cuesta una cerveza ahí? ¿Cuánto un hamburger? ¿Cuánto un vodka tonic? ¿Cuánto unas papitas fritas? ¿Venderán tostones? Debieron abrirlo para la zona Miami, para la Lincoln, para la Churchill, al lado de uno de los tantos Drinks 2 Go que están acabando con las neuronas del estudiantado dominicano. Ayer no había parqueo en ningún lado por la zona. Las harleys no dejaban descansar el tímpano a los regulares del Parque Colón, miren a ese pobre viejo con bastón y sombrero, tiene la mirada atormentada de un animal que ha perdido su hábitat. Cada vez hay menos espacio en este país para el que no le gusta andar en traje ni zapatos italianos. Este es el paraíso de los yuppies que prefieren ir a un bar donde las paredes exhiben guitarras y panderetas autografiadas por Paulina Rubio y Enrique Iglesias.
Claro, los inversionistas de esta fucking franquicia descubrieron que ninguna moderna torre de la Lincoln puede competir con estos antiguos edificios; que ninguna mansión de Arroyo Hondo puede competir con estos caserones de techo alto y paredes de siglos; que ninguna calle de la zona Miami de Santo Domingo puede competir con estas callecitas adoquinadas donde al principio hay una iglesia en cuya torre está pintada la Virgen de la Altagracia, donde al final hay un hombre vestido de indio delante de un negocio de artesanía incitando al turista a comprar souvenirs, donde en la acera hay una mujer muy muy vieja que por cinco pesos te da la bendición rodeada de piñas, nísperos, guayabas, mangos y uno que otro guineo.
Suscribirse a Entradas [Atom]