jueves, julio 06, 2006
My brother is a son of a bitch
Cinema Café: tapas baratas, buen servicio, ni una pistola, buena música cuando no toca un Dj. Dj Adalberto González debe saber que si quiere triunfar en el negocio de la música electrónica lo primero que debe hacer es cambiarse el nombre, seguir el ejemplo de los maestros: Deep Shit, Chus y Caballos, Digpee, Sven Bath, Dj Hell, Dj Shallow. Alguien en la mesa le pregunta a Alejandro sobre su hermano, pone cara de asco y dice:
—Ese hijo de la gran puta.
Yo, conociendo el carácter pacífico de Alejandro, me asombro. Mirando mi asombro me cuenta el motivo del disgusto familiar.
—Na Dino, mi hermano y yo nos fuimo pa Jarabacoa con la familia, allá había muchísima gente, toda la familia, hata lo suegro. Tú sabe que a nosotro se nos ha metío la fiebre de la loto, no hay una semana que no juguemo, e como una epecie de competencia entre nosotro, pero bien, porque hay un acuerdo de quel que se gana la loto reparte en la familia, y yo te voá decí la verdá, unos milloncito no le caen mal a nadie.
Dj Adalberto González no sólo el nombre debe cambiarse si quiere triunfar en la música electrónica, realmente el beat es el de una canción de ABBA o de cualquier otro grupo sueco, tal vez Ace of Base, sin embargo, una muchacha le tira fotos, él posa con los audífonos Koby puestos, ahora sin ellos, mira hacia la cámara con actitud rock star y puya el mixer aunque la música no cambia ni un chin.
—Na, yo vengo y me paro en La Vega el vierne y compro mi tike de la loto, ecojo lo número con conciencia, uno a uno, sueño a sueño, te voá decí algo, algo me decía que podía ganá, hata me dieron ecalofrío, se me engrifaron to lo pelo cuando la muchacha me pasó el tike, una cosa, no le digo na a nadie porque eso azara, ni siquiera a mi mujer, que se quedó en el carro dándole el seno a Alejandrito.
Dj Adalberto González tiene problemas con los quinientos botones, la música se apaga. Varios ayudantes van a ver qué pasa; miran los controles, comprueban enchufes, investigan conexiones, discuten entre ellos, miran el cielo. En lo que se resuelve el asunto la administración de Cinema Café pone The In Sound from Way Out, de los Beastie. Muchos rezan para que Dj Adalberto González no encuentre el cable en huelga.
—Na, que llegamo a Jarabacoa y gozamo muchísimo, tú sabe que mi hermano e una cura, poca gente tan chitosa como él, y bueno, el ron ayuda a la armonía familiar, siempre que no haya pitola, entonce el domingo en la mañana mi hermano viene del colmado con lo número que salieron de la loto, tábamo sentao en la terraza mirando el valle lleno de flore, él empieza a recitá lo número uno por uno. Dede el primer número dejé de repirá, al segundo número se me durmió la mano iquierda, al tercer número me dio gana de vomitá, al cuarto número sentí que se me quemaba el pecho, al quinto número me mordí la lengua, y al sesto número pegué un brinco y corrí pal carro a bucá mi cartera y comprobá mi suerte: esaptamente, eso eran lo sei número en mi tike, imagínate mi emoción, 40 millone de peso de un fuetazo, no iba a tené que da un golpe má nunca en mi vida, entré a la casa voceando, fui a la cocina y agarré el caldero caliente y tiré el sancocho por la ventana, ¡aquí nadie va a comé esa mierda carajo que yo soy millonario!, mi mujer taba jugando bingo con la mujer de mi hermano y le viré lo cartone, salí afuera y le entré a patá a mi Toyota, imagínate, eufórico.
Dj Adalberto González arregla el desperfecto técnico y vuelve a la carga. Ahora tiene a su lado un aprendiz, o tal vez su mentor, que le aconseja la monótona versión psytrance de un monótono éxito de los 80s, metal escandinavo light, en lugar del monótono tribal house. Un tipo con un sombrero va y le pide a Gorillaz, él le corta los ojos y hace como si el tipo fuera invisible.
—Na, baja el papá de mi mujer, y pregunta que cuál era el rebú, yo le digo: ¡Papá Bebeto, que somo millonario!, tú sabe que ese viejo e chivo, entonce sube, llama por teléfono y baja y me dice: "Eso no son lo número que salieron, te jodieron Alejandro", mi hermano ecupe un trago de cervesa eplotao de la risa y yo, cuando mi cerebro pudo decifrá el engaño, le entré a golpe ahí mismo, le rompí la boca y si no me lo quitan lo ajorco, el weekend terminó con to el mundo peliando, te digo que por suerte yo no tengo una pitola, tuviera preso ahora mimo.
—¿Y cómo supo tu hermano cuále eran tu número?
—Na, que ese mariconazo no tenía dinero pa cerveza, fue a mi carro a bucá la cartera, la abrió, ese muerto de hambre, y vio el tike y apuntó lo número, eso lo supe por mi mujer, que su mujer se lo dijo.
Dj Adalberto González se lleva del consejo de su aprendiz o mentor, el beat cambia de house tamboriao a The Final Countdown versión psytrance. Después de una pausa empieza la melodía insulsa de seis notas tocada en keyboard por un tipo cuya preparación musical fue haber asistido al seminario "How to play Scandinavian Heavy Metal" impartido por un roadie de Scorpions una mañana de nieve en Uppsala. Santísimo, we're heading for Venus...
Illustration by FtW.design.com
—Ese hijo de la gran puta.
Yo, conociendo el carácter pacífico de Alejandro, me asombro. Mirando mi asombro me cuenta el motivo del disgusto familiar.
—Na Dino, mi hermano y yo nos fuimo pa Jarabacoa con la familia, allá había muchísima gente, toda la familia, hata lo suegro. Tú sabe que a nosotro se nos ha metío la fiebre de la loto, no hay una semana que no juguemo, e como una epecie de competencia entre nosotro, pero bien, porque hay un acuerdo de quel que se gana la loto reparte en la familia, y yo te voá decí la verdá, unos milloncito no le caen mal a nadie.
Dj Adalberto González no sólo el nombre debe cambiarse si quiere triunfar en la música electrónica, realmente el beat es el de una canción de ABBA o de cualquier otro grupo sueco, tal vez Ace of Base, sin embargo, una muchacha le tira fotos, él posa con los audífonos Koby puestos, ahora sin ellos, mira hacia la cámara con actitud rock star y puya el mixer aunque la música no cambia ni un chin.
—Na, yo vengo y me paro en La Vega el vierne y compro mi tike de la loto, ecojo lo número con conciencia, uno a uno, sueño a sueño, te voá decí algo, algo me decía que podía ganá, hata me dieron ecalofrío, se me engrifaron to lo pelo cuando la muchacha me pasó el tike, una cosa, no le digo na a nadie porque eso azara, ni siquiera a mi mujer, que se quedó en el carro dándole el seno a Alejandrito.
Dj Adalberto González tiene problemas con los quinientos botones, la música se apaga. Varios ayudantes van a ver qué pasa; miran los controles, comprueban enchufes, investigan conexiones, discuten entre ellos, miran el cielo. En lo que se resuelve el asunto la administración de Cinema Café pone The In Sound from Way Out, de los Beastie. Muchos rezan para que Dj Adalberto González no encuentre el cable en huelga.
—Na, que llegamo a Jarabacoa y gozamo muchísimo, tú sabe que mi hermano e una cura, poca gente tan chitosa como él, y bueno, el ron ayuda a la armonía familiar, siempre que no haya pitola, entonce el domingo en la mañana mi hermano viene del colmado con lo número que salieron de la loto, tábamo sentao en la terraza mirando el valle lleno de flore, él empieza a recitá lo número uno por uno. Dede el primer número dejé de repirá, al segundo número se me durmió la mano iquierda, al tercer número me dio gana de vomitá, al cuarto número sentí que se me quemaba el pecho, al quinto número me mordí la lengua, y al sesto número pegué un brinco y corrí pal carro a bucá mi cartera y comprobá mi suerte: esaptamente, eso eran lo sei número en mi tike, imagínate mi emoción, 40 millone de peso de un fuetazo, no iba a tené que da un golpe má nunca en mi vida, entré a la casa voceando, fui a la cocina y agarré el caldero caliente y tiré el sancocho por la ventana, ¡aquí nadie va a comé esa mierda carajo que yo soy millonario!, mi mujer taba jugando bingo con la mujer de mi hermano y le viré lo cartone, salí afuera y le entré a patá a mi Toyota, imagínate, eufórico.
Dj Adalberto González arregla el desperfecto técnico y vuelve a la carga. Ahora tiene a su lado un aprendiz, o tal vez su mentor, que le aconseja la monótona versión psytrance de un monótono éxito de los 80s, metal escandinavo light, en lugar del monótono tribal house. Un tipo con un sombrero va y le pide a Gorillaz, él le corta los ojos y hace como si el tipo fuera invisible.
—Na, baja el papá de mi mujer, y pregunta que cuál era el rebú, yo le digo: ¡Papá Bebeto, que somo millonario!, tú sabe que ese viejo e chivo, entonce sube, llama por teléfono y baja y me dice: "Eso no son lo número que salieron, te jodieron Alejandro", mi hermano ecupe un trago de cervesa eplotao de la risa y yo, cuando mi cerebro pudo decifrá el engaño, le entré a golpe ahí mismo, le rompí la boca y si no me lo quitan lo ajorco, el weekend terminó con to el mundo peliando, te digo que por suerte yo no tengo una pitola, tuviera preso ahora mimo.
—¿Y cómo supo tu hermano cuále eran tu número?
—Na, que ese mariconazo no tenía dinero pa cerveza, fue a mi carro a bucá la cartera, la abrió, ese muerto de hambre, y vio el tike y apuntó lo número, eso lo supe por mi mujer, que su mujer se lo dijo.
Dj Adalberto González se lleva del consejo de su aprendiz o mentor, el beat cambia de house tamboriao a The Final Countdown versión psytrance. Después de una pausa empieza la melodía insulsa de seis notas tocada en keyboard por un tipo cuya preparación musical fue haber asistido al seminario "How to play Scandinavian Heavy Metal" impartido por un roadie de Scorpions una mañana de nieve en Uppsala. Santísimo, we're heading for Venus...
Illustration by FtW.design.com
Suscribirse a Entradas [Atom]