miércoles, septiembre 06, 2006
At the airport
El día es triste, se va la mujer para Barcelona. El día es alegre, viene el hermano de Nueva York.
—Sí, ¿cuál e la tarifa pal aeropuerto?
—¿Dede dónde?
—Dede el Evarito.
—900 peso.
—¿900 PESO? El culo qué caro. Bueno, mándame una unidad a la Paseo de lo locutore con Paseo de lo Periodita.
—La unidad 3232, blanco. Dígame su número de teléfono que lo van a llamá de una ve.
—¿Que me van a llamá? Bueno, 977 0343.
El cielo nublado. El cielo sin una nube. Media hora esperando el taxi. Se detiene una unidad, pero es azul.
—Taxi.
—Yo toy eperando una unidad de allá, pero oye una cosa, ¿cuánto al aeropuerto?
—¿Qué tarifa le dieron?
—Amigo, diga cuánto e.
—800 peso.
—Me voy contigo.
Tapón en el túnel de la 27. Dos carros chocaron y los muy bestias discuten ahí mismo tragando smog, pobres pulmones.
—Perdone, pero, ¿cómo le dijo el operador cuando uté pidió una unidá pal aeropuerto?
—Me pidió mi número de teléfono y me dijo que me iban a llamá, la unidá 3232.
—COÑAZO, RELAJANDO CON MI COMIDA, ESO E UN TRAQUE QUE TIENEN LO OPERADORE CON SU SAMIGO... Así mimo pasó con la 309, que piden un servicio y él conteta y depué le dicen que la pasajera pidió otra unidá y entonce él se huele algo raro y va y aborda a una mujer con una maleta que iba pa Puerto Plata, imagínate, el sueño de un taxita, un servicio de 3,500 peso empezando el día, pero eso no se va a quedá así no, vamo a hacé un piquete allá mimo, y el cliente sufre, ahí taba uté eperando media hora, cuando lo llamen me lo pone pa decile do vaina.
Por fin el mar. Un pescador sobre una yola amarilla trata de pescar un tiburón para salir en Diario Libre y ser tratado como un héroe en lugar de caer preso. Varios guardias detienen el carro de un pobre, con linternas buscan debajo de los asientos una semilla de marihuana, un plástico untado de cocaína, una chatica de ron, una sentencia de 15 años.
Suena el celular del cliente, se lo pasa al taxista:
—SÍ, YA YO TENGO TU NÚMERO COÑAZO, RELAJANDO CON MI COMIDA MAMAGÜEVAZO, BALSA DE LADRONE COÑAZO, CON RAZÓN NADIE AGARRA UN SERVICIO PAL INTERIOR NI PAL AEROPUERTO...
El counter de Air Europa, el vuelo a Madrid, parece un mercado popular de INESPRE. Huele a cebolla, huele a pollo crudo, huele a Chanel. Sí, así como quinientos años atrás ellos nos descubrieron, ahora nosotros estamos descubriendo a España; pronto les enviaremos un millón de motoconchistas, un millón de vendedores de skimice, un millón de doñas expertas en freír todas las partes del cerdo y de la vaca que los humanos no están supuestos a comerse, un millón de políticos ladrones, un millón de eruditas en las tenazas calientes y el tinte rojo, uno o dos cardenales y monseñores, y, claro, un millón de anónimos perros khakis. Una señora con un suape blanco por cabellos no aguanta más, abre una caja sacando una bola de queso que parte y reparte ahí mismo: a comé queso carajo. Esa misma señora, en pleno despegue, mirando y sacudiendo una sábana no muy limpia, voceará: "Égar, aquí se vaciaron." Esa misma señora, enemiga a muerte del decoro, en pleno aterrizaje, voceará: "Égar, sácamelo papi que tamo aterrizando." Un hombre no frena a tiempo chocando su carrito con tres maletas rojas, se cae una, se abre, y sale un chivo vivo. Alguien enciende una radio, suena una bachata recordándole a todos los días de playa y pescado frito de un pasado reciente. En una esquina, alejados del tumulto, una española muy fea se despide de un negro modelo. En una esquina, alejados del tumulto, la turquita más linda del mundo besa un enano de ojos llorosos como los de un niño que trabaja en una zona franca en Sri Lanka.
—Epérame mi amor, que yo vuelvo.
—Vuelve mami, que yo te epero.
Eso es arriba, en la zona triste de las despedidas. Abajo, en la zona feliz de las llegadas, una esposa fiel y totalmente depilada dice en voz alta lo que todos están pensando: ¿Por qué diablos la gente que uno viene a buscar es siempre la última en salir?
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