viernes, diciembre 29, 2006
Wounded on Longwood
"Parece que en otro lao le dieron un batazo y le rompieron una pierna, no hace mucho que tenía un yeso", dijo uno de los operarios. Algunos de los clientes se asustaban, otros lo ignoraban tratando de ocultar el asco. El hombre cojeaba de carro a carro, ofreciendo su talento para bregar con mangueras y bombas de gasolina a gente acostumbrada al do-it-yourself gringo. El viento bajaba la temperatura, el cojo cubría su cabeza con la capucha roja de su abrigo sucio dándole un aspecto más miserable, más agresivo.
Salí de la seguridad de los vidrios blindados para hablar con él. De cerca pude comprobar que, aparte de la pierna, aparte de las dos líneas de mocos nuevos sobre mocos viejos, aparte de la pestilencia, también era cojo del cerebro. "Amigo, el crack es barato pero sale caro. El crack no juega, pregúntale a Whitney Houston: Crack is Whack." No quería hablarle mal, no quería enfrentarlo, sólo deseaba que desapareciera. Con cada trabajo vienen cosas desagradables, pequeñas tareas odiosas que no aparecen en ninguna descripción laboral, que te hacen añorar ser el ganador absoluto de la loto de Miami. Eso de buscarse un problema, físico y moral, con un loco o un crackero o ambos porque está molestando a los clientes es una labor digna de un devoto de Hulk Hogan.
—Listen, you can not be here.
—I'm I'm I'm hungry.
—Yes, but if my supervisor sees you here I can lose my job.
—I don't don't don't care, this is my my my job.
—So, your job is...
—Yes yes yes you guess guess guess.
—Please, if you don't go, I'm gonna have to call the cops.
—You do what you got what you got what you gotta do, I do what I got what I got what I gotta do.
Los policías llegaron en silencio, en lugar de un carro con luces de colores y sirena estridente aparecieron en una van negra con los vidrios tintados. Una mujer, un rubio y un latino. En dos segundos el cojo tenía la cara contra la pared con las piernas de par en par. La mujer no habló, el rubio y el latino usaron la estrategia popularizada por Tango y Cash del good cop/bad cop.
—If I see you around these premises again I am going to lock you up for good.
—Please sir, don't come around here no more.
—You are not homeless, go home right at this moment before I get mad.
—Please sir, go home and take a nap.
Los policías se fueron en silencio, salí corriendo sin ponerme el abrigo. Lo vi a lo lejos, su patética figura iba cojeando más allá del Pathmark. Era la viva imagen del repudiado provocándoles arcadas a los pocos transeúntes de la avenida Longwood. Cuando me vio acercándome a toda prisa preparó el cuerpo para el golpe. Yo le pasé dos dólares, los agarró mirándome de reojo: como una fiera lastimada desconfiando del hijo de la gran puta que le ofrece un pedazo de carne podrida después de darle un balazo.
Art "Conversation on Longwood" by Leslie Lowinger
Salí de la seguridad de los vidrios blindados para hablar con él. De cerca pude comprobar que, aparte de la pierna, aparte de las dos líneas de mocos nuevos sobre mocos viejos, aparte de la pestilencia, también era cojo del cerebro. "Amigo, el crack es barato pero sale caro. El crack no juega, pregúntale a Whitney Houston: Crack is Whack." No quería hablarle mal, no quería enfrentarlo, sólo deseaba que desapareciera. Con cada trabajo vienen cosas desagradables, pequeñas tareas odiosas que no aparecen en ninguna descripción laboral, que te hacen añorar ser el ganador absoluto de la loto de Miami. Eso de buscarse un problema, físico y moral, con un loco o un crackero o ambos porque está molestando a los clientes es una labor digna de un devoto de Hulk Hogan.
—Listen, you can not be here.
—I'm I'm I'm hungry.
—Yes, but if my supervisor sees you here I can lose my job.
—I don't don't don't care, this is my my my job.
—So, your job is...
—Yes yes yes you guess guess guess.
—Please, if you don't go, I'm gonna have to call the cops.
—You do what you got what you got what you gotta do, I do what I got what I got what I gotta do.
Los policías llegaron en silencio, en lugar de un carro con luces de colores y sirena estridente aparecieron en una van negra con los vidrios tintados. Una mujer, un rubio y un latino. En dos segundos el cojo tenía la cara contra la pared con las piernas de par en par. La mujer no habló, el rubio y el latino usaron la estrategia popularizada por Tango y Cash del good cop/bad cop.
—If I see you around these premises again I am going to lock you up for good.
—Please sir, don't come around here no more.
—You are not homeless, go home right at this moment before I get mad.
—Please sir, go home and take a nap.
Los policías se fueron en silencio, salí corriendo sin ponerme el abrigo. Lo vi a lo lejos, su patética figura iba cojeando más allá del Pathmark. Era la viva imagen del repudiado provocándoles arcadas a los pocos transeúntes de la avenida Longwood. Cuando me vio acercándome a toda prisa preparó el cuerpo para el golpe. Yo le pasé dos dólares, los agarró mirándome de reojo: como una fiera lastimada desconfiando del hijo de la gran puta que le ofrece un pedazo de carne podrida después de darle un balazo.
Art "Conversation on Longwood" by Leslie Lowinger
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