martes, noviembre 13, 2007
La vita è nel tripudio
"Te quedate jamón mijo", me dice mi Tía con pena, "pero e mejor así que casate con una cucarachita de esa que andan en la calle ahora que no se saben ni bañá bien." Ella lleva dos divorcios con dos hijos. Uno de ellos es un teenager que dejó la escuela, trabaja en McDonald's en el aeropuerto y gasta todo el sueldo en Nikes. Mi Tía ha tenido que ir a la corte dos veces por esta maravilla de primogénito. La otra es una niña que con apenas 5 años ya conoce todas las salas de emergencias del Bronx y Queens.
"¿Y e que tú ere pájaro muchacho?", me pregunta mi Tío con toda la sutileza disponible en su ser. Él lleva tres divorcios y se refiere a cualquiera de sus exes como "esa aquerosa." A la hija no le coge el teléfono por puta (ella baila en un bayú de New Jersey con borrachitos a dos dólares y medio la bachata, reggaetón 5 dólares), y al hijo no le habla porque no le importa un coño.
"Claro que no lo e, tú no ve que él siempre tiene novia", le contesta mi Tía meneando un té de sávila, miel y manzanilla.
"Por eso no, que eso puede se pantalla", dice mi Tío. "Deja ve que te voá hacé un té. ¿Qué te gutá má, lo hot dog o lo taco?"
"Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y no poder pasarme un domingo acostado
viendo películas en blanco y negro
sin un vamo pa casa de mamá que hay una horasanta.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y por dormir apenas tres horas al día
ver el fantasma de una mujer sin piernas
flotando como una vejiga en el pasillo.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y que el stress me encoja el Latissimus dorsi
arqueando mi espalda al caminar como un pollo
al que acaban de darle un matapollo.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y tener un hijo cinturón negro de Tae Kwon Do
con su habitación cubierta de pared a pared
con posters de Chuck Norris y Jean Claude Van Coño.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
con una pelirroja de muñecas vendadas
que mejore con lápiz una partitura de Verdi
añorando el verano de Ucrania."
"¿Y e que tú ere pájaro muchacho?", me pregunta mi Tío con toda la sutileza disponible en su ser. Él lleva tres divorcios y se refiere a cualquiera de sus exes como "esa aquerosa." A la hija no le coge el teléfono por puta (ella baila en un bayú de New Jersey con borrachitos a dos dólares y medio la bachata, reggaetón 5 dólares), y al hijo no le habla porque no le importa un coño.
"Claro que no lo e, tú no ve que él siempre tiene novia", le contesta mi Tía meneando un té de sávila, miel y manzanilla.
"Por eso no, que eso puede se pantalla", dice mi Tío. "Deja ve que te voá hacé un té. ¿Qué te gutá má, lo hot dog o lo taco?"
"Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y no poder pasarme un domingo acostado
viendo películas en blanco y negro
sin un vamo pa casa de mamá que hay una horasanta.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y por dormir apenas tres horas al día
ver el fantasma de una mujer sin piernas
flotando como una vejiga en el pasillo.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y que el stress me encoja el Latissimus dorsi
arqueando mi espalda al caminar como un pollo
al que acaban de darle un matapollo.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
y tener un hijo cinturón negro de Tae Kwon Do
con su habitación cubierta de pared a pared
con posters de Chuck Norris y Jean Claude Van Coño.
Y yo no quiero ser jamón
yo quiero casarme
con una pelirroja de muñecas vendadas
que mejore con lápiz una partitura de Verdi
añorando el verano de Ucrania."
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