viernes, octubre 12, 2012
Bolívar's Dream
Pues hoy me toca ponerme mi espuma de afeitar, vestirme con la camisa azul de rayas muy bien planchada, el saco azul de tres botones abotonado con dos botones de arriba para abajo; en mis gestos, en mi voz, el cacareado encanto hipócrita del vendedor, y vender vender vender.
¿Qué vendo? ¿De verdad importa? Seguro es algo que nadie necesita.
Pues hoy me toca ir a una calle comercial del Bronx. Los comercios no son tiendas que por lo menos te permiten el paisaje móvil de una mujer de cabellos negros; no, estos comercios son Mobile Creations, Pimp my Ride, talleres para carros cuyos dueños botan líquido de frenos cuando orinan y en lugar de ano tienen un muffler. ¿Por qué será que los hombres escupen tanto?
Pues hoy me toca esperar a un cliente frente a su negocio en este día ya frío de otoño fumándome un cigarrillo mientras un homeless con la nacionalidad obliterada por el sucio arrastra un carrito de supermercado con fundas plásticas llenas de botellas y latas vacías. Es una imagen conmovedora, y terrible.
Pues hoy me toca ver a los choferes de guaguas amarillas, digo, de autobuses escolares llegar después de hacer sus rutas. Los autobuses se apuran hacia el parqueo como caballos hacia el descanso del establo después de un día de arado. No trabajan los fines de semana, acaban sus faenas temprano, pero no es un trabajo fácil, eso de bregar con niños dentro de un espacio limitado sólo es comparable a sacarles el veneno a cobras y mambas en un laboratorio. Utilizando la facultad que tengo de calcular, al ojo simple, por cientos exactos puedo decir que el 89.78% de los choferes son latinos. Salen sonriendo, es día de pago y viernes; salen con un cheque en la mano y en la otra una empanada. La responsable de que los cheques tengan fondos es la compañía llamada Bronx Bus Co.; la responsable de que las empanadas sean baratas y sabrosas es una dominicana llamada Reyna, ganando más dinero que su mismo sueldo con esta actividad extracurricular de levantarse a freír harina con queso y huevo a las 3 de la mañana.
Boricua (mirando el cheque mientras la empanada chorrea aceite hasta el codo): Puñeta nene cuánto tase me cobraron puñeta.
Colombiano: Se ha fijado usted, me too.
Dominicana: Coñazo fucking vaina.
Colombiano: Look over there, ese señor que se acerca se parece a Rolo.
Boricua: Puñeta nene, si ese canto e cabrón e Rolo puñeta.
Dominicana: Coñazo si e el mimo mamañema de Rolo.
Pues hoy me toca ver que Rolo es un cubano que llega sin su uniforme a buscar su último cheque del año, lo suspendieron hasta el 1 de febrero, sin disfrute de salario.
Motivo de la Suspensión de Rolo: Dejar, cuatro veces, a un niño de 16 años y 7 pies (con varias visitas a la corte juvenil del Bronx County) en la 116 en lugar de en la 126.
Diligencias Realizadas por Rolo: Llamar cien veces al Sindicato o Union para que intercedan; demostrar que la 116 corre Este-Oeste, lo que hace imposible este error (whatever that means); mostrar fotocopia de la carta de la madre del manganzón, digo, niño, de que el angelito podía ser dejado sin que haya nadie esperándolo; pelear con la vaca de su esposa, tan fea, que nunca lo apoya en nada; llamar cien veces a varios departamentos de la ciudad encargados de tramitar la apelación; dormir hasta el mediodía todos los días; pasar las tardes más felices de su vida en casa de su novia, tan linda esa muñequita, que lo apoya en todo.
Rolo el cubano: Oye chico he ido a toa padte, y no resuelven nada, la fucking Union no sidve para nada chico, me supendieron como a una bolsa e mierdda, fucking shit.
Pues hoy me toca escuchar las palabras de consuelo y esperanza de estos hermanos latinos para una Cuba suspendida en el limbo; mira qué lindo, todos se ponen de acuerdo sobre la sabrosa comida de grasa, y cervezas, de un restaurant en el alto Manhattan; y se suben en el mismo carro conducido por la irrevocabilidad de un idioma que muta. Una raza unida la que Bolívar soñó. En ese sueño mi querido general, ¿estaban los haitianos?
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