jueves, octubre 15, 2009
Man in the Dark
Después de haber leído Brooklyn Follies juré no volver a leer nada nuevo de Paul Auster. No quería que la admiración sentida gracias a The New York Trilogy, The Invention of Solitude, y hasta el Book of Illusions, terminara en desencanto ante la comprensión definitiva de la venta del Sr Auster al sistema de los Best Sellers con sus obscenos hard covers. Como ya el Sr Auster tiene un nombre, le pagan muchísimo dinero por cualquier obra despachada sin la revisión austera de un editor austero que edita los libros con un machete, como debe ser.
Esa imagen romántica del escritor trabajando cada línea de su obra sin ninguna esperanza de fama, sin pensar en los críticos, sin aspiraciones de aparecer en la infame lista del NY Times, y aborrenvidiando a los que aparecen debajo de Dan Brown, sin invitaciones a conferencias en Europa sobre el Nuevo Destino de la Prosa y la Poesía Latinoamericanas Ante el Calentamiento Global, sin invitaciones a mil Ferias del Libro, sin 8 millones de entradas en Google, sólo armado con una cajetilla de cigarrillos, tal vez un gramo de perico, y con el deseo inexorable de escribir lo que siente muy adentro, de escupir su alma al mundo sin importarle que el mundo la encuentre fea, alzando los ojos cuando empieza a amanecer sin sentir el hambre de su estómago pegado a la espalda, desaparece con el primer millar de libros vendido.
Pero bueno, imagino que es muy difícil rechazar un contrato de millones por un libro cada año sin importar la calidad del mismo; yo mismo me transaría por 399 dólares que me faltan para un home theater flat screen super surround sound. Aunque estoy seguro que Faulkner y Steinbeck y Vonnegut tuvieron las mismas tentaciones, y sin embargo… Tal vez por eso Rulfo y Rimbaud escribieron tan poco. Tal vez sintieron que lo que escribían no estaba a la altura del Llano en Llamas, de Una Temporada en el Infierno.
Pero bueno, el Viernes estaba caminando las 18 millas de libros de Strand cuando escuché que desde una de las mesas 50% Off un libro me pitaba. Me acerqué, era Man in the Dark, de Auster. Lo miré, me gustó la portada paperback, odio las tapas duras. Lo tomé en mis manos, me gustó el US$5.99. Lo puse en la mesa de nuevo.
Buy me.
No, I don’t want to feel cheated again.
You won’t, I swear, I am very good, and short, 180 pages.
No, you must be like your brother.
Which one?
Brooklyn Follies.
Oh no, I promise, people say I’m more like one of the Trilogy, and, please keep this between us, some say Auster did not father Brooklyn Follies.
I say.
So, buy me.
No.
At least read what the critics said about me.
Ok, I will buy you, but if you are just a fucking fraud I will wipe my ass with your pages.
We have a deal.
Man in the Dark es la historia de un viejo que sufre un accidente y, ante el insomnio, se pasa las noches inventando historias, aunque el plural es excesivo. Y, of course, como es un viejo todomundo sabe que intercalará los recuerdos de su pasado entre la continuidad de la historia que va creando cada noche. No podemos negar que Auster es un caballo. Ese señor sabe escribir. Empiezas a leer y sin darte cuenta, chin a chin, ya estás envuelto en su letanía.
En la historia los personajes deciden matar al viejo. Es decir, la ficción pasa el umbral de la realidad, los personajes creados por el viejo adquieren vida propia, pensamientos independientes, y una clara misión en este lado, acabar con su creador. Ya en 1939 Flann O’Brien trató el mismo tema en su increíble At Swim-Two-Birds, obra mil veces superior a Man in the Dark, funny and deep, con el poema "A pint of plain is your only man" aprendido de memoria por todos los irlandeses que conozco. Pero bueno, imagino que todo se ha escrito y lo que importa es el nuevo approach dado a un tema manejado ya muchas veces.
Entonces, tenemos a un viejo relatando la historia de su vida y además relatando historias creadas por él para mitigar la soledad del insomnio. Y de eso mismo trata El Pozo de Onetti. Excepto que no es un viejo el que lo hace, es un ordinario hombre onettiano solo en una habitación, acostado, fumando y echándose las cenizas en los pelos del pecho. Y este hombre advierte al lector que él no es más que un loco viejo que se pasa las noches inventando disparates frente a una pared. Pero además te dice que el método que utilizará será alternar un suceso de su imaginación con uno de su realidad. De más está decir que El Pozo de Onetti es mil veces superior al Man in the Dark de Auster, especialmente porque carece de escenas value of shock, como una detallada decapitación vista en familia por Youtube, tan apreciadas por el paladar de los lectores gringos. Pero bueno, también hay que saber que el Sr Auster colocó su standard de calidad demasiado alto y que cualquier libro que para su nivel es catalogado de mediocre en otro escritor podría ser considerado una buena obra.
Leí Man in the Dark en un viaje de ida y vuelta en el tren 5 desde el Bronx a Wall Street, y no tuve la sensación de estar leyendo una novela de una Corín Tellado autorizada a decir fuck cock dick pussy, como me pasó con Brooklyn Follies, y sólo levanté la vista cuando en la parada de Grand Central se armó un mini rebú entre una boricua y un dominicano. Supe que la mujer era boricua porque le gritó al dominicano, "Echa pallá canto e cabrón." Supe que el hombre era dominicano porque le contestó a la boricua, "Mire coñazo mamañema."
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