miércoles, mayo 23, 2012
The Rapt
Una de nuestras actividades familiares se llama La Colecta Para Lelo. La directora de esta ONG privada y fraternal es una tenaz tía casi odiada por todos a la que saludas con un billete en la mano; la denominación de este billete se deja a la conciencia del donador. Pero claro, no todos los hombres estamos dispuestos, sin por lo menos echar un coño, a donar una fracción del presupuesto semanal destinado a los vicios, para aliviar el desasosiego de una cuenta en un colmado de Bonao que ha decidido detener termporalmente el crédito de este pariente conocido por muchos de nosotros sólo por un apodo, y cuya cara cada vez es más difícil de recordar, así como el grado de parentesco sanguíneo. Que los parientes cercanos están en una posición de ventaja frente a los parientes lejanos, es una realidad, y una queja latente, que nadie parece atender. Un hermano de padre del damnificado dona igual o menos que un sobrino o primo segundo.
Muchos de los hombres alegan que mucho son 20 dólares, que debido a la alta tasa de divorcios, por mujeres vagabundas que gustan de hombres más jóvenes, ellos viven aterrorizados por cualquier correspondencia que tenga el sello de la ciudad de Nueva York, y que una gran parte de sus ingresos fijos, incluyendo el Income Tax, ha sido secuestrada por el omnipotente IRS para destinarla al injusto Child Support.
Estábamos viendo una película sobre un magnate francés que es secuestrado y piden la friolera de 50 millones de euros. Uno de los tíos que nunca tiene un centavo para La Colecta Para Lelo, él mismo está colectando en Unemployment, se lamenta:
-Mira eso, por el pobre de Lelo no pedirían ni mil dólares, y si lo piden lo matan, porque cuando llamen a Lilín para que aporte algo para el rescate, él va a decir que él sí lo siente mucho, que hablamos después, que él, a diferencia de otros, es un hombre ocupado que vive trabajando.
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